Las elecciones en Andalucía del pasado 2 de diciembre han configurado un nuevo tablero político a nivel nacional. Los comicios andaluces han consumado la fragmentación de la derecha. Una escisión que hasta ahora era una arista exclusiva de la izquierda. Pero si alguien considera que se trata de un simple cambio de roles, se equivoca. El cisma en el espectro de la derecha no implica, necesariamente, la unidad de la izquierda. Y sino, que se lo digan a Gaspar Llamazares, quien insiste en que el partido que otrora lideró, Izquierda Unida, debe prescindir de Podemos.

El ex coordinador general de IU ha denunciado a través de su cuenta oficial de Twitter que la coalición Adelante Andalucía tan solo ha aglutinado un 47% de los votos que en las anteriores elecciones autonómicas recayeron en Izquierda Unida. “La orfandad de la izquierda”, espeta.

Historia de un desencuentro

Llamazares ha criticado de manera abierta, pública y sin complejos las sucesivas hojas de ruta diseñadas por Alberto Garzón tras la irrupción de Podemos en el tablero político. El actual coordinador federal apuesta desde el año 2016 por transformar a IU en un movimiento social que trascienda las siglas de la formación.

“En la XI Asamblea tenemos que declarar que la actual configuración y enfoque de Izquierda Unida tiene que adaptarse a los cambios sociales y políticos que han tenido lugar en los últimos años. En este sentido, la Izquierda Unida resultante de la XI Asamblea debe ser una organización en transición hacia un nuevo movimiento anticapitalista, ecologista y feminista volcado en los conflictos sociales”, rezaba la propuesta de Garzón.

Desde entonces, el denominador común de todos y cada uno de los movimientos en materia de alianzas han estado marcadas por Podemos. A juicio de Llamazares, bajo el liderazgo de Garzón, IU se ha ido diluyendo en los morados hasta pasar a ser un el “círculo rojo” de Podemos.

El nombre de la confluencia

Pablo Iglesias y Garzón llevaban tiempo negociando y, al final, ambos partidos alcanzaron un acuerdo para concurrir a las elecciones autonómicas, municipales y europeas bajo unas mismas siglas. Una confluencia que al principio se tornaba hartamente complicada puesto que las bases de Podemos votaron concurrir con su nombre mientras IU solicitaba una mayor presencia en la fórmula.

En este sentido, la marca Unidos Podemos verá su fin el próximo año 2019, tal y como publicó ElPlural.com. No porque la confluencia haya perdido fuelle en las encuestas tras el debate territorial en Cataluña o porque los gurús que predicen su consumación estén en lo cierto, sino porque tanto Podemos como Izquierda Unida pusieron punto y final a la marca. La organización morada propuso concurrir con IU bajo la nomenclatura “Unidas Podemos-Izquierda Unida-Equo” en todos los territorios salvo en aquellos en los que alguna de las marcas tuviera fuerza o estuviera tan asentada, como ha ocurrido en Andalucía con Adelante Andalucía.

Esta nomenclatura fue ratificada en consulta a las bases tanto en Podemos como en Izquierda Unida, lo que fue duramente criticado por Llamazares.

En una entrevista en el diario La Razón, consideró que IU se había precipitado porque aún quedaba un año para las elecciones y era el momento de “hacer una valoración de lo que se ha hecho y de lo que queda por hacer”. “Me parece una imprudencia”, apostilló.

Y es que, consideró que el acuerdo marco “tiene poco que ver con el espíritu del partido, el acuerdo tiene más que ver con el espíritu de Podemos y su modelo que es plebiscitario y vertical. Es una falta de respeto desde la dirección central – que no es federal ya porque tiene ese espíritu centralista- que se decida como tenemos que ir cada federación a las próximas elecciones. Es intentar encorsetar las próximas elecciones y esto no corresponde con una organización como Izquierda Unida, que es plural, participativa y federal".

Incluso, el ex coordinador federal llegó a publicar un artículo de opinión titulado El suicidio de IU en el que denunciaba que no podía quedarse callado ni pedir disculpas por cargas contra la dirección de Garzón porque ha dejado “huérfana a toda una cultura política configurada históricamente”, lo que es “un grave error político porque desmovilizaría y mandaría a la abstención a una buena parte de la izquierda, y no estamos hoy para perder activistas ni votantes”.

La pregunta es si los datos de la abstención en Andalucía, con 700.000 votantes de izquierdas (Podemos, IU, PSOE) que se quedaron en casa es la consecuencia de lo vaticinado por Gaspar Llamazares. Cabe recordar que Garzón ya realizó un informe en el que Garzón acusaba a Podemos y a su secretario general, Pablo Iglesias, del “desgaste” de la formación.