Tras once días de protestas, manifestaciones y violencia, los palestinos han logrado que Israel retire las medidas de seguridad extraordinarias colocadas en torno a la Explanada de las Mezquitas.

Los líderes islámicos de Jerusalén han puesto fin este jueves a las convocatorias de marchas y rezos de protesta a las afueras del recinto sagrado y han llamado a la población a volver a rezar al lugar: el tercero más sagrado para el islam, tras la Meca y Medina, pero también el más sagrado para los judíos [que no tienen permitido orar allí].

"Las cosas han vuelto a estar como estaban antes, así que volveremos a rezar en Al Aqsa", ha declarado la mañana de este jueves el muftí de Jerusalén, Mohamed Husein.

La tensión de los últimos días se ha saldado con cuatro palestinos muertos y más de quinientos heridos, así como varios policías israelíes heridos de levedad. Además, el pasado viernes un palestino de Cisjordania entró en una colonia israelí y asesinó a tres colonos de una misma familia e hirió a otra, en un ataque que justificó en la "defensa de Al Aqsa".

Celebrando la retirada

El presidente palestino, Mahmud Abás, también ha llamado a la población musulmana para que retorne a rezar al recinto, que ha permanecido prácticamente vacío. Así como sin oraciones públicas por el rechazo de la población a someterse a las nuevas medidas de Israel, en las que veían un intento de ampliar su control sobre el lugar. Un emplazamiento situado en territorio ocupado.

"Felicito a la gente de Jerusalén por su victoria en Jerusalén y en Al Aqsa", ha afirmado Abás en un discurso televisado en directo desde la ciudad cisjordana de Ramala.

Hace dos días, Israel retiró los detectores de metales y anunció que los sustituiría por "cámaras inteligentes", pero las autoridades islámicas mantuvieron la protesta y exigieron el restablecimiento de la situación.

Esta madrugada, Israel ha desmontado las estructuras metálicas, vallas y rieles de seguridad restantes, hecho que ha sido celebrado en la parte oriental de la ciudad con fuegos artificiales, gritos y pitidos de los vehículos que pasaban por las cercanías del recinto.

El rey de Jordania, clave

En la desactivación de la crisis ha jugado un importante papel el rey de Jordania, Abdalá II, custodio de la mezquita de Al Aqsa, que negoció directamente con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, la marcha atrás que se dio poco después de que Ammán permitiese salir de su país a un guardia israelí que mató a dos jordanos en circunstancias no aclaradas.

Los cuerpos de seguridad israelíes también advirtieron al Gobierno de una posible escalada si no se retiraban los controles de acceso. Ofer Zalzberg, analista del International Crisis Group y experto en la explanada, ha advertido que la percepción de triunfo en la denominada "crisis de Al Aqsa" puede envalentonar a los palestinos, "que ahora están más organizados en Jerusalén" y extender en el medio plazo sus protestas a otros ámbitos, como las demoliciones de viviendas árabes o contra los asentamientos judíos en el este de la ciudad.

Para Zalzberg, la actitud tolerante del nuevo comandante de la Policía en Jerusalén, Yoram Halevy, hacia los activistas del Templo (que tratan de rezar en el lugar tras acceder como turistas), el anuncio de Netanyahu de que volverá a permitir el acceso a diputados y las crecientes restricciones de acceso a musulmanes (dos veces en el último mes), han estado entre los detonantes de esta última crisis.