A partir de ahora las empresas podrán rebajar el salario a los trabajadores menos productivos. Pero, ¿quién medirá su rendimiento?, ¿se les subirá el sueldo a los que más rinden? Parece que todo quedará a la voluntad de los empresarios, por lo que parece razonable pensar que la mayoría abusará de su posición de privilegio.
Todo esto llega en un momento en el que la tibieza, debilidad y falta de respuesta de los sindicatos es una evidencia, y su ingenuidad les llega a pensar que aún pueden conseguir mediante el diálogo la atenuación de las consecuencias de la reforma laboral. Pero la realidad es que la situación de desprotección de los trabajadores es total, y no existen visos de tener solución. Por mucho menos los sindicatos le hicieron una huelga general a Zapatero, pero ahora se sienten acobardados ante la prepotencia de la derecha, y temen perder algunos de sus privilegios.
Si hace 30 años se hubiese sugerido una reforma laboral de tal calado las calles estarían ardiendo y llenas de indignación. Pero los tiempos han cambiado, las nuevas generaciones tienen otras prioridades y su capacidad de lucha es mínima, hasta el punto de que su asistencia a las manifestaciones anunciadas dependerá del tiempo que haga y de que no tengan otra cosa más importante que hacer. Triste pero cierto.
Asistimos impasibles a un cambio de ciclo, en donde las tesis neoliberales se imponen, y los trabajadores, muy devaluados, cotizan a la baja. Ha comenzado el tiempo de las rebajas, no precisamente de temporada, en una época en la que los mileuristas ya se han convertido en unos privilegiados. Y nos coge a todos dormidos, y sin capacidad de reacción. Pero, ¿hasta cuándo vamos a soportar esta humillación?. Al menos espero que las canas salgan a la calle, para dar ejemplo.
Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA