Por ello se impone la urgente necesidad de implantar nuevos modelos económicos. Modelos que se basen en la productividad y no en la especulación. La especulación enriquece a unos pocos, pero empobrece al resto de los mortales. Más que en el 20-N, hay que pensar en el futuro de nuestra sociedad, de una sociedad que progrese en el bienestar social, como lo fue en etapas en las que el predominio político no fue neoliberal. Lo que tenemos de construcción europea, lo que entendemos por una sociedad occidental, iba por muy buen camino hasta que llegó el neoliberalismo thatcheriano. Europa se paralizó, y con ello se tambalea el estado del bienestar y del progreso. Se paralizaron los conceptos de solidaridad, de cohesión, y de desarrollo sostenible. Es verdad que el neoliberalismo produce índices de crecimiento rápido, visible a corto plazo, pero nada sostenible. Y además favorece la corrupción.

Por tanto, el punto de partida, en España y en Europa es sentar las bases para ir introduciendo ese cambio. Se trata de crear una corriente de opinión y unos líderes con voluntad política de llevarlo a cabo. Cambio que tiene que venir por dos principios fundamentales: El control del sistema financiero y una reforma fiscal progresiva en profundidad. Seguiremos.

Julio García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com