El año 2023 será la piedra de toque de Yolanda Díaz como aspirante a presidenta. Desde que el exvicepresidente y exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias, le cediera el cetro, la ministra de Trabajo fragua a fuego lento su proyecto político. Sumar, un retoño nacido de la disputa con la formación morada y que dará sus primeros pasos en las próximas elecciones generales. Bien por evitar quemarse antes de tiempo o porque este nuevo ente político aún no está listo, Díaz no concurrirá a las elecciones autonómicas y municipales. Su objetivo sigue siendo la carrera por la Moncloa y, a lo largo de los próximos meses, el proceso de escucha irá sentando los mimbres del nuevo partido que comandará las huestes del espacio a la izquierda del PSOE.

El principal obstáculo a salvar es, precisamente, el partido que le llevó al Gobierno de España: Podemos. Al dejar la política, Iglesias legó una suerte de bicefalia, con Díaz al mano de la acción en el Ejecutivo e Ione Belarra en el plano orgánico. La candidata sería la gallega, pero siempre tutelada por la cúpula del partido, donde aún permanecen los últimos vestigios de lo que otrora se atinó a llamar pablismo, con Irene Montero y Pablo Echenique como principales valedores. Yolanda Díaz no tardó en desmarcarse y todos los ojos de las formaciones que conforman el espacio confederal aguardaban sus órdenes. Iglesias pretendía marcar el compás desde su podcast, pero la ministra de Trabajo rompió la baraja dando el pistoletazo de salida un 8 de julio: “Sumar va de esperanzas. De las cosas del comer y del soñar”, entonó ante más de 5.000 personas en una calurosa tarde de verano que revitalizó el ánimo de la izquierda. Desde entonces, recorre España con actos de escucha para “pensar el país que queremos para la próxima década”. Una mirada a largo a plazo que inquieta a los morados.

Podemos espera que Díaz se presente como candidata y convoque primarias para hilvanar las listas a las generales

Podemos quiere certezas y las quiere ya. Lo primero, anhelan que Díaz se presente como su candidata cuanto antes. Acto seguido, esperan que sitúe a Podemos en el corazón de Sumar. Los morados entienden que desmantelar lo logrado hasta la fecha conllevaría una pérdida inasumible, por lo que insisten en ser la columna vertebral. De hecho, en el último Consejo Ciudadano Estatal, Belarra pidió celebrar primarias. La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 cedería la cabeza de cartel a su compañera, Díaz, pero considera que las candidaturas de la coalición debieran armarse con primarias.

Una coalición a codazos

Podemos pide ser el eje, pero ante la negativa de Díaz, cuya estrategia pasa por armar un nuevo ente político, exigen respeto. En la Uni de otoño celebrada por el partido morado, el exlíder, Pablo Iglesias, garantizó que serían generosos a la hora de integrarse en Sumar, pero pidió “respeto”. Su voz no fue la única que se alzó con ese mensaje, que por cierto, la gallega no escuchó en directo porque no acudió al cónclave.

Izquierda Unida celebró una semana después un macroevento con el que exhibió músculo y pidió paso. “Somos la organización con mayor presencia municipalista”, exhortó Sira Rego en la víspera del acto. Rego fijó sus cartas de navegación para los próximos meses: ya que Sumar no llega a tiempo y que la marca Unidas Podemos se da por amortizada, IU cerrará acuerdos puntuales con las fuerzas progresistas territorio a territorio y con el programa por delante. Apuestan por la unidad, sí, pero reivindicando una posición de predominante dado que es la organización con mayor arraigo municipal: “Presentaremos nuestro programa marco de elecciones municipales y autonómicas conscientes de que somos la organización, dentro del espacio de la izquierda transformadora, con más presencia municipalista. Aportamos prácticamente 2.000 concejales y casi 200 alcaldes, una cifra mayoritaria”, razonó Rego.

Izquierda Unida espera que Díaz no haga campaña en los territorios donde no haya lista unitaria

Teléfono escacharrado

El fuego cruzado entre Podemos, IU y Sumar ha sangrado la comunicación interna del espacio confederal. Las interlocuciones entre las familias que componen Unidas Podemos ha mutado en una suerte de teléfono escacharrado donde por h o por b la información no fluye como debiera. El ambiente está tan enrarecido que incluso dirigentes admiten que omiten información para evitar filtraciones. Fallas comunicativas internas que denotan falta de confianza y que han dejado su sello en las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado 2023, en el intento frustrado por renovar el CGPJ y, el último episodio, la reforma del delito de sedición.

El presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos, Jaume Asens, sorprendió a los suyos cuando anunció la reforma del delito de sedición, sustituido por uno de desórdenes públicos agravados. Él mismo admitió que ocultó los detalles a Podemos para evitar filtraciones: “Podemos no estaba informado de los detalles de la negociación, pero tampoco Izquierda Unida y Comunes. Los detalles los conocía muy poca gente por una cuestión de discreción, para evitar filtraciones. Sabían que se estaba negociando. Sí había esa información, pero no el detalle”.

Y no es el único ejemplo que evidencia las fallas comunicativas. Tras celebrar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, el portavoz parlamentario, Pablo Echenique, acusó al PSOE de haberles engañado con las partidas para Defensa. Sin embargo, desde el ala socialista de Moncloa garantizan que el equipo negociador de los morados conocían todos y cada uno de los detalles. El grueso de las conversaciones lo pilotó el equipo económico de Podemos, con Nacho Álvarez al frente, con el beneplácito de Josep Vendrell, jefe de Gabinete de Yolanda Díaz, y la supervisión de la propia ministra de Trabajo.

Las fuerzas que conforman Unidas Podemos se dan hasta finales de enero para cerrar acuerdos

En algún momento, la comunicación entre la mesa negociadora de los Presupuestos que comandó la guardia pretoriana de Díaz y Podemos falló. Un error que se repitió durante las negociaciones para renovar el CGPJ. Cuando Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se dieron un último intento para desbloquear el órgano caducado, los morados exigían su cuota y negociaban un candidato o candidata. Una vez más, las diferencias afloraron. De un lado, el núcleo duro afín a Pablo Iglesias con Ione Belarra, Irene Montero y Pablo Echenique al frente. Del otro, Yolanda Díaz, Joan Subirats y Enrique Santiago. Unos supeditaban su apoyo a la designación de Vicky Rosell para el CGPJ, mientras los otros, abogaban por perfiles menos politizados como Joaquín Urias para no consumir la legislatura sin renovar el órgano de Gobierno de los jueces. Los diferentes sectores de Podemos pactaron no revelar sus nombres hasta que el acuerdo se concretara para así evitar vetos de Génova. No obstante, el nombre de la actual delegada del Gobierno contra la Violencia de Género no tardó en filtrarse. En una rueda de prensa en el Congreso, Echenique censuró en “la cacería” del PP contra Rosell, a la que "ya intentaron destruir con un juez corrupto que ya está en la cárcel”. “No tiene sentido que Vicky Rosell no pueda ser vocal”, abundó, recordando que “el CGPJ no es un órgano jurisdiccional, no imparte sentencias; sino que es un órgano político de gobierno de los jueces”. Además, “es un insulto a la inteligencia que el PP, que ha mantenido secuestrado el CGPJ y pretendía controlar la Sala Segunda del Tribunal Supremo por detrás, hable de despolitizar la Justicia. Todos los candidatos van a tener un fuerte e intenso perfil político”. En sintonía con él, Irene Montero, quien aseguró que no iban a “tolerar” el veto de Génova a Rosell y llevarían “hasta las últimas consecuencias” su candidatura porque es “la mejor candidata”. Diametralmente opuesta fue la posición de Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo y líder de Sumar mantuvo mutismo absoluto hasta que, durante unas jornadas sobre la reforma laboral, la prensa se interesó por su opinión: “Se está negociando y no van a tener de mí nada más que discreción”.

Sumar no estará en las elecciones autonómicas y municipales, pero Díaz jugará un papel clave. Las candidaturas ya se están hilvanando y la gallega se mantiene al margen, pero su mano izquierda hará falta en aquellos lugares donde la unidad esté en jaque. Según fuentes, las distintas fuerzas se dan hasta finales de enero para cerrar acuerdos. Hay lugares donde ya están rubricados, como en Madrid o Extremadura; y otros donde la tarea se antoja ardua, como en Canarias, donde Alberto Rodríguez ya ha anunciado que será candidato de Proyecto Drago. Además, según fuentes de IU, solicitarán formalmente a Díaz que no haga campaña en aquellos lugares donde tenga que decantarse por alguna de las fuerzas porque no se haya llegado a una candidatura unificada.