Las negociaciones en la Comunidad de Madrid siguen paralizadas. Al menos eso es lo que alegan sus dirigentes frente a los medios de comunicación, ya que Ciudadanos trata de esconder su necesario pacto con Vox para hacer que la candidatura de Isabel Díaz Ayuso fructifique como presidenta autonómica.

La popular sigue pidiendo que Juan Trinidad, presidente del órgano rector de la Asamblea, vuelva a abrir una ronda de contactos a fin de presentarse como candidata en una nueva Sesión de Investidura. El tiempo corre y el Partido Popular se impacienta, sabedor de que Madrid es el gran bastión cosechado en las elecciones.

Mientras Ignacio Aguado rechaza volver a sentarse a tres y descarta incluir los requisitos aceptados en Murcia en un acuerdo programático en Madrid, Rocío Monasterio pide respeto hacia sus votantes y no cesará hasta que reconozcan a Vox como un interlocutor válido y necesario en el curso de las negociaciones.

Si de cara al escaparate Ciudadanos niega entendimiento con la extrema derecha española, fuentes internas del partido confirman que hay un principio de acuerdo y que la situación está cerca de cerrarse. Pero sin que se note.

La crítica se ha instalado en el feudo naranja con sonoras dimisiones, Europa ha puesto en duda el carácter liberal de Rivera y su núcleo duro y los ciudadanos empiezan a dar la espalda, teniendo como barómetro el CIS de julio, a la formación. Con todo esto y en plena batalla por erigirse frente a la opinión pública como líderes de la oposición, aceptar el ‘trágala’ de Vox una vez más para apuntalar al PP no sería bien visto.

Por ello, los tiempos son cruciales. La estructura tratará de guardar sus vergüenzas diluyéndolas entre acontecimientos y tiempo para la reflexión. La primera semana de agosto es la fecha escogida: después de que Bildu se abstenga para facilitar un Gobierno socialista en Navarra y justo antes de las vacaciones.

Rivera sabe que enfrentarse a una hipotética repetición de elecciones -si socialistas y morados no son capaces de ponerse de acuerdo en septiembre- requiere de un relato ganador. En campaña el líder naranja dijo por activa y por pasiva que Vox no iba a ser un interlocutor factible, que el PP era el “socio preferente y exclusivo”. Finalmente, la promesa ha tornado en pragmatismo.

Con el viento en contra, el núcleo duro de Alcalá 253 vuelve a tejer un plan de escape con el que fundir entre ruido ambiental la evidencia.