Más País irrumpió resquebrajando el sistema de partidos. Su proyección es una incógnita y puede ser clave en los resultados del próximo 10 de noviembre. Una moneda al aire, cara o cruz que se ha convertido en el rompecabezas de los estudios demoscópicos y los analistas políticos.

Para que las cosas cambien no se pueden presentar los mismos”. Ese es el argumento más repetido en las intervenciones de Íñigo Errejón, cabeza de lista de la formación y otrora mano derecha de Pablo Iglesias. Una apelación directa a la reinvención del bloque de la izquierda, una plataforma para sumar y no restar, con “España por delante de las siglas”. Indudable es que Errejón bebe de sus antiguos votantes de Unidas Podemos, los socialistas desencantados con el bloqueo parlamentario y la previsible abstención en busca de un nuevo partido que vuelva a ilusionar.

Pero las encuestas empiezan a iluminar un trayecto menos esperanzador que el previsto tras la consumación de acuerdos con Equo, Compromís y la Chunta Aragonesista. El Mundo publicó el pasado jueves el último tracking de la empresa Sigma Dos. Mientras Podemos conseguía mantenerse y que el descenso de la fractura no fuese tan acusado, Más País caía al 4,3% del voto sufriendo un revés aritmético muy severo.

La comparativa también es negativa si hablamos de financiación. Errejón lanzó el martes una campaña de microcréditos para financiar las elecciones generales, pero, tres días después, mientras Unidas Podemos bate récords utilizando el mismo modus operandi, la campaña no termina de despegar.

Dudas externas e internas

La implantación territorial ha venido del brazo de amistades con fuerzas que antiguamente abrazaron el proyecto Iglesias, recogidas de firmas que acabaron a altas horas y llamadas al orden dialógico y natural para dar un giro al enquistamiento actual entre los partidos llamados al entendimiento natural. Pero en Compromís se vivieron horas complicadas, con el sector de Iniciative pel poble, encabezado por Mónica Oltra, optando por una confluencia con los morados; Equo se dividió e incluso su antiguo presidente, Juantxo López de Uralde, decidió abandonar el partido conocida la opción mayoritaria; En Marea rechazó la unión y la convergencia con Adelante finalizó en reproches desde Andalucía dirección Madrid.

Pero las dudas no solo llegan desde ciertos sectores que presagian que el cambio será a peor. Clara Serra, quien fuera número dos de Íñigo Errejón a las elecciones de la Comunidad de Madrid, hizo un comunicado público dimitiendo de sus funciones como diputada por no estar a favor de la implantación nacional de la marca. Manuela Carmena, principal valedora y madre política de Errejón, apoyó a su compañera y pidió al partido que la “escuchara”. Además, la exalcaldesa de Madrid ha dejado la puerta abierta a ocupar una cartera ministerial ofrecida por el PSOE, golpeando a Errejón y su pretensión de marcar un perfil propio en la venidera cita electoral.

Errejón liderará una campaña electoral que, a día de hoy, sigue centrada en recordar lo sucedido en esta legislatura fallida. La presentación es el problema: una alternativa al PSOE que promete regalar los votos al PSOE, una escisión de Podemos sustentada en sus mismos principios programáticos.

Si ha sido demasiado temprano para dar el paso o no solo el tiempo lo dirá. Un mes para la prueba definitiva. PSOE, Unidas Podemos y Más País luchando por un mismo target. La razón de Sánchez, Iglesias y Errejón, en juego.