Las tres derechas en Madrid viven un momento de crisis que se evidencia en las negociaciones por el Gobierno autonómico. Isabel Díaz Ayuso sigue pidiendo a Juan Trinidad, presidente de la Asamblea, que vuelva a realizar una ronda de contactos para postularse como candidata en una Sesión de Investidura próxima que garantice una mayoría como la cosechada en Murcia por Fernando López miras la semana pasada.

Sin embargo, Ciudadanos no da su brazo a torcer. Los requisitos aceptados por los naranjas en Murcia no son homologables en Madrid, tal y como ha reafirmado el propio Ignacio Aguado. Mientras Rocío Monasterio sigue abogando por reuniones a tres y pidiendo respeto a sus votantes, los de Albert Rivera dan largas sabiendo que otro pacto con la extrema derecha dañaría su argumentario de cara a una hipotética repetición de elecciones si finalmente Pedro Sánchez no logra, antes del 23 de septiembre, conseguir el apoyo mayoritario del Congreso de los Diputados.

Pero los problemas no solo residen a nivel autonómico. José Luis Almeida, alcalde de la capital, se ha encontrado con la oposición naranja este lunes en el pleno celebrado en el Consistorio. Mediante la aprobación de un texto realizado por Más Madrid, Madrid Central vuelve a ser el quebradero de cabeza del popular. El escrito rezaba lo siguiente:  “Trasladar al Gobierno de la nación y a la Comisión Europea la voluntad de mantener Madrid Central con sus correspondientes plazos en su desarrollo”.

El PP ha intentado modificar el mismo para que se hablara de “reconvertir para mejorar” en detrimento de “mantener”, pero la indecisión de las partes y la quiebra existente ha provocado que los azules se hayan quedado solos con Vox, mientras Ciudadanos se abstenía y hacía fructificar la propuesta de Más Madrid.

Este debate viene de lejos. Europa está pendiente, y la reconversión prometida a bombo y platillo por Almeida y su núcleo duro en campaña parece cada vez más lejana. La contaminación preocupa en Bruselas, tanto que la Comisión Europea ha reabierto un expediente sancionador a España por no cumplir con los compromisos pactados.

Mientras Isabel Díaz Ayuso observa atónito como el tiempo corre en su contra, Almeida también empieza a vivir en sus carnes la fractura de la derecha.