En el artículo anterior hablábamos de no hacer reproches ahora por parte de quienes votaron a Zapatero. Los que no le apoyaron pueden seguir diciendo lo que quieran. Pero los votantes socialistas, indecisos actualmente, se deben inclinar a favor de Rubalcaba o si no estarán contribuyendo a ponerle a Rajoy una alfombra azul desde Génova hacia La Moncloa.

Naturalmente, son necesarios algunos giros del grupo socialista en el programa electoral para convencer a una desmoralizada afición y para que haya más fuerza cada día con el fin de neutralizar la crónica altivez de los populares y de su caverna mediática.

Recuperar y apuntalar las señas de identidad de la izquierda es algo imprescindible. Salir de la crisis de una manera modernizadora y bajo el signo socialdemócrata. En esa lucha se sitúa Rubalcaba con la venia de la autoridad competente. Y no es cuestión de evocar las “medidas difíciles” tomadas por el Ejecutivo de Zapatero. Hay que centrarse en la complicada situación de hoy y apretar los puños.

La movilización y la ofensiva, según el ex presidente Felipe González, tienen que seguir su camino sin pausa e intentando meter más goles que la charanga del tío Mariano. Los indecisos no pueden permitir tranquilamente que los populares hagan de las suyas.

El PP lamenta con su hipocresía los recortes o los ajustes de Rodríguez Zapatero. La derecha extrema tiene unas tijeras de superior calibre y un buen mazo con el que arrear a los de siempre. Más que nadie rinde culto a los que pisan habitualmente el podio.

Frente a ello debe posicionarse Pérez Rubalcaba. Por eso quiere blindar la política de educación y sanidad, pensiones y dependencia, además de superar la crisis y seguir avanzando socialmente a pesar de las fuerzas reaccionarias que lo invaden todo.

Esa tarea incluye despejar incertidumbres, la modernización de toda la administración pública, mejorando funciones y objetivos, o un reparto equilibrado de las cargas tributarias, el impuesto a las grandes fortunas y a los bancos, así como un gran pacto por el empleo con los agentes sociales, las comunidades y los partidos. La austeridad y la lucha contra el déficit no deberían diluir el crecimiento y la creación de puestos de trabajo.

Rubalcaba no se va a dejar ganar y tiene que seducir a los 3’5 millones de personas que apoyaron al PSOE. Si ya el Estado de Bienestar luce sus goteras, los recortes del PP prometen mil y un aguaceros. En las comunidades donde gobierna, las restricciones van a ir amplificándose en perjuicio de la ciudadanía. A partir del 20-N se abrirá la veda de caza y más aún si la charanga de Rajoy sale victoriosa del choque.

Los derechos y las prestaciones sociales, ya de de por sí en la enfermería, se desvanecen con los gobiernos autonómicos del partido que aspira a gobernar el país o a mandar en él para ser más exactos. Los recursos en la sanidad y en la enseñanza pública flaquean, las privatizaciones no perderán pulso, los sueldos de los altos cargos ascienden por obra y gracia de Cospedal, entre otras heroicas hazañas, y el Gobierno de Baleares se sube el importe de sus nóminas o elimina las ayudas a los sindicatos.

Así que votemos a la cavernaria derecha extrema, disfrazada de modernidad, y a vivir. El paisaje está clarísimo. Rubalcaba o la charanga del tío Mariano. Ustedes eligen.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos