La coinfección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis C (VHC) están representando, durante décadas, un desafío médico y social. Ambas infecciones crónicas no solo complican el curso clínico de cada una por separado, sino que también agravan las condiciones de salud de quienes conviven con ambas, aumentando las tasas de comorbilidad y mortalidad. Actualmente estamos viviendo un preocupante aumento de casos nuevos.

Sin embargo, los avances en los tratamientos de última generación, como los antivirales de acción directa (AADs), han transformado radicalmente este panorama, igualando las expectativas de vida de las personas coinfectadas con las de quienes viven únicamente con VIH.

Un reciente estudio, publicado en el Journal of Clinical Medicine y realizado por el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD/UAM), en colaboración con los hospitales Fundación Jiménez Díaz y Rey Juan Carlos, ha puesto de manifiesto este impacto positivo.

Analizando datos de 229 personas coinfectadas, el equipo ha demostrado que la eliminación del VHC mediante AADs mejora significativamente la salud integral de los pacientes y reduce las diferencias con la población infectada solo por VIH.

El reto de la coinfección VIH-VHC

El VIH y el VHC comparten vías de transmisión, lo que explica su alta prevalencia conjunta en ciertos grupos de riesgo. Según el Dr. José Miguel Benito, investigador del IIS-FJD/UAM en el Rey Juan Carlos, “en España la vía de transmisión más frecuente al inicio de la epidemia, en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, fue la parenteral en consumidores de drogas intravenosas, principalmente heroína. Esto supuso que un elevado porcentaje de personas que se infectaron con VIH se infectaron también con VHC”.

Aunque en la actualidad las vías de contagio han cambiado, la transmisión sexual, el chemsex (consumo de drogas con fines sexuales) y el slamsex (uso intravenoso de sustancias en estos contextos) han contribuido al aumento de nuevos casos.

Por su parte, la Dra. Norma Rallón, uno de los lideres del estudio e investigadora del IIS-FJD/UAM en el Rey Juan Carlos, resalta que “es muy importante la investigación alrededor del tema de la coinfección por el VIH y el VHC, no solo por el importante problema sanitario dada la elevada prevalencia de infección con VHC en la población VIH, sino por el gran reto para el sistema inmunológico de quienes están infectados por ambos virus, y todas las consecuencias que ello conlleva”. Y añade: “El VIH es una infección crónica, y el VHC establece infección crónica en la mayoría de los casos; por tanto, la presencia de ambos virus en mismo individuo genera interacciones, de modo que una infección puede alterar el curso clínico de la otra”.

La coinfección no solo complica el manejo clínico del VIH o el VHC de manera individual, sino que también genera un estado de estrés inmunológico constante. “Las personas con VIH sufren una mayor incidencia de distintas morbilidades, como enfermedades cardiovasculares, renales, hepáticas, cáncer, y además las padecen en edades más tempranas de la vida que la población seronegativa, debido a la existencia de inflamación crónica”. “Este hecho se ve agravado por la presencia en un mismo paciente de infección con el virus de la hepatitis C, otro virus que causa infección crónica”, explica la Dra. Beatriz Álvarez, investigadora principal del estudio.

Antes y después de los antivirales de acción directa

El tratamiento del VHC ha recorrido un largo camino. Durante años, las únicas opciones disponibles consistían en fármacos ineficaces, mal tolerados y con efectos secundarios severos, con los que la eliminación del virus solo se lograba en la mitad de los casos. “Es decir, para optar a un 50 por ciento de posibilidades de curación había que completar un año de efectos secundarios y toxicidad para el organismo”, señala la Dra. Álvarez.

Todo cambió en 2015, con la llegada de los antivirales de acción directa (AADs) que atacan directamente la replicación del VHC. Estos tratamientos han revolucionado el abordaje de la hepatitis C, ofreciendo tasas de curación superiores al 98% en ciclos de apenas dos o tres meses, con mínimas complicaciones para los pacientes. “En esta última década este avance ha cambiado por completo el escenario de la Hepatitis C, convirtiéndola en una enfermedad con altas expectativas de ser erradicable”, añade la investigadora.

Para las personas coinfectadas, el impacto ha sido notable. Los AADs no solo han permitido eliminar el VHC, sino que, además, han mejorado el estado general de salud y la calidad de vida de los pacientes, añade la Dra. Norma Rallón.

Resultados del estudio: un cambio de paradigma

El estudio realizado por el IIS-FJD/UAM se centró en analizar el impacto clínico de la eliminación del VHC en personas coinfectadas con VIH. A través de un análisis retrospectivo, analizó 478 individuos, el equipo comparó a 229 personas coinfectadas con un grupo similar de pacientes con VIH, pero sin VHC y un pequeño grupo de pacientes sanos.

Los resultados fueron claros: la curación del VHC con AADs no solo redujo significativamente las comorbilidades hepáticas, sino que también igualó la supervivencia y la presencia de comorbilidades de las personas coinfectadas a la de aquellos que solo vivían con VIH, lo que contribuye o impacta en la calidad de vida de los primeros.Estos hallazgos subrayan la importancia de implementar estrategias de detección temprana y tratamiento precoz del VHC, acompañadas de la promoción de hábitos de vida saludables. “Este enfoque, no solo influirá sobre la prevención de daño hepático en particular, sino que, de una forma más holística, contribuirá a mejorar el estado de salud integral y de esperanza de vida de las personas afectadas”, insiste la Dra. Álvarez.

Además, el estudio pone de relieve la necesidad de continuar investigando las interacciones entre ambas infecciones. “Formamos un equipo multidisciplinar integrado por investigadores clínicos y básicos, lo que es fundamental para cualquier investigación traslacional que tenga como fin último la mejora de la calidad de vida de los pacientes”, señala la Dra. Norma Rallón.

Hacia el futuro: prevención, detección y tratamiento

Erradicar la hepatitis C no es una meta inalcanzable. Según los expertos, la clave radica en intensificar los esfuerzos de detección y tratamiento, especialmente en poblaciones vulnerables. Esto incluye la creación de campañas de concienciación sobre las vías de transmisión actuales y el acceso universal a los AADs.

En este sentido, España ha sido un modelo a seguir, con políticas públicas que han facilitado el acceso a estos tratamientos a la mayoría de los pacientes infectados por VHC. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer para abordar las nuevas dinámicas de transmisión y garantizar que los avances científicos lleguen a todos los afectados. Actualmente asistimos a un preocupante aumento de casos nuevos por las nuevas vías de transmisión (y solo estamos viendo la punta del iceberg). Debemos contribuir en información y campañas de prevención.

Por otro lado, los expertos destacan la importancia de adoptar un enfoque holístico en el tratamiento de las personas coinfectadas. Esto incluye no solo tratar el VHC, sino también abordar factores como el estilo de vida, la salud mental y la prevención de recaídas en comportamientos de riesgo.

Una nueva esperanza

Los avances en la lucha contra la coinfección de VIH y Hepatitis C representan un ejemplo del poder de la investigación traslacional. Gracias al trabajo conjunto de médicos, investigadores y pacientes, enfermedades que antes parecían intratables ahora son gestionables, con resultados que cambian vidas.

El éxito de los AADs demuestra que, con las herramientas adecuadas, podemos no solo controlar estas enfermedades, sino también aspirar a erradicarlas en un futuro cercano. Una nueva esperanza.