No sólo estas encuestas ponen al candidato de CiU contra las cuerdas. Todas, más o menos, le dan como el gran perdedor. Incluso las encuestas de CiU dan un resultado reñido. Empate con los socialistas, pronostican. Sólo una encuesta da ánimos al candidato nacionalista. La encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió, el organismo dependiente de la Generalitat. Le da una amplia victoria. Más bien, parece una paliza. Según el CEO, CiU obtendría el 22,6% de los votos. Los socialistas se quedarían a 6 puntos y el PP a 10. El CEO quedará en evidencia si los resultados del 20-N se parecen más a las encuestas de los medios de comunicación que a su trabajo. De momento, es el único que augura una victoria nacionalista.

Un dirigente socialista apuntaba que si esto sucede así puede empezar a preparar las maletas el director del organismo demoscópico de la Generalitat. Ni Duran, ni los suyos, tampoco deben creérsela mucho a tenor de lo que se dice entre bambalinas y los mensajes dispersos del candidato nacionalista que están sorprendiendo, molestando y, también, cabreando a los suyos.

El dirigente demócrata cristiano, que prefiere mantener el anonimato, afirma que Duran “ha provocado polémicas innecesarias que no aportan nada”. “La polémica con los andaluces nos cierra el paso a un cierto voto en el área metropolitana, la de los homosexuales está totalmente fuera de lugar porque no hace más que excitar un voto contrario a CiU, cuando desde CiU se ha hecho un gran trabajo de acercamiento a estos colectivos, y la de los inmigrantes no está claro que nos aporte ningún valor añadido”.

Con este diagnóstico se entienden los nervios de Duran i Lleida que es cabeza de cartel de las candidaturas de los nacionalistas catalanes desde 1982. De hecho, Duran puede enfrentarse a una dura derrota que puede poner, incluso, punto y final a su carrera política. El dirigente nacionalista, alejado de las tesis más contemporizadoras con el independentismo, se sabe abandonado por los sectores más soberanistas de CiU, que  no le están echando ninguna mano por su dura oposición a que Oriol Pujol fuera el número dos de las listas.

Tampoco la polarización de la campaña le beneficia. Duran no sabe cómo entrar en campaña de forma positiva. Ni tan siquiera es capaz de abrir una brecha entre PP y PSOE para conseguir el voto útil de los ciudadanos de Catalunya que prefieren depositar su confianza en la opción de la derecha o la izquierda, antes que en los nacionalistas. Su percepción negativa se agrava con las posibilidades de sus adversarios. Con la que está cayendo en el campo socialista, Carme Chacón está tirando del carro y a pesar de que se augura una fuerte pérdida de escaños, también se constata que consolida la victoria socialista en Cataluña.

Por otra parte, Jorge Fernández Díaz está haciendo su campaña a rebufo de Mariano Rajoy con un perfil bajo. El candidato popular ha puesto en marcha una campaña con el objetivo de no excitar al electorado más nacionalista y que busca ese voto nacionalista que en otras ocasiones se decantó por los socialistas en unas generales y, que ahora, puede decantarse por unos populares que se han puesto la piel de cordero en los temas más polémicos de la política catalana como la lengua, la educación o el pacto fiscal. Además, los populares lanzan cíclicamente dardos envenenados contra Duran. El último que Rajoy podría ofrecerle no un Ministerio, sino la Presidencia del Congreso. Estos dardos no dejan de minar la imagen de Duran que nunca ha escondido sus preferencias por participar en los gobiernos de España, un hecho que no es del agrado de una parte del electorado nacionalista. Mejor dicho, no es del agrado del electorado más nacionalista.

La noche electoral puede ser definitiva para Duran. Su partido, UDC, siempre muy comedido en sus declaraciones públicas, está movido. Son conocidas las declaraciones del alcalde de Vic a favor de la independencia y el derecho a decidir, campos en los que Duran marca una calculada equidistancia con sus socios de CDC, y algunos miembros de su Comité de Gobierno no esconden en público que no descartan sucederle. Eso sí, todavía mantienen esa prudencia previa a unas elecciones. Sin embargo, no amagan que están en política con ambición. El día 21 puede marcar la línea de salida en una sucesión que ahora es posible. Ya no hay competencia en CiU. Los nacionalistas tienen a Mas como su líder y claro candidato en Cataluña y tienen más poder que nunca controlando la Generalitat y una buena parte de los ayuntamientos catalanes. Las elecciones al Congreso serían única y exclusivamente fracaso de Duran.

Toni Bolaño es periodista y analista político