En estos días en los que tan en boga está Irán en la política española, quizá no venga mal hablar de unos personajes no muy conocidos, pero curiosísimos a nivel histórico. Los persas que vinieron a España.

“Los caballeros persianos” como se les llamaba en algunos documentos se remontan al siglo XV cuando en el reinado de Enrique III de Castilla advertimos la presencia de un diplomático uzbeco llamado Mohamat Alcagi (aunque quizá su nombre fuese una castellanización de “Al Quazi” o “Al Kesh”). Este caballero chagatai fue el que acompañó en su regreso al embajador Rui González de Clavijo a la corte del gran Tamerlán.

El primer embajador conocido de tierras persas fue Mohamat Al Kesh representante del gran Tamerlán en la castilla de Enrique III el Doliente
El primer embajador conocido de tierras persas fue Mohamat Al Kesh representante del gran Tamerlán en la castilla de Enrique III el Doliente.

No menos apasionante fue otra comitiva que en julio de 1599 partió de Persia a España. Para ello hay que entender que enclaves a medio camino entre oriente y occidente como la isla de Ormuz se habían vuelto indispensables para la geopolítica, como bien sabían portugueses y venecianos. Precisamente en 1580, Felipe II fusionó la corona portuguesa y española ganando para sí todos esos los territorios lusos en oriente.
Paralelamente, en 1588 subió al trono persa el sha Abbas I quien advirtió en los europeos un posible buen aliado contra un enemigo común. Los turcos. Es precisamente en ese juego diplomático, cuando Abbas I envió su embajada capitaneada por los hermanos ingleses Anthony y Robert Shirley y el noble persa Husayn Ali Bec.
 
Husayn Ali Bec capitaneó la embajada persa que entre 1599 y 1602 recorrió las principales cortes europeas

Husayn Ali Bec capitaneó la embajada persa que entre 1599 y 1602 recorrió las principales cortes europeas.

La comitiva estaba destinada a recorrer la práctica totalidad de Europa visitando Moscú, Alemania, Polonia, Francia, Venecia, Roma, Inglaterra, Escocia, España y Portugal y aunque finalmente no alcanzaron todos los países, si llegaron a España donde recalaron en Barcelona el 18 de julio de 1601. Desde allí pasaron a Zaragoza para arribar a Valladolid el 13 de agosto. En la ciudad del Pisuerga permanecieron dos meses, pues es donde se encontraba la corte, continuando el 11 de octubre hacia Segovia, El Escorial, Madrid, Aranjuez, Toledo, Mérida y Lisboa.
Sin embargo, el resultado de tal viaje no fue el esperado. Felipe III mostró un tibio apoyo a los persas y siempre condicionado por lo que decidiese el Papa. Por otro lado, buena parte de la comitiva se convirtió al cristianismo.
 

La llegada de los persas a España coincidió con el traslado de la corte a Valladolid

La llegada de los persas a España coincidió con el traslado de la corte a Valladolid.

El secretario y el sobrino del embajador, Uruch Bec y Alí Qulí Bec, fueron bautizados en Valladolid como Juan y Felipe de Persia y apadrinados por los mismísimos reyes Felipe III y su esposa Margarita de Austria, igualmente en el Escorial se cristianizó a Boniat Bec bajo el nombre de Diego de Persia. Estas conversiones estuvieron rodeadas de prodigios como la aparición de una blanca paloma que animó a Boniat Bec a dar el paso pero también de suculentas prebendas:
“nos mandó con su cristiana y real mano señalar a cada uno mil y doscientos escudos de renta cada año, mandándonos dar con que poner casa y se nos diese aposento en su corte y otras muchas mercedes”.
Y aunque a nivel político parece una decisión fácil de tomar, esta conversión escondía un drama humano digno de la más sentida pieza teatral. Uruch Bec, por entonces conocido como Juan de Persia, se había hecho cristiano, pero su mujer y su hijo aún vivían en Persia. Todo su afán era traerlos pero ¿cómo? La única forma de regresar era viajar con Husayn Ali Bec y este se había propuesto matar a Juan de Persia por su conversión al cristianismo.

Todo el periplo de aquellos persas aparece reflejado en el libro escrito por Juan de Persia en 1604
Todo el periplo de aquellos persas aparece reflejado en el libro escrito por Juan de Persia en 1604

Todo el periplo de aquellos persas aparece reflejado en el libro escrito por Juan de Persia en 1604.

No fueron vanas amenazas pues se desarticuló un intento de asesinato a manos de un esclavo turco de las galeras del Marqués de Santa Cruz. Lo sabemos gracias al libro que en 1604 Juan de Persia escribió mano a mano con el licenciado Alfonso Remón donde este diplomático acaba acorralado entre Dios y su familia. Esta coyuntura concluye en las últimas líneas de este modo:
“Estoy tan contento con ser cristiano, que se ha borrado de mi memoria, cualquier sentimiento, que me podía causar el apartarme para siempre de mi mujer, hijo, patria y hacienda. A él se le den las gracias, pues como dijo Job; suyo es todo y de él viene todo, que vive en los siglos de los siglos. Amén.”
Apenas un año más tarde de escribir estas líneas Juan de Persia murió apuñalado en las calles de Valladolid. Dejando para la posteridad el enigma de su muerte y lo complejo de su decisión.