Al jefe del Ejecutivo le encanta dialogar siempre que el interlocutor de turno no oponga resistencia, diga “sí, quiero” a todo o lleve una mordaza en la boca. En la primera rueda de prensa que ha dado este hombre, desde que llegó al podio, quiere seguir haciéndonos comulgar con ruedas de molino. Eso sí, el crecimiento es una realidad. Crece el déficit del Estado…

La Bolsa se hunde y la gente no flota. La UE nos pide que suba el IVA. Mientras, nuestra moral baja y baja escalones. En fin. Todo va bien, señor Almunia. La prima de riesgo sube, es decir, el tipo de interés de la deuda pública ante la desconfianza de los inversores o amos del dinero… Así que nuestra política económica y los ciudadanos progresan adecuadamente y con las inmejorables perspectivas de un futuro cada vez más oscuro. Menudo marrón.

Por cierto, el gran PP de los trabajadores, parados y pensionistas no quiere ninguna investigación sobre la honesta y transparente tarea del Goliat financiero Bankia y de sus distinguidos dirigentes. A esta entidad, caída en acto de servicio por Dios y por España con un golpe de piedra en la frente, debemos salvarla para que sus nuevos gestores se lucren también en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Pardo.

La querida derecha extrema privatizará empresas públicas con objeto de recaudar miles de millones. Es preciso regalar mucha tela marinera a los cuatreros de la filial del Banco  Financiero y de Ahorros para que se hagan buenos trajes… Una buena inyección de dinero público por vía intravenosa, además de lo ya inyectado, que no será preciso devolver porque no es un préstamo. Suponemos que Goirigolzarri da las muchas gracias al Gobierno y a la sufrida y ajustada población de imbéciles anónimos.

Los gestores fueron un despropósito, pero la nueva dirección de Bankia no va a depurar responsabilidades. Los lujosos profesionales del hurto toman el dinero, corren y huyen por la puerta de atrás. La salida de los bribones de alta graduación. No, no comparecen ante una Justicia discutible y en entredicho, con un presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, el querellado Carlos Dívar, que viajó veinte veces a Marbella hospedándose en hoteles de lujo por simple placer y a cargo del erario.

Don Rodrigo, el último jefe godo, cayó en la batalla de Bankia y pasó un mal rato el pobre después de estar divinamente. Esta institución, conquistada por Goirilgozarri, pretende recuperar el músculo económico perdido y ser rentable. Rentabilidad para el nuevo equipo gestor y los accionistas. No olviden aquello de “socializar las pérdidas y privatizar los beneficios”. ¿Ajuste de plantilla y oficinas? Lo que haga falta. Lo único importante es lograr el peso de una franquicia excelente que siempre lo será.

El numeroso grupo de imbéciles anónimos traga las continuas estafas y saborea las hieles de la precariedad y la quiebra impuestas por los populares y por las altas cumbres. Ésta es la irresponsable responsabilidad de tantos tragaldabas. O sea, que los contribuyentes siguen alimentando su propia ruina y a sus depredadores. Y todos tan felices comiendo perdices… o mendrugos.

Los reyes de la austeridad, del sacrificio, del ahorro y de los recortes sólo aplican ese ungüento a los tontos de esta película titulada La historia interminable de la recesión. Unos apechugan y los señores y las señoras importantes gozan en el marco de una crisis de ética fundamentalmente. Ilustres asesores, altos cargos, personal de confianza, enchufados, por la fuerza superior de unos dedos o por la gracia que otorgan las democráticas urnas, y forajidos de elevado “standing”.

Ya ven. Se declara la guerra a los “gorrillas”. Pero no se declara la guerra a los que están en plena cruzada contra nosotros con sus medidas antisociales. Ni a los desvalijadores que nos despluman diariamente. Normal. Son mucho más peligrosos unos aparcacoches irregulares o los manteros que los granujas de alto rango. Por todo lo dicho y por tu inmensa gloria te alabamos, señor presidente.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos