No hay duda de que el libro de Aless Lecquio se ha colado entre los más vendidos desde que salió su lanzamiento en las estanterías este miércoles, tanto que los encargos por preventa habían superado las expectativas y forzaban a la editorial HaperCollins en la impresión de más ejemplares alcanzando una segunda edición del proyecto de Ana Obregón por cumplir la última voluntad de su hijo desde que encontró un borrador en su ordenador y que su madre concluyó para sacarlo adelante. Es el granito de arena que pone la progenitora, en el que, inesperadamente, tiene un hueco la propia monarquía con la intervención de personajes como el rey Juan Carlos I.

Entre los capítulos del libro de El chico de las musarañas, se detallan los secretos más ocultos en la vida de la actriz, de su hijo y del propio conde, especialmente, habla sobre el proceso que sufrió Aless Lecquio en el tratamiento de su enfermedad cuando partió a Estados Unidos junto a su familia. Tras tres meses en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center en Nueva York, la familia de Aless recibió una carta de aviso en el que notificaba que su permiso en Estados Unidos había caducado, el visado ESTA que permite a los no residentes del país una estancia en el mismo con un límite de tiempo.

Para solventar este trámite administrativo Ana dirigió una carta del propio centro hospitalario al Consulado, sin embargo, se encontró con una respuesta que no esperaba para nada cuando este órgano le comunicaba a la bióloga la falta de citas hasta pasados los dos meses y con el reloj en su contra buscaba una solución que permitiera ampliar a su hijo el tiempo en el país estadounidense para continuar con el tratamiento contra la enfermedad.

Por favor, llama a Felipe, para algo eres su primo o lo que sea

“Nos van a deportar y no curaremos a nuestro hijo. Por favor, llama a Felipe, para algo eres su primo o lo que sea, no estoy pidiendo un favor ni cometer un delito, solamente adelantar una cita para que nos den un permiso para estar en Estados Unidos. Estoy desesperada”, pedía Obregón a su expareja con urgencia, pues el tratamiento del joven había provocado la desaparición del tumor en un 85%.

El conde Lecquio es primo segundo del titular de la Corona, Felipe VI, por lo que sacó su agenda y se puso en contacto con él, pero ante la tardía respuesta del mismo y la urgente respuesta inmediata, el colaborador de El programa de Ana Rosa, decidió optar por llamar a su tía Olimpiar, prima del rey emérito, Juan Carlos I. “Al rey emérito le faltó tiempo para ayudar a una madre desesperada por salvar a su hijo. Por eso le estoy infinitamente agradecida y no lo olvidaré jamás, porque a los dos días teníamos la cita donde nos ampliaron la estancia en América por motivos médicos. Por fin respiramos tranquilos”, recuerda Obregón en su libro.

La próxima vez en la que coincidió la bióloga junto al monarca fue tras fallecer su hijo Aless cuando el rey emérito y la reina Sofía se pusieron en contacto con Ana para comunicarle sus condolencias. “Lo hicieron cariñosos y emocionados”, explica Obregón, aunque sin concretar en los detalles debido al estado de shock en el que estuvo la actriz tras la muerte de su hijo. “La primera llamada que tuvimos, yo no sé ni cómo estaba porque no podía reaccionar, fue el rey Juan Carlos. Llamó a Alessandro y le dijo: ‘Pásame a Ana, por favor’ y luego, la reina Sofía. No sé ni lo que les dije, la verdad. Esa llamada me emocionó y estoy muy agradecida”, desvelaba hace tiempo en la revista ¡Hola!.

Ana Obregón y Alessando Lecquio viajaron hasta Estados Unidos para comenzar el tratamiento de su hijo Aless en el año 2018. La colaboradora televisiva Mila Ximénez desvelaba en los platós de Telecinco que este tratamiento tuvo un coste para la familia de más de 300.00 euros tras los traslados y durante el proceso del mismo.

La relación entre el conde Lecquio y el rey emérito

En concreto, el conde y el rey emérito mantienen una buena relación, quien ha defendido al monarca en varias ocasiones frente a las pantallas. Durante su noviazgo, Obregón aclara en el libro que en una ocasión recibió una llamada inesperada y fue así como se percató de los nexos entre el conde y la familia de Zarzuela. “Un día el rey llamó a casa y yo creí que era una broma. ‘¿Está Dado?’, preguntó educadamente y yo le dije ‘no, no está en casa. ¿De parte de quién?’”, a lo que el monarca respondía a la actriz: “Del rey”. Con sorna e inconscientemente, Obregón respondió: “Ya… Y yo soy Caperucita Roja”, tras esta respuesta, la bióloga colgaba al rey emérito, pero exjefe del Estado no se rendía y volvía a llamar cinco minutos más tarde señalando: “Le has colgado al tío Juanito”.

El chico de las musarañas no solo incorpora estas anécdotas, sino que también revela detalles ocultos de los que la familia no se ha pronunciado mediáticamente como el texto del testimonio ológrafo de Aless con los deseos de su hijo: “Nos dijo: ‘Mamá, papá, si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratorio de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo. Prometedme que los vais a hacer, por favor”, relata la actriz en el libro.

También se detallan otros relatos como el intento de suicidio que sufrió Ana Obregón y del que le ayudó el conde Lecquio, en un momento crítico, la bióloga narra cuando Alessandro Lecquio la salvó: “¡Ana, por Dios, abre la puerta! Tienes algo importante que hacer, ¿recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?; Tu padre nunca supo que, en ese momento, tu última voluntad me salvó la vida”, escribía Ana dirigiéndose a su hijo.