No ha sido la mejor semana para Javier Maroto​. Uno de los pilares del equipo de Pablo Casado desde que éste cogiera las riendas del partido, se ve apartado y prácticamente noqueado tras la celebración de las elecciones del pasado domingo. El golpe de efecto al PP tiene muchos rostros: más allá de las siglas o del conjunto de la estructura, el vicesecretario de organización popular ha sido uno de los más damnificados por el batacazo en las urnas.

Por partida doble: pérdida de escaño y de sillón en los despachos en los que se toman decisiones importantes de forma interna. Hasta hace apenas 24 horas el candidato se aferraba a un clavo ardiendo, pensado que el voto del extranjero podía dar un vuelco a los resultados y hacer que finalmente él se impusiera al dirigente abertzale de EH Bildu.

Pero los vientos de fuera no iban a cambiar nada. La Carrera de San Jerónimo dejará de ser lugar de trabajo de Maroto durante esta Legislatura. Un peso pesado que caminaba sobre el filo, a la espera de asestarle el golpe de gracia que hiciera de su papel, antaño muy valorado, algo residual.

Ahora bien, las excusas solo sirven de cara al exterior para tratar de mantenerse en combate. Teniendo en cuenta la proximidad de los próximos comicios, recomponerse y realizar un proceso de resiliencia a toda prisa se presenta vital. El pasado martes el partido reunió a sus primeras espadas para decidir qué rumbo tomar: Maroto, fuera de ser protegido como si lo ha sido -al menos por ahora- Pablo Casado, fue el primer KO en combate.

Planificar la campaña ya no será cosa suya. Las nuevas encargadas serán Cuca Gamarra e Isabel García Tejerina. En ese viraje al centro-derecha ideológico, serán varios los nombres que quedarán en el camino.

¿Hay homofobia en las críticas a Maroto?

En las redes ha sido muy aplaudida la pérdida del escaño del dirigente vitoriano. La posibilidad de sumar con fuerzas progresistas y restar escaños a la triada de Colón y a aquellos que están persiguiendo a los trabajadores contra la violencia de género en Andalucía -primera plaza en la que han podido torear al mismo son- parece ser el motivo. Sin embargo, hay muchos defensores de la gestión de Maroto que critican que la gente se ría del candidato sin escaño con una virulencia desmedida.

“Me repugnan las mofas de los tuiteros gays de izquierdas sobre la no elección de Javier Maroto. No se ríen de muchos otros que no han sacado escaño, se ríen en exclusiva de Maroto. Discriminar y señalar al gay de derechas tiene un nombre: homofobia”, escribió un usuario en Twitter ganándose la viralización a costa de sus defensores y las críticas de los detractores de su mensaje. 

¿Celebrar que ha perdido un escaño alguien que el viernes quería otorgar ministerios a Vox es homofobia? ¿Lo es alegrarse de que la derecha más reaccionaria pierda un puesto en el hemiciclo? ¿Hay fobia cuando se critican los infundios promovidos por Casado con Maroto redactando sus textos detrás?

Igual merece la pena acordarse de cuando sus datos mentían descaradamente en materia de aborto para defender ese pensamiento dogmático y arcaico del derecho a la vida; o de cuando afirmaba que los inmigrantes tenían más ayudas por el hecho de serlo, falsificando un argumento que conducía directamente al racismo; o cuando criticaba la marcha del 8M aduciendo a que estaba en las antípodas de su formación y defendía a Pablo Iglesias…

Maroto ha protagonizado una campaña para el olvido. Desde que la plana mayor de la formación virara aún más a la derecha para conseguir cortar la fuga hacia Vox, el popular perdió su ADN más moderado. Ahora se echa atrás, postrado ante las órdenes de sus superiores. Estos son mis principios, si nos les gustan tengo otros... 

No, no hay homofobia: hay 'Marotofobia'. Y con razón.