“Dijeron en las plazas que ‘sí se puede’ y nosotros queremos decir hoy que ‘Podemos’”. Han pasado cuatro años desde que Pablo Iglesias pronunciara estas palabras en el Teatro del Barrio de Lavapiés y agitara el tablero político español. El 17 de enero del 2014 el secretario general presentó Podemos, una “iniciativa” que se ha consolidado hasta erigirse como uno de los partidos de ámbito estatal con mayor fuerza e influencia. Este miércoles los morados cumplen su cuarto aniversario inmersos en la situación más delicada desde su fundación.

El desgaste de los últimos meses ha fomentado el regreso a los orígenes más puros

Este fin de semana, Pablo Iglesias, tras más de 20 días de desaparición, ha presidido la primera reunión del año del Consejo Ciudadano Estatal, el máximo órgano del partido entre asambleas (que se reunió por última vez, de manera presencial y ordinaria, en octubre del 2017). Sobre la mesa había varios asuntos, pero el fundamental era exponer a la cúpula del partido las líneas maestras de la estrategia de Podemos para este 2018. Un cambio de rumbo motivado por su descalabro en Catalunya el 21D, donde el candidato de los Comunes, Xavier Domènech, cosechó ocho diputados, tres menos que Catalunya Sí que es Pot en 2015. El desafío soberanista ha pasado factura a Podemos, un desgaste que ha cristalizado en un desplome en las últimas encuestas. Pero la erosión no solo es producto de la aritmética electoral. En el 2017 los críticos de Podemos han implosionado: desde la batalla entre Iglesias e Íñigo Errejón en Vistalegre II hasta la guerra por el control del tribunal de Garantías, pasando por Madrid y Ramón Espinar hasta llegar al juicio por el pacto con En Marea y el caso Dante Fachín. En las últimas semanas se ha llegado incluso a confabular sobre el nombre de Podemos y las expectativas de los sectores errejonistas, y la pasada semana ha trascendido un informe elaborado por Alberto Garzón, líder de sus socios de Izquierda Unida, con el que da un ultimátum para redefinir la relación entre ambas fuerzas.

El eterno retorno

Iglesias presentó Podemos en 2014 como un "revolucionario" instrumento político y social para “defender lo que dice la declaración universal de los derechos humanos".  "El problema no es que el gobierno sea de derechas, sino que están destruyendo los derechos humanos. Doy un paso adelante asumiendo que puedo encabezar una candidatura para las elecciones europeas”, aseguraba. Juan Carlos Monedero establecía un símil con "la piedra en el estanque” cuya onda “esperamos que llegue a la orilla y despierte a los que aún está dormido". Íñigo Errejón defendió que “esta iniciativa es atípica, pero también es excepcional el momento en el que vivimos, de bloqueo político. Esta iniciativa no tiene interés en ser una opción más en el supermercado electoral. Quiere abrir el escenario para el protagonismo ciudadano".

Las desavenencias y distensiones protagonizadas por Errejón e Iglesias han marcado y determinado el rumbo de la formación. El Podemos saliente de Vistalegre II dista del Podemos de la primera etapa. Iglesias ha protagonizado un viraje ideológico, pasando de criticar a la izquierda clásica en sus comienzos a pedir carnets de pureza ideológica; de liderar una formación de corte populista (en sentido académico, no peyorativo) a ideologizar el partido.

El cambio de Iglesias: cuando Pablo era el azote de la izquierda clásica

Errejón e Iglesias enfrentaron sus proyectos políticos en lo que ha recibido el nombre de La batalla de Vistalegre II, la Asamblea Ciudadana que más ha modificado el eje y el ideario político de Podemos. Una pugna que se saldó con Errejón dando un paso atrás, quedando relegado a un rol subalterno en la secretaría de Análisis Estratégico y Cambio Político, sustituido como portavoz parlamentario por Irene Montero y, a cambio de no disputarle nuevamente el liderazgo a Iglesias, este le dio luz verde para presentarse como candidato a la Comunidad de Madrid en las autonómicas de 2019.

La batalla entre pablistas y errejonistas fue la madre de todas las guerras, pero no la única cruzada interna. La lucha por el control del tribunal de Garantías, el conflicto por Madrid y Ramón Espinar, juicio por el pacto con En Marea y el caso Dante Fachín han marcado el curso 2017.

El Podemos que viene

El objetivo para este 2018 es recuperar la esencia más pura. El informe elaborado por Iglesias durante estas navidades y que le ha tenido apartado de la esfera pública y mediática presentaba como conclusión que, para superar el desgaste provocado por el desafío soberanista, habría que recuperar la agenda social y aparcar la discusión territorial.

El nuevo Podemos rediseñará su alianza con IU y recuperará el debate de la agenda social, aparcando el debate territorial

Desde Podemos subrayan que "el bloqueo del problema catalán" ha provocado que solo se hable de ese tema y se tapen otros asuntos que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos, como la Sanidad, la precariedad del empleo o las pensiones. Por este motivo, Iglesias apremia a los suyos a situar estos asuntos, de nuevo, en la centralidad del discurso político: "El debate territorial es importante, pero éste no es ni el único ni el mayor problema de España, y queremos que se hable de aquellos otros que, además, afectan a la vida diaria de los catalanes y de todos los españoles", señalan fuentes internas.

Otro de los puntos que estará sobre la mesa en un futuro próximo es la alianza con Izquierda Unida, que pide una mayor presencia al tiempo que solicita revisar los términos del acuerdo. Sin embargo, la propia Irene Montero aseguró no compartir la premura con la que Garzón pide rediseñar la coalición. Eso sí, la portavoz parlamentaria matizó que “vamos a seguir trabajando para fortalecer la unidad” y continuar construyendo un espacio político de cambio.

Podemos trabajará en este 2018 en la construcción e instauración en el imaginario colectivo de un discurso en el que los morados se erijan como la única oposición frente al “bloque monárquico” conformado PP, Ciudadanos y PSOE. Con respecto a este último, incidirán en que, pese al regreso de Pedro Sánchez, en las grandes cuestiones como el 155, los socialistas se han situado junto al Gobierno de Mariano Rajoy.

En suma, Iglesias pretende regresar a los orígenes, pero con la prerrogativa haberse consolidado como partido. Y es que, por mucho que se insista en el desgaste de Podemos, lo cierto es que no se entendería la historia reciente de España sin profundizar en aquella iniciativa presentada en el Teatro del Barrio.