El pasado 3 de abril, el Metropolitan de Nueva York inauguraba una exposición dedicada a Juan de Pareja, el pintor esclavizado por Velázquez, que más allá de hablarnos de cuánto hay de genio y cuánto de taller en la obra del insigne sevillano, nos habla de un sector de la población olvidado por la historia oficial: los afrohispanos.

No les llamaremos negros, ni esclavos porque no seríamos precisos con el uso del lenguaje, porque negros también hubo en Oceanía y esclavos los hubo hasta en las guerras carlistas (por no hablar de las irregularidades laborales que algunos desalmados llevan a cabo en nuestros días). Por ello, nos ocuparemos de aquellos españoles cuyos orígenes africanos les hicieron vivir las situaciones más extraordinarias que pudiéramos imaginar y que, desde luego, son dignas de ser inmortalizadas en los libros de historia.

Juan de Pareja

Como la mayoría de nuestros protagonistas aún carece de una biografía definitiva y aunque su figura no ha estado olvidada, se ha rodeado de multitud de leyendas apareciendo incluso en los famosos pliegos de cordel y alguna que otra novela.

Por ello la exposición de Nueva York resulta clave para conocer las circunstancias vitales de este antequerano nacido hacia 1606 (aunque otros especialistas se inclinan por 1610). Se sabe que durante 20 años sirvió como esclavo a Velázquez y teniendo en cuenta que fue liberado en el 23 de noviembre de 1650 es fácil pensar que trabajó con el pintor sevillano desde los 24 a los 44 años, y aunque con esa edad fue liberado la carta de manumisión exigía que aun así Pareja continuase 5 años más trabajando para Velázquez (para que luego digan que lo de los falsos autónomos es de ahora…).

Sea como fuere el año de 1650 fue determinante en la historia de Pareja pues antes de que Velázquez retratase al papa Inocencio X, le retrató a él, inmortalizando su efigie para pasmo de los académicos romanos que se admiraron tanto del realismo del pintor como de la dignidad del retratado.

Juan de Pareja retratado por su amo Diego Velázquez.

Juan de Pareja retratado por su amo Diego Velázquez.

Estebanico el Negro

Si Juan de Pareja está alcanzando la fama en estos días en el continente americano bien podríamos decir que siglos antes la logró Esteban de Dorantes o más conocido en la historia como Estebanico el Negro. Como otros tantos esclavos el nombre real de este protagonista de la historia nos es desconocido. El apellido “de Dorantes” tan solo alude a uno de sus propietarios, el salmantino Andrés Dorantes de Carranza, que al igual que Estebanico fue uno de los pocos supervivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez.

Desde entonces su vida fue un continuo batallar por la supervivencia, participando en hazañas como el viaje de Alvar Núñez Cabeza de Vaca por la actual Norteamérica haciéndole como ya expusimos en El Plural, el primer afroamericano de la historia

Recreación de Estebanico realizada por el autor

Recreación de Estebanico realizada por el autor.

Juan Latino

Quizá el menos desconocido de todos los afrohispanos es Juan de Sessa o Juan Latino, su apellido lo pone en relación con el duque de Sessa y lo de Latino con su oficio, profesor de latín, y digo que su historia no es tan desconocida porque incluso saltó a la novela ya en el siglo XIX gracias al dramaturgo Vicente Rodríguez de Arellano.

Verdaderamente tuvo una biografía de novela, como hijo de esclava etíope nació con tal estatus (recordemos que tradicionalmente la esclavitud se transmitía por vía materna) y en tal condición sirvió de paje al hijo del duque de Sessa a quien acompañaba en su vida estudiantil. Su ingenio fue tan grande que aun sin poder asistir a las aulas dio buena muestra del dominio del latín y así pasado el tiempo frecuentó tales ambientes humanistas que alcanzó el rango de bachiller y a la postre doctor en artes siendo el primer profesor universitario de origen africano en la historia de España y posiblemente del mundo.

Su dominio de los clásicos le hizo estrechar amistad con san Juan de la Cruz y Diego Hurtado de Mendoza y conseguir la admiración de Lope y Cervantes.

Emilio Bualé representando a Juan Latino en el documental La esclavitud borrada, dirigido y producido por Álvaro Begines

Emilio Bualé representando a Juan Latino en el documental La esclavitud borrada, dirigido y producido por Álvaro Begines.

José Carlos de Borbón

El tratamiento hacia los “negros” varió a lo largo de los siglos y si la primera imagen que nos podría venir a la mente son duros trabajos físicos, también había una esclavitud no menos denigrante pero más sorprendente si cabe, y es la de convertirse en elementos exóticos dentro de palacio, donde desde tiempos de los Austrias vivían en una categoría similar a los bufones y que llegados los borbones se sofisticó existiendo un cargo palatino llamado “Director y Maestro de los negros del Rey” algo que nos podría hacer pensar en cierta benevolencia por parte del monarca, pero en realidad como bien apunta José Moreno Villa (Director del Archivo de Palacio) esa educación a los negros y bufones habría que entenderlo como “cariño como del amo al perro por su lealtad”.

Muestra de ello es que los “negros del rey” tomaban el apellido de su amo y así encontramos a José Carlos de Borbón, un pintor esclavo de Carlos III y del que el Museo del Prado tiene obra suficiente como para hacer una interesante exposición, ahí queda la idea…

Paisaje pintado por José Carlos de Borbón, el esclavo del rey

Paisaje pintado por José Carlos de Borbón, el esclavo del rey.

María de la Luz

En esa misma línea de “los negros de palacio” parece enclavarse la historia de nuestra siguiente protagonista, María de la Luz, una niña hija de esclavos adoptada por María Teresa de Silva, duquesa de Alba para más señas.

Por todos era conocido en ese siglo XVIII que esta aristócrata no podía concebir y en buena medida podría explicar el maternal gesto con la que Goya la retrató en el llamado cuaderno de Sanlúcar hacia 1794.

Se sabe que esta niña, al igual que Luis, un niño hijo de su mayordomo Tomás de Berganza, fue querida por la duquesa y así lo evidencia la generosa herencia que le dejó (incluida una renta vitalicia) pero también invita a reflexionar la carta de liberación que de María de la Luz hizo la duquesa en 1796 argumentando que el principal motivo era “como rasgo de generosidad y grandeza”.
María de la Luz en brazos de la duquesa de Alba retratadas por Goya

María de la Luz en brazos de la duquesa de Alba retratadas por Goya.