El sistema al que estamos acostumbrados, entendiendo por este el que se da en la mayor parte de Occidente, sigue recibiendo a día de hoy innumerables críticas, aunque también una férrea defensa como sinónimo de libertad y oportunidades. La opinión depende, principalmente, del lado del mundo en el que estés situado, de la clase social a la que pertenezcas y de un largo etcétera de variables. Sin embargo, existe un sitio en el que no aparecen los que son considerados por muchos los jinetes del apocalipsis, causantes en la mayor parte y a lo largo de la historia de guerras y problemas: el dinero, la política y la religión.

Una utopía ‘de Murakami’ en la India

Pues bien, aunque parezca sacado de un libro del prestigioso escritor nipón Haruki Murakami hay en el mundo un lugar que elimina de su itinerario estas tres cosas. Si habéis estado en Copenhague (Dinamarca), es posible que hayáis oído hablar de la ciudad libre de Christiania, autogobernada y de la que forman parte unos 100.000 residentes. Se trata, por decirlo de algún modo, de una especie de ciudad sin ley independiente del Estado danés.

Christiania
Christiania. Wikipedia.
 

Sin embargo, este artículo no está dirigido a este sitio que, cuanto menos curioso, merece una visita para quien acuda al país europeo. De hecho, el territorio al que hacen alusión estas líneas ni siquiera está en Europa, sino en Asia, concretamente en la India. Se trata de Auroville, una especie de utopía espiritual y ecológica ubicada a diez kilómetros del municipio de Puducherry, en Tamil Nadu. Una quimera para muchos, un Estado fallido para otros tantos, pero, por encima de todo, un lugar que tiene una historia que contar.

Son varios los estudios que se han llevado a cabo de este enigmático sitio, que algunos han conocido esta semana gracias a la visibilidad que ha tenido también en redes sociales que, en este caso, han servido, hipotéticamente, para dar a conocer el sitio gracias a un hilo realizado por el usuario @albertofm_.d (Alberto Frutos).

El origen de este emblemático -y desconocido- enclave tiene lugar en 1968 y corre a cargo de Mirra Alfasa, más conocida como La madre. Ella soñaba con un mundo en el que el dinero no tuviera importancia y en el que la gente viviera (y sobreviviera) del trabajo colectivo y el intercambio de bienes y servicios. Es decir, una especie de trueque. No está de más destacar quién fue la inspiración de esta mujer, de madre egipcia y padre turco. Su mentor fue el poeta y filósofo indio y, a la vez, maestro de yoga, Sri Aurobindo, cuyo imaginario era también el de esa sociedad libre. De hecho, es a él a quien debe el nombre la ciudad.

'La Madre'
Mirra Alfasa, la madre. Auroville.org.
 

Una ciudad que no pertenece a nadie y ayudada por los organismos oficiales

En un área de unos 20 km comienzan las “obras”, en 1973. En un principio la iniciativa fue apoyada por los seguidores de Mirra, pero más adelante lo fue incluso por organismos oficiales como la ONU o la UNESCO. También por el propio gobierno indio, quien la califica como una “ciudad cultural internacional”.

En el centro mismo de la ciudad se levanta su monumento principal, aunque su objetivo no nace para ser tal, sino un lugar de meditación. Es el Matrimandir o “templo de la madre”, una especie de bola dorada cuya altura equivale a la de nueve pisos y, como ya se ha dicho, que cumple la función de lugar de meditación.

Los estatutos de la propia autonomía recogen que esta pertenece solo a sus habitantes. En la misma línea, estos se muestran siempre colaborativos a participar de un lugar que despierta la curiosidad de quienes leen algo de su historia. Bajo dicho pretexto, los ciudadanos han plantado en lo que empezó siendo un desierto más de 3 millones de árboles para contribuir a que el lugar sea también un espacio ecológico. De hecho, se realiza en él un experimento mediante el cual los lugareños ceden su propiedad a la comunidad cuando se instalan a cambio de renunciar a la propiedad privada. El hecho ha sido fuertemente criticado por algunos, pero se sigue llevando a cabo.

Matrimandir
Matrimandir. Auroville.org.
 

Así funciona Auroville, la ciudad sin dinero ni políticos

A partir del centro del lugar de culto se generan el resto de las zonas de la comunidad. Esta, a su vez, responde también a esa máxima de “ni Dios, ni patria”. El hecho de ser una ciudad libre en todos los sentidos se aprecia en, prácticamente, cualquier rincón de la misma, desde las casas -cada una con un estilo arquitectónico completamente distinta- hasta las personas que conviven en Auroville.

Actualmente en la ciudad hay más de 2.500 personas de 350 nacionalidades. Algunas de ellas provenientes de Latinoamérica, aunque en su mayoría de la propia India y una buena parte (aproximadamente un tercio) de Francia.

Una utopía, ¿siempre es imposible?

Entre los puntos a destacar de Auroville se encuentran que todos los habitantes cobran el mismo sueldo, aunque no hay dinero en efectivo -es decir, ya no es tanto el servicio por servicio que soñaba “la madre”, aunque el telón de fondo se mantiene- o que los propios ciudadanos cuando compran comida tan solo ponen el número de cuenta y cogen lo que necesiten. De esta manera nunca falta ni sobra comida, como explica el usuario anteriormente mencionado. Asimismo, son las propias asociaciones quienes “gobiernan” la ciudad, pero cada una en un campo y sin políticos.

Con todo, y como es de esperar, es difícil que exista la utopía perfecta, simple y llanamente por la manera en la que está hecho mundo y el sistema en el que nos movemos. Por ello tampoco es de extrañar que haya tenido presuntos escándalos de corrupción y otras polémicas. Sin embargo, y más allá de defensores y detractores de este lugar y, en consecuencia, del sistema mismo; Auroville no deja de ser una oportunidad para poner sobre la mesa el eterno debate de qué sistema es el más adecuado. Y, dicho sea de paso, es un sitio que merece la pena ver si acudes a la India.