“Macarena, hoy me tienes que dejar darte un masaje en los pies cuando terminemos la etapa”. Son las 7:30 de la mañana en Portomarín, un pequeño pueblo junto a la orilla de un río Miño víctima de la sequía y dónde la expedición de peregrinos de Macarena Olona se dispone a emprender la segunda jornada del Camino de Santiago. Ante sí, 25 kilómetros hasta Palas de Rei. Casi nada. 

A pesar de la hora, hay quien, en vez de seguir durmiendo o pensar en cuándo va a terminar el sufrimiento de andar más de 20 kilómetros diarios en base a una leyenda religiosa, prefiere ayudar al prójimo. Eso debe ser el significado de la palabra generosidad. La excandidata de Vox en las elecciones de Andalucía acaba de salir del albergue Pasiño a Pasiño, donde, como una más, ha compartido entre ronquidos una incómoda litera con una veintena de caminantes. Ante el terapéutico ofrecimiento, contesta que ella “no sabe hacer masajes” pero que “los haría con amor”.

“Gracias a mí, aumentó la follabilidad de Macarena”

En esta segunda etapa, Olona continúa ofreciendo su versión más mística. No se sabe si por el contexto o porque está viviendo un lento proceso de resurrección. Y junto a ella, camina un variopinto grupo de peregrinos. Entre todos destacan los “Ángeles de Macarena”. Su escolta y su director creativo.

Ángel, su defensor, es un hombre fuerte. Con una dilatada experiencia en el campo de la seguridad de los políticos. De hecho, hace unos cuantos años hizo el sagrado recorrido desde Roncesvalles protegiendo a un político del PP amenazado por ETA. Esta vez, lo hace por voluntad propia. Sin embargo, vigila todo lo que pasa y no quita ojo a cualquier elemento que pueda disturbar el grupo.

El otro Ángel es el encargado de proteger la imagen pública de Macarena. Un curioso personaje que vino de Tánger con tres años junto a su familia. Con educación musulmana no practicante y autodefinido “antivox”. Sin embargo, ambos han forjado una fuerte conexión fácil de comprobar al verles interactuar. “Gracias a mí, aumentó su follabilidad”, confiesa entre risas.

Desde Sevilla viene Laura. Concretamente, desde la agrupación socialista de Triana, donde ejerce como secretaria de Igualdad. Superviviente del cáncer, Laura es una joven de 24 años que conoció a Macarena y se convirtió en su devota más fiel. La mira como quien mira a una imagen santificada. “Yo soy del PSOE, pero Macarena es amor”, confiesa emocionada al recordar todo lo que está viviendo en estos dos días.

Laura

 

También hay cargos orgánicos de Vox. Fernando Hernández, portavoz de su grupo en el Ayuntamiento madrileño de El Molar y Onofre Miralles, quien se convirtió en diputado de Vox en el Parlamento de Andalucía tras la abrupta salida de Olona. Hernández confiesa que nadie de Vox ha recibido presiones para no acudir a la perenigración. “Me han llamado muchos compañeros diciendo que les habría encantado venir”. ¡Qué español es el uso de ese condicional!

Fernando

En el camino también se encuentra Santi, un historiador. Un hombre que este martes cumple 69 años y que quizás sea el que más en forma esté del todo el grupo. Cuenta con pasión el pasado de España y sirve como un audioguía al que le puedes hacer preguntas y te invita a cañas. También se muestra preocupado por la llegada a Santiago de Compostela y ante posibles ataques verbales y físicos al grupo: “También vengo a defender a los míos por si pasa algo”.

Quedan tres jornadas más y el dolor en las piernas comienza a notarse. Sin embargo, los peregrinos continuando dando fuerza a su apóstol. Olona es una verdadera incógnita y nadie sabe qué va a pasar el viernes cuando llegue a la Plaza del Obradoiro. ¿Anunciará algo? Más de uno en Madrid está nervioso. Y con razón.  Mientras, Macarena, continúa su búsqueda.