Cosas que hace un año parecían increíbles: mientras que España presentó en tiempo y forma su plan de inversiones y reformas para acceder a los fondos de recuperación de la Unión Europea para hacer frente a la crisis provocada por la pandemia de la covid-19, los Países Bajos, que exigían que los países del Sur “hicieran los deberes”, aun no tienen entregado ningún plan y, además, lanzan alguna protesta acerca de las “interferencias” de Bruselas en su política económica nacional.

Los Países Bajos esperaban recibir casi 6.000 millones de euros, pero han ido posponiendo entregarlos una y otra vez. El Gobierno presidido por Mark Rutte, del Partido Popular holandés, ya anunció que se saltaría el plazo orientativo del 30 de abril por las elecciones legislativas del 17 de marzo, y que prefería que se conformara un nuevo Gobierno para elaborar los planes. Sin embargo, han pasado ya diez meses desde las elecciones, no hay nuevo Gobierno, no hay presupuestos y el plazo definitivo, que es el de verano de 2022, se acerca.

Diez meses de retraso

Paradójicamente Rutte fue el jefe de gobierno que con más fuerza se opuso en 2020 a que se entregaran los fondos de recuperación sin condiciones. Y quien más insistió en la necesidad de que los estados solicitantes presentaran un plan detallado de qué hacer con ellos. Los fondos de recuperación suman un total de 750.000 millones en subvenciones y préstamos para los países de la Unión a cambio de reformas: más de un tercio debería ir a la transición climática, y el 20%, a digitalización. Y en el caso concreto de los Países Bajos, a cambio de reformas que alivien su condición de paraíso fiscal -“planificación fiscal agresiva”, expresado en el lenguaje de Bruselas-, así como las deducciones “excesivas” a los autónomos y a los propietarios de pisos en alquiler. Y en lo que se refiere a digitalización, el “pasaporte Covid” neerlandés está siendo un fiasco, debido a que ha demostrado ser tremendamente vulnerable a pirateos y falsificaciones.

El ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, que acusaba a los países del Sur de derrochar el dinero, está ahora implicado en los “Pandora Papers” y protesta por las “interferencias” de Bruselas en la política económica, que también le exigen medidas efectivas para evitar el blanqueo de capitales.

Tras haber presumido de que los Países Bajos no necesitaban fondos europeos de ninguna clase, parece que ahora sí que querían destinarlos a proyectos de eficiencia energética de edificios públicos y digitalización. Aunque tendrá que verse plasmado en el plan que habrá de presentarse a las autoridades europeas y que, en cualquier caso, también tendrá que ser aprobado por el parlamento holandés, en el que Rutte cada vez tiene más dificultades para conseguir apoyos.

Todo son problemas

El Gobierno de Rutte, un autoproclamado centrista, ya tuvo que dimitir y adelantar elecciones debido a un escándalo en el que se demostró que el gobierno había perseguido injustamente a neerlandeses de color y a emigrantes para devolver subvenciones que, o bien no habían cobrado, o que habían sido percibidas de acuerdo con la ley.

Pese a ello su partido volvió a ser el más votado, aunque sin mayoría suficiente para gobernar en solitario y, diez meses después de las elecciones, el Partido Popular neerlandés aún trata de formar un gabinete funcional. Por el camino le han dimitido la ministra de Exteriores, Sigrid Kaag y la ministra de Defensa, Ank Bijleveld, ambas por la deficiente gestión de la evacuación de las fuerzas holandesas en Afganistán y el abandono de los colaboradores de su cuerpo diplomático ante la llegada de los talibanes a Kabul.

La particular política fiscal de los Países Bajos ha sido puesta en entredicho por el reciente acuerdo del G-20 de aumentar internacionalmente el impuesto de sociedades. Y, para colmo, el país sufre una oleada de violencia, consecuencia de años de ignorar al crimen organizado neerlandés, especialmente a bandas de narcotraficantes que se caracterizan por emplear la violencia extrema y que asesinaron al periodista de investigación más famoso del país, Peter R. DeVries, que fue tiroteado en pleno centro de Ámsterdam.

Además, Holanda vuelve a sufrir un repunte de casos de Covid que obligan al país a adoptar nuevas medidas sanitarias