Cerrada la puerta a la ultraderecha y con los resultados en la mano, al democristiano Friedrich Merz se le marca tan sólo un camino para acceder la Cancillería de Alemania. Recién acabado el escrutinio, el candidato de CDU insistió por activa y por pasiva que su país no viraría hacia la derecha más extrema de Alianza por Alemania (AfD), quedando por tanto en manos de un SPD (los socialdemócratas) mermado. Sus números, además, le permiten abrir una negociación para afrontar un tripartito con Los Verdes gracias a que los populistas de izquierdas Alianza Sahra Wagenknecht se ha quedado fuera del Bundestag por la mínima. De haber entrado, hubiera cambiado toda la aritmética parlamentaria y hubiera obligado a los conservadores a negociar con otra formación más.
En la noche del domingo, Merz dejó claras sus intenciones, poniendo al refortalecimiento de Europa como su “prioridad absoluta”. Lo hará, según dice, tan rápido como sea posible para que el Viejo Continente alcance la “independencia de Estados Unidos”. Una declaración a futuro que supone un giro de 180º al camino histórico que ha recorrido Alemania en su relación atlántica. El regreso de Trump a la Casa Blanca conduce a las relaciones entre ambos países a un terreno ignoto de crisis. Al mismo tiempo, lanzó un mensaje a toda Europa, abriendo el debate de si “todavía podrá hablarse de OTAN en su configuración actual” o si, por el contrario, “habrá que crear más rápido capacidades de defensa autónomas”.
El camino socialdemócrata
Sea como fuere, eso es harina de otro costal ahora mismo. Merz tiene por delante, primero las negociaciones para la cancillería y, después, la configuración de su Gobierno. Los resultados finales han sido benévolos con los democristianos de la CDU. Los 4,97 puntos porcentuales de la Alianza Sahra Wagenknecht que dejan fuera del Bundestag a los nuevos populistas de izquierdas, facilitan en cierto modo las negociaciones del conservador para formar un nuevo ejecutivo. Hubo que esperar a esta madrugada para asegurar con certeza que serán cinco, y no seis, los partidos que conformarán el parlamento germano. Un resultado que permite a Merz sentarse frente a un solo actor en la mesa de negociación: el Partido Socialdemócrata (SPD).
La formación de Olaf Scholz sufrió un severo correctivo en las urnas, alcanzando mínimos de apoyo históricos. El 16,4% que se han anotado los socialdemócratas es el peor resultado de la historia del partido del canciller saliente, pero se antoja suficiente para que el próximo Gobierno alemán esté configurado por dos fuerzas políticas, en lugar de las tres que se esperaban antes de este domingo. Y es que la CDU y el SPD suman un total de 329 escaños, lo que supone una mayoría absoluta al superar la barrera de los 315 y deja a un paso el regreso de lo que históricamente se ha bautizado como gran coalición.
La CDU cogió fuerzas al contemplar los resultados finales, pues querían evitar a toda costa el escenario donde, además del SPD, Los Verdes también se sentaran en la eventual mesa de negociación. Evitarlo era el principal objetivo de los democristianos, de hecho. Un Gobierno tripartito era más difícil de engrasar, además de los fracasos históricos que estos han conllevado, como la caída del último ejecutivo, donde los ecologistas y los liberales sostuvieron a tientas a Olaf Scholz hasta la destitución del ministro de Finanzas, Christian Lindner, que abocó a estas elecciones.
Un Bundestag de cinco fuerzas
Así las cosas, los alemanes han decidido que sea la CDU la primera fuerza política del país, con un total de 28,6% de los sufragios, seguidos de los ultraderechistas de la Alianza para Alemania (AfD), con 20,8% y a quienes Merz ya les ha cerrado la puerta del Gobierno en reiteradas ocasiones. Los socialdemócratas del SPD ocupan el tercer puesto, pero con la “amargura” de saber que están ante su suelo histórico. Los Verdes siguieron a los de Scholz, con un 11,6% de los apoyos, mientras que La Izquierda (Die Linke), dio la sorpresa de la noche al repuntar hasta los 8,8 puntos porcentuales.
Así las cosas, tanto los nuevos populistas de izquierdas (Alianza Sahra Wagenknecht) como los liberales del FDP se quedan fuera del Bundestag. Unos resultados, especialmente los de estos últimos, que se han cobrado la cabeza del exministro Lindner, quien anunció esta misma noche que dejaba la política tras el fracaso en estas legislativas. De haber entrado cualquiera de los dos partidos en el hemiciclo, Merz hubiera necesitado de una fuerza más para alcanzar esa mayoría; frenando todo el proceso de configuración de Gobierno contra los deseos del democristiano, que aspira a tener en abril todo preparado y listo para empaquetar.
En la negociación, no obstante, no estará el canciller saliente y líder de los socialdemócratas, Olaf Scholz. Tras el batacazo de sus siglas, anunció que no seguiría al frente del partido y, por tanto, renuncia a estar presente tanto en la negociación y a una posible cartera en una coalición con los democristianos. Así las cosas, habida cuenta de que la nueva Administración Trump amenaza los cimientos del Viejo Continente, Merz quiere sortear rápido el escollo de la negociación para devolver al país el timón de Europa en la respuesta a los coqueteos del inquilino de la Casa Blanca con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su intención de orillar a la Unión Europea en las negociaciones de paz con Ucrania. “Mi prioridad absoluta es la unidad de Europa”, advirtió en un debate electoral.