Montar un buen lío
Lo que montó un buen lío, desde luego, fueron precisamente estas palabras del líder popular, que desde FAES continúa marcando buena parte de la política del principal partido de la oposición. Tanto que la prensa internacional también se hizo eco de estos comentarios. En el PP, sin embargo, lejos de rectificar, callaron o corrieron a apoyar a su presidente de honor.
Lo que argumentaron desde las filas conservadoras entonces fue que en Occidente se había admitido al tirano libio durante años, e incluso que se le había utilizado como tapón contra el terrorismo islamista. Era el mismo argumento de Aznar, que en la Universidad de Columbia había dicho que antes de 2003 Gadafi había apoyado el terrorismo y “era un desastre”, pero ese año, ante la invasión de Irak, “se puso a pensar: ‘si hay cambio de régimen en Irak, a lo mejor habrá cambio de régimen aquí, lo que quiere decir que me cambiarán a mí (por otro)’,” y rectificó su política”. Un argumento con el que se intentaba ocultar que a Gadafi no se le atacaba ahora por lo hecho en el pasado, sino porque en aquel preciso momento estaba bombardeando y asesinando a su propia población por pedir reformas políticas y sociales.
Cenas privadas y cacerías
¿Volverá a decir algo ahora el expresidente español en favor de Gadafi? Por ejemplo, ¿a lamentar su caída? ¿O quizás ahora lo que haga sea explicar en qué se basó aquel paso que dio el pasado mes de abril y que le convirtió en el único líder, o exlíder, político europeo que se empeñó en la defensa de Gadafi?
Así sabríamos quizá si lo hizo sólo por nostalgia, por defender su política exterior, ya que en 2003 Aznar y su entorno presumieron de que fuera el presidente español el primer líder occidental en visitar a Gadafi tras iniciarse la guerra de Irak. O si esas palabras tenían alguna otra justificación. Por ejemplo, si hablara el expresidente español, podríamos quizás enterarnos de qué hablaron el tirano libio y él en la cena privada que en 2007 sostuvieron en Sevilla dos días antes de que Gadafi comenzara su visita oficial. O de que hablaron su yerno, Alejandro Agag, y su íntimo amigo, Saif al Islam, el hijo de Gadafi durante la cacería con la que el primero obsequió al segundo el año pasado. Una cacería que tuvo lugar en la exclusiva finca de “El Rincón de los Cachos”, en la localidad madrileña de Aldea del Fresno, que cobra 8.000 euros por puesto, y en la que participaron un par de decenas de invitados.