Pero esta es fecha también de denuncia y no podemos dejar de decir que estamos en el país líder en detenciones ilegales y desapariciones forzadas aún sin resolver. España aún tiene más de 113.000 desaparecidos, tan desaparecidos y tan asesinados como aquellos indios y sudacas, tirados por cunetas y barrancos castellanos, andaluces o valencianos sin contar los más de 30.000 niños robados que también son desaparecidos a los que además robaron su identidad.
Esta es la gran deuda que todos tenemos no sólo con las víctimas asesinadas y aún desaparecidas, sino con decenas de miles de muertos en vida, hermanos e hijos (padres, madres y viudas apenas quedan ya) que según los tratados internacionales también son víctimas vivas a las que se les debe Justicia y Reparación.
Es de hipócritas proclamar el dolor y apoyo total a las 900 víctimas recientes de ETA, hacer manifestaciones por los familiares de niños y jóvenes desaparecidos, dolor que no es humano dejar de entender y compartir, y negar el mismo trato a decenas de miles de antiguas víctimas que pasaron por el mismo trance y que a fuerza de verlos todos los días hemos convertido en víctimas de exclusión e invisibilidad, llegando al cinismo de condenar al único juez que intentó poner la Justicia a su servicio.
En fechas como esta, España queda aún más en entredicho. El prestigio de nuestra Justicia está por los suelos por este asunto, pero el cinismo social aumenta a medida que se vuelve a generalizar el “ahora no toca”. Sí toca, y más que nunca, apoyar a miles de ancianos a encontrar la paz que se procura para otros; no podemos seguir siendo la isla donde no impera la legislación internacional de los derechos humanos mientras presumimos de modernidad y democracia, incluso de cierto izquierdismo, dejando morir sin reparación a víctimas inocentes que también son nuestras víctimas.
Matías Alonso Blasco es coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica (Fundació Societat i Progrés)