El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovechó su intervención en la cumbre de líderes del G20, inaugurada este sábado en Sudáfrica, para lanzar una advertencia contundente sobre lo que considera uno de los mayores riesgos para la estabilidad global: la “concentración extrema de riqueza”. A su juicio, esta deriva no solo compromete el crecimiento económico internacional, sino que también erosiona el funcionamiento de las democracias y alimenta la polarización política y social.
Sánchez abrió su discurso remarcando que la acumulación desproporcionada de recursos en manos de una minoría “debilita las instituciones” y fractura el contrato social sobre el que se sostienen los sistemas democráticos. Su mensaje encajaba de lleno con la temática de la primera sesión de trabajo del foro, titulada “Un crecimiento económico sostenible e inclusivo que no deje a nadie atrás”, en la que los líderes mundiales analizaban los desafíos económicos más urgentes.
Ante los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Johannesburgo, el presidente español alertó de que la desigualdad ya no puede considerarse un fenómeno colateral o un efecto secundario del sistema económico, sino una verdadera “emergencia” global comparable a la que representa el cambio climático. Según explicó, ambos fenómenos comparten una naturaleza estructural y generan impactos que se retroalimentan, comprometiendo la cohesión social y la estabilidad de los países. Por ello, pidió situar la lucha contra la desigualdad en el centro de la agenda internacional y no relegarla a un segundo plano.
En esta línea, Sánchez defendió la necesidad de reforzar un sistema de fiscalidad global que permita afrontar los retos del siglo XXI. Llamó a proteger los avances logrados en los últimos años en materia de reforma tributaria internacional, especialmente los relativos a la imposición mínima a grandes corporaciones y a la lucha contra la elusión fiscal. “Necesitamos reglas tributarias justas y actualizadas para garantizar que todos aporten en función de su capacidad”, insistió.
El presidente también mostró su rechazo a los aranceles como herramienta económica o geopolítica. Aseguró que, lejos de ser un instrumento eficaz, se convierten en “barreras” que frenan el crecimiento, dificultan el comercio y perjudican tanto a economías avanzadas como a países en desarrollo. Por ese motivo, reclamó reforzar el sistema de comercio multilateral y recuperar el protagonismo de la Organización Mundial del Comercio (OMC). A su juicio, esta institución debe ser modernizada y adaptada al escenario actual para garantizar un marco de reglas claras y justas que favorezcan el intercambio y eviten tensiones proteccionistas.
Sánchez remató su intervención con una reflexión de carácter geopolítico. Afirmó que ningún modelo de desarrollo - por inclusivo o sostenible que aspire a ser - puede consolidarse sin un entorno de paz y estabilidad internacional. En este contexto, instó a la comunidad internacional a seguir defendiendo el respeto a la soberanía nacional y a la integridad territorial, haciendo referencia explícita a los conflictos abiertos en Ucrania y Palestina. Subrayó que la solución a cualquier crisis internacional debe pasar por el diálogo, la diplomacia y la legalidad internacional.
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