No ve “oposición, rechazo, disgusto, dolor o miedo” en las imágenes que se garbaron durante la violación de La Manada. Lo que ve el juez que ha emitido un voto particular para intentar absolver a los cinco jóvenes, el magistrado Ricardo Javier González, es que la víctima estaba excitada sexualmente.

Así de duros son los argumentos de este juez con los que no sólo ofende a la mujer, sino que la convierte en la responsable de lo ocurrido en aquel portal de Pamplona durante los Sanfermines de 2016.

Y es que, para González, de las imágenes se puede desprender que más que una violación se produjo una celebración, pues habla de “ambiente de jolgorio” en el que se podrían escuchar sonidos de placer por parte de la víctima.

“Lo que me sugieren sus gestos, expresiones y los sonidos que emite, es excitación sexual”, llega a escribir en su voto particular, mientras que el abogado de la chica definía los mismos vídeos como “repugnantes”.

La joven, que en aquel momento tenía 18 años, siempre ha asegurado que decidió someterse para que la tortura vivida al ser violada en grupo por cinco hombres acabara lo antes posible.

La Manada ha sido finalmente condenada por abusos sexuales, no por violación, a nueve años de prisión y cinco de libertad vigilada. Pero este magistrado pedía la absolución de los cinco hombres y lo argumenta en freses como las siguientes:

“De mayor relevancia me parece el hecho de que, en ninguna de las imágenes percibo en su expresión, ni en sus movimientos, atisbo alguno de oposición, rechazo, disgusto, asco, repugnancia, negativa, incomodidad, sufrimiento, dolor, miedo, descontento, desconcierto o cualquier otro sentimiento similar”.

Y añade: “La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida y, precisamente por eso, incompatible a mi juicio con cualquier sentimiento de miedo, temor, rechazo o negativa”. Por ello, por la falta de violencia, no se ha considerado una violación, sino una agresión.

Una víctima convertida en culpable

Durante todo el proceso de investigación y de juicio, la defensa de La Manada ha tenido claro cual era su camino a seguir: intentar demostrar que las relaciones sexuales fueron consentidas. Que la víctima, no lo era. Que los miembros del grupo agresor, eran inocentes.

Por ello, asistimos a una campaña de criminalización de la joven. Se puso en duda la agresión o la violación, otros criticaron que una joven de 18 años anduviera sola por la noche en un lugar de fiesta. Incluso se espió a la mujer para ver cómo era su vida después de la agresión y ver si era o no una mujer traumada.

Pero las expresiones más duras vinieron del abogado de La Manada, unos argumentos que se asemejen, y mucho, a los que presenta este magistrado en su voto particular para absolverlos.

El abogado de tres de los miembros de ‘La Manada’, Agustín Martínez Becerra, ha intentado mostrar a la joven como una persona dispuesta a relaciones en grupo, como una “líder del pelotón” y como una mujer capaz de denunciar sólo porque sabía que la habían grabado y eso no le gustaba aunque había disfrutado.

Juicio paralelo a la víctima

Durante el juicio, el Tribunal se ha centrado en salvaguardar la imagen y la identidad de la víctima y medios de comunicación apostaron por hacer los mismo con los miembros de ‘La Manada’ pixelanado los rostros en las pocas imágenes que hay de ellos.

“Yo chillaría, que era un portal”, “una chica decide darse un homenaje voluntariamente con cinco tíos, pero después se arrepiente”, “no hay lesiones, ni agresión, no violencia”… son sólo algunos de los mensajes que se han podido leer en las redes sociales acusando directamente a la víctima de la supuesta violación.