Vox llega a esta campaña electoral con el viento a favor y el ánimo de sus seguidores en plena ola de optimismo gracias al buen resultado que le vaticinan todas las encuestas para el próximo 10-N. La formación se maneja con soltura en los dos ejes que ha convertido en pilares de su precampaña: la violencia en Cataluña de sectores independentistas tras la sentencia del 'procés' y las críticas al Gobierno por la exhumación de Franco.

El partido liderado por Santiago Abascal aspira en estas elecciones a aumentar su representación en el Congreso apoyándose en todas las encuestas que, excepto la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), pronostican para Vox un aumento considerable de escaños superando a Ciudadanos e incluso a Unidas Podemos.

Pese a ello, desde el partido oficialmente llaman a la calma tratando de evitar la misma situación que se produjo tras el 28-A, cuando pese a lograr entrar por primera vez en el Congreso con 24 diputados no alcanzaron los resultados que apuntaban los sondeos y se generó una sensación de cierta decepción.

"No nos fijamos mucho en las encuestas, pero sí que advertimos una tendencia al crecimiento", ha reconocido Abascal durante la última semana señalando la "gran afluencia" que han tenido los actos con los que desde hace un mes está recorriendo toda España. "Aunque sabemos que llenar mítines no implica tener el mejor resultado", reconoce a continuación evocando la experiencia de las anteriores generales.

Críticas a todos 

La violencia generada en Cataluña tras la sentencia del 'procés' es el hilo central con el que Vox llega a esta campaña, exigiendo al Gobierno medidas contundentes que se materializan en la suspensión de la autonomía catalana "durante el tiempo que sea necesario" para recuperar el orden constitucional y la detención del presidente de la Generalitat, Quim Torra, mediante una querella de la Abogacía del Estado.

Abascal califica la situación de Cataluña de "emergencia nacional" y acusa a todos los demás partidos de haber sido tibios en su trato con el nacionalismo durante los últimos años e incluso en el último periodo de desafío independentista. Pero las críticas de Vox llegan también al Tribunal Supremo, a cuyos magistrados han llegado a acusar de haber prevaricado en la sentencia del 'procés'.

El otro eje que ha marcado la precampaña de Vox ha sido la exhumación de Franco. Inicialmente el partido se limitaba a criticar que se pudieran trasladar unos restos sin el consentimiento de la familia y acusaba al Gobierno de "abrir viejas heridas del pasado" que, a su juicio, quedaron ya cerradas en la Transición.

Sin embargo, el tono de las críticas subió el mismo día de la exhumación del dictador del Valle de los Caídos, cuando Abascal se dirigió a Sánchez con el término de "carroñero de La Moncloa", que ya se ha convertido en un habitual en todas sus intervenciones públicas para desacreditar al presidente en funciones. Y acusa al PSOE de querer ir más allá con este movimiento y buscar incluso una "deslegitimación" de la Corona.

Confianza en el debate 'a cinco'

Durante esta campaña, Vox intentará consolidar los votos que ya obtuvo en los últimos comicios y aumentar su representación defendiendo que optar por el PP solo servirá para mantener a Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa. "Hay un tricentrito en marcha", avisa reiteradamente Abascal señalando a un "presumible" pacto postelectoral de PSOE, PP y Ciudadanos.

El partido ha organizado tres campañas simultáneas para llegar a todas las circunscripciones. Las 'caravanas' están en marcha desde hace ya un mes y las lideran el propio Abascal; el que ha sido portavoz parlamentario durante la legislatura fallida, Iván Espinosa de los Monteros; y el secretario general, Javier Ortega-Smith.

Vox confía además en el papel que haga su líder en el debate de candidatos previsto para el próximo lunes. Este será el primer debate electoral en el que pueda participar Abascal, cuya presencia fue vetada en abril debido a que Vox era aún un partido extraparlamentario.