Unos de los subdebates que han marcado lo ocurrido este miércoles en el Congreso de los Diputados ha sido el de la lucha por ocupar la derecha ideológica. La han protagonizado Mariano Rajoy y Albert Rivera con un titular muy destacado. Salvo sorpresa de difícil consecución, Rajoy que llegaba a la Cámara Baja tocado, sale de ella hundido. 

Su caída, además de por la situación interna en el PP con, cada vez, más voces internas pidiendo su cabeza, se ha escenificado con el bajo perfil mostrado por el presidente en funciones en sus cara a cara con Sánchez y, sobre todo, con Rivera.

Rajoy a la lona

El líder de Ciudadanos se ha llevado el gato al agua en la búsqueda del grial de la derecha (o centroderecha). En muchas ocasiones, el máximo responsable de la "naranja mecánica" -apelativo utilizado por Pablo Iglesias-, no sólo puso contra las cuerdas a Mariano Rajoy, sino que le envió a la lona más de una vez. 

El PP dio muestras de debilidad en diferentes momentos. Primero con un discurso de su líder muy previsible. Después con intentos de intervención “por alusiones”, aunque saliéndose del reglamento de la institución con Rajoy, Margallo y Fernández Díaz. Gestos estos pocas o ninguna vez vistos antes en un pleno de estas características.

No tiene la palabra

El epílogo lo puso el propio presidente en funciones cuando, en un intento de réplica “por alusiones”, perdió la razón y la palabra a instancias del presidente del Congreso de los Diputados.

Sin duda, otro ademán de su complicada situación que alcanzó su cenit cuando tras abandonar el hemiciclo reapareció justo en el instante en que Albert Rivera hablaba de la corrupción que acecha al Partido Popular con una frase lapidaria: “En su partido, según los documentos de la Guardia Civil, hay bandas organizadas”.

“Bandas organizadas en el PP”

Precisamente, Rivera ha sido el encargado de darle la puntilla. Con un discurso moderado y repleto de alusiones al diálogo, el dirigente de Ciudadanos ha ido empujando a Rajoy y al PP del lugar al que aspiran ambas formaciones. Frente a él, una alocución agria, áspera y en muchos momentos barriobajera por parte de los ‘populares’.

Al final Rivera ha salido reforzado a la hora de situarse en las posiciones dominantes de la derecha, a costa de Mariano Rajoy y su partido. Lo dicho, tocado y hundido.