Apenas lleva una temporada en el Real Madrid y no solo se ha metido a la gente en el bolsillo por sus grandes actuaciones, sino por su manera de vivir el club y, sobre todo, por la ya icónica silla. David Alaba ha creado un símbolo que perdurará para siempre y que se está convirtiendo en tradición en las celebraciones merengues, ya sea de los propios jugadores o incluso de los aficionados: el alzamiento de una silla.

Todo comienza en el Santiago Bernabéu, donde este año se han registrado más milagros que en Lourdes. Octavos de final de Liga de Campeones. El Real Madrid, sometido por un poderoso Kylian Mbappé, estaba con el agua al cuello. El equipo sobrevivió en París a las incontables embestidas del PSG. La vuelta en la capital desembocó en un río diferente, pero el sendero fue igual de tortuoso. Los parisinos se adelantaron -incluidos dos goles anulados por fuera de juego- y dejaban prácticamente visto para sentencia su pase a cuartos.

Sin embargo, Benzema, siempre colmado de fe, presionó al portero visitante para provocar el fallo y forzar un gol que alimentaba una esperanza cada vez más atrofiada. El madridismo cogió aire de nuevo y, escasos minutos después, Benzema puso el segundo en el marcador y al Madrid a tan solo un tanto de la heroica.

Y así fue, nada más sacar de centro, el conjunto de Carlo Ancelotti recuperó el balón y un pase profundo desarboló la sorprendida defensa del PSG. Vinicius encaró a Marquinhos y este cometió el infantil error de despejar a la media luna del área, donde Benzema, completamente libre de marca, declaró el estado de éxtasis en la Castellana con un sutil golpeo al primer toque.

La locura se desató en la grada y sobre el césped. En el córner, los jugadores celebraban el gol con gestos desencajados por la adrenalina del momento. En medio del caos, una silla de los trabajadores de seguridad asciende a los cielos impulsada por Alaba y convirtiéndose en la foto que adornaría millares de móviles, tuits y estados al día siguiente. Lo que el recién llegado central austríaco no sabía es que su éxtasis se convertiría en un símbolo.

La silla pasa a los seguidores del Real Madrid

Y así ha sucedido. En cada triunfo del Madrid en Europa ha emergido la silla de Alaba, aunque no necesariamente entre los jugadores, sino entre los aficionados. Los madridistas han convertido en tradición el alzamiento de una silla plegable, como también se pudo ver tras el nuevo capítulo de la epopeya de este año ante el Manchester City. Aficionados en el estadio arrancando asientos y elevándolos al esqueleto de la cubierta retráctil o sillas del Ikea en la misma Plaza de Cibeles para celebrar el pase a la final de la Champions League. Un momento de locura hecho tradición.