Íñigo Errejón ha resucitado. O mejor dicho, le han ayudado a resucitar. El ex número dos de Pablo Iglesias fracasó en su intento de pilotar Podemos y tras Vistalegre II fue enviado a Madrid, donde acabaría desvinculándose de la formación morada para iniciar un nuevo camino. Se presentó a las elecciones del 10N con la marca Más País, dando así el salto a nivel nacional tras su experiencia autonómica con Más Madrid. Pero los comicios frenaron en seco sus aspiraciones. A pesar de los auspicios de las encuestas, la corpulencia de la bancada de Errejón quedó reducida a dos diputados (tres sumando el de Joan Baldoví de Compromís) disueltos en una sopa de letras llamada Grupo Plural junto a regionalistas e independentistas. Y cuando el jarro de agua fría parecía haber anquilosado su carrera política, la crisis del coronavirus le abrió una ventana de oportunidades impensable que ha sabido aprovechar y que le han situado en la órbita de los grandes líderes políticos con tan solo dos escaños y una formación limitada a la Comunidad de Madrid.

El líder de Más País siempre ha tenido clara su estrategia: transversalidad, discurso trabajado, propuestas y diálogo. En otras palabra, competencia virtuosa. Con Unidas Podemos en el Gobierno, Pablo Iglesias de vicepresidente y el patinazo en las elecciones generales; el proyecto de Errejón parecía condenado al fracaso (una vez más). Y llegó el coronavirus.

Para encarar la nueva legislatura tras las generales del 10N y con motivo de la multiplicidad de partidos que obtuvieron representación parlamentaria, doce diputados optaron por articular un Grupo Plural, diferenciado del Grupo Mixto. Esta bancada está formada por una amalgama de partidos de ámbito autonómico: ocho de JxCat, tres de Más País/Compromís y Néstor Rego, del BNG. Cada uno de ellos con sus propias propuestas y tiempos.

Errejón compartía coportavocía con los independentistas catalanes. Pero debido al confinamiento y con JxCat priorizando el tablero catalán, el ex morado ha contado con mucha más presencia y visibilidad en la Cámara Baja. Esto, sumado a sus trabajados discursos que han dejado más de un highlight, hicieron de Errejón uno de los líderes más seguidos y admirados durante la pandemia.

Sus propuestas han sido absorbidas por el Gobierno de coalición: alquileres, violencia de género, endurecimiento de la cuarentena, ingreso mínimo vital… Hasta el Plan Marshall del que tanto presume Pedro Sánchez fue citado en primer lugar por Errejón.

Una de las intervenciones que más eco tuvo tanto en prensa como en redes sociales fue su rapapolvo a un diputado de Ciudadanos durante el debate sobre la retirada de las medallas a torturadores franquistas. El parlamentario naranja aseguró que no era el momento para tratar esos temas porque los españoles no estaban pensando en esas cosas. Ante esto, Errejón tiró de tripas y recordó a su progenitor: “Mi padre, tenía 23 años, lo detuvo Billy el Niño y lo torturó. Militaba en el PCI, que luego se llamó el PTE, y usted no puede decir, ni usted ni el señor de Vox, que esto es molestar a los españoles. ¿Mi padre no es español? ¿Es menos español que usted?".

Pero no solo su elocuencia y estrategia le han permitido regresar a la primera línea. También el contexto. Con un Podemos plegado al PSOE en prácticamente todo (salvo en la marcha de Juan Carlos I, solo faltaba…) y sumido en vicisitudes judiciales y contra la prensa, con los socialistas pactando con Ciudadanos; el espacio electoral de Más Madrid aumentó.

A todo esto, hay que sumarle que su bebé, Más Madrid, parece la única oposición real al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Desde diversos sectores, también desde la izquierda, se ha reprochado a Ángel Gabilondo, portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, que prácticamente desapareciera y no criticara la mejorable gestión del PP en la capital.

Más Madrid ha liderado las denuncias contra la gestión de Ayuso en las residencias, capitanea las presiones para que Ayuso y José Luis Martínez-Almeida cesen en su intento de obstaculizar el Ingreso Mínimo Vital y hacen lo propio con la privatización de los rastreadores de coronavirus.