Tras la dimisión de Sandro Rosell, las investigaciones del juez Pablo Ruz a raíz de las irregularidades detectadas en fichaje del brasileño Neymar y las últimas derrotas del Barça (en dos meses ha perdido 13 puntos con respecto al Real Madrid y el liderato de la Liga) es la pregunta que se hacen todos los culés. “¿Y a Cruyff, el expresidente de honor, que le interesa, que el Barça pierda todos los títulos para que haya elecciones antes del verano?
Aunque apenas no aparece en la prensa catalana, es la pregunta que se hace a día de hoy, la mayoría de los socios barcelonistas. Tanto los más conservadores, los de CIU que acuden al Camp Nou con el puro, ya sea importado o no; como los independentistas de Esquerra; como los nuevos catalanes (inmigrantes andaluces, gallegos y aragoneses) que desde siempre votan al PSC; y se consideran del Barça.
Cruyff tiene poder
Cuando tras echarlo como jugador, lo fichó como entrenador el 4 de mayo de 1988 para ganar las elecciones a la presidencia, Josep Lluis Núñez, el amo de la inmobiliaria Núñez i Navarro me dijo: “El holandés es malo y no es de fiar, pero si la masa lo quiere…”. Blanco y en botella. Núñez ganó las elecciones, aguantó y tragó con todas las peticiones de Johan, pero se perpetuó en la poltrona blaugrana.
Tulipanes y arbitrajes
Desde entonces, gracias al respaldo de Núñez, Ángel María Villar (presidente de la Federación Española de Fútbol y actual vicepresidente de UEFA y de FIFA) es desde 1988 el amo del arbitraje mundial y del fútbol español. Y claro, como Cruyff sabe de fútbol y había mucho dinero en la caja blaugrana (llegaron las dos ligas de Tenerife por los arbitrajes de García de Loza y de Gracia Redondo) construyó el Dream Team y llegaron todos los títulos posibles al Museo del Camp Nou. Y nació, con o sin ayudas arbitrales, ‘el modelo y el estilo ‘Barça’. ¿Alguien lo duda?
El Dios culé
Desde ese día Johan Cruyff (ganó cuatro Ligas y una Champions, poco para lo que tenía en su plantilla) es considerado por el seguidor blaugrana un ser único, mágico y sobrenatural. Y desde entonces, como fue el que subió al primer equipo a Pep Guardiola, es el ideólogo del juego del Barça, de La Roja, y hasta el inventor de La Masía.
Lo importante es la familia
Pocos culés recuerdan ahora que Cruyff echó del Barça a Zubizarreta (actual director deportivo del club) para que jugara su yerno (Angoy) en la portería y que fulminó a no sé cuántos delanteros para que su hijo, Jordi Cruyff, fuera titular indiscutible tras la marcha de Laudrup, de Stoichkov y de Romario.
La memoria, el talento de los tontos
Es bueno recordarlo. Desde entonces, Cruyff, que no da puntadas sin hilo y que nunca pierde, manda en el entorno del FC Barcelona. Y desde su retiro dorado, ascendió al Everest cuando su amigo Joan Laporta (le pedía consejo para todo) accedió a la presidencia en 2004 y desde que, a la desesperada, nombró entrenador a Guardiola, uno de sus niños. Y claro, a Cruyff lo nombraron Presidente de Honor del FC Barcelona.
Con Pep, todos a muerte
Mientras Guardiola mandó en el vestuario, Cruyff y su entorno no dijeron ni mu. Es más, Johan renunció a su columna semanal (y cobraba una pasta gansa) en El Periódico de Catalunya del Grupo Zeta para no perjudicar con sus comentarios las relaciones entre jugadores y directivos.
Hasta que llegó Rosell
Pero como Laporta no pudo presentarse a las elecciones, Sandro Rosell se convirtió en el presidente más votado (el 61,35 % de los 57.088 votos emitidos) de la historia del club. Y claro, Rosell, enemigo de Laporta, tras tomar posesión, la primera medida que adoptó fue, y sin ninguna consideración, arrancar de la solapa de la americana de Cruyff la insignia dorada de Presidente de Honor.
La venganza de Johan
Desde ese día, el Barça ha ido cuesta abajo y sin frenos. De mal en peor. Se marchó Guardiola (“me voy para que no nos hagamos daño”, les dijo a sus jugadores.) Thiago al Bayern (curiosamente el representante del hispano-brasileño, que será titular en el Mundial de Brasil, es Pera Guardiola, el hermano de Pep), Messi con vómitos y con problemas con Hacienda y… Se publicó el contrato de Neymar.
El juez Ruz investiga las cuentas
Nadie se lo imaginaba, pero la denuncia de un modesto socio blaugrana provocó que Sandro Rosell, aunque digan que no tiene nada que ocultar, presentó su dimisión como presidente del Barcelona. Desde entonces su delfín y sustituto, Josep María Bartomeu, además de regalar a Montoro 13,5 millones de euros, desea pactar a toda costa con la Fiscalía General del Estado para evitar llegar a juicio y mantenerse en la poltrona blaugrana.
La pregunta del millón
Se hacen los aficionados; sean culés o no. ¿Si no hay nada que ocultar, por qué Rosell, siendo el presidente más votado de la historia, dejó al club en la estacada? ¿Y por qué Bartomeu adopta como primera medida, depositar (que no regalar) 13,5 millones de euros al ministro Montoro? No entiendo nada.
Johan, el puto amo
Es tal el miedo que tienen al holandés los actuales directivos del Barça (desean a toda costa mantenerse en el cargo hasta 2015) que son capaces de todo. Por eso, aunque Bartomeu, como su amigo Rosell, odia a Cruyff hasta el infinito, fue capaz de repetir la pasada madrugada en el programa El Larguero de la Cadena SER: “Lo que hay que hacer es admirarle. Johan es un personaje importante en la historia del Barça. No explicaré si hay acercamiento o no”.
Cruyff se lo piensa
Declaraciones que el entorno del holandés (el mismo que el de Joan Laporta y el de Pep Guardiola) sigue analizando. Esta noche el Barça juega un partido complicado en el Camp Nou ante el Manchester City. Y el día 23 visitará el Bernabéu. Y el 18 de abril, se jugará en Mestalla (Valencia) la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid. Dependiendo de los resultados y de lo que le ofrezcan (“entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero”, dice el refrán) el ideólogo del NUEVO BARÇA, decidirá.
La historia promete.
José Manuel Muñoz es periodista de Deportes
Sociedad
¿A Cruyff, Laporta y Guardiola, qué les interesa que pase en el Barça?
El holandés es el que manda en el equipo culé

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