El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha tomado una decisión que da marcha atrás en la protección de los derechos al aborto. La justicia ha tumbado este viernes un camino histórico que se asentó por la sentencia del caso Roe vs. Wade en 1973, por el que se le concedió por primera vez amparo constitucional a las mujeres para interrumpir voluntariamente su embarazo. 

Ahora, serán los distintos estados del país los que tendrán en sus manos la decisión de regular la medida o incluso prohibirla con total libertad. Los seis jueces conservadores han votado a favor de ella, mientras que otros tres magistrados liberales la han rechazado en el alto tribunal. 

Los legisladores de más de una veintena de estados conservadores tienen preparados ya proyectos de ley que prohibirían o restringirían el aborto en el momento en que el Supremo anulara Roe contra Wade, según publicó The New York Times a principios de mes. 

La sentencia del Supremo viene como respuesta al recurso presentado por una clínica de salud reproductiva del estado de Missisipi después de que otros tribunales rechazasen las leyes que prohibían estas prácticas después de las primeras 15 semanas de embarazo y otra en la que se incluía un veto a si se interrumpía este en el momento en que se detectan los latidos del feto, momento que se puede dar entre las seis y doce primeras semanas.

Legislación y situación actual en EE. UU.

Cabe destacar que en el país norteamericano no hay ninguna ley a nivel federal que ampare y permita el aborto, por lo que siempre ha habido una división entre estados. Tan solo han servido dos sentencias del Tribunal Supremo en toda la historia contemporánea del país para sustentar la medida: Roe vs. Wade (1973) y Planned Parenthood cv. Casey (1992), por las que se prohibió el veto al aborto hasta que el feto puede vivir fuera del útero, es decir hasta las 23 y 24 semanas de embarazo.

Tras la revocación histórica que permitió dar un paso al frente sobre esta cuestión gracias a la sentencia de 1973, ahora se espera que sean 26 de los 50 estados del país los que la acaben prohibiendo, en mayor o menos medida, la interrupción voluntaria del embarazo. Previsiblemente, podrían ser los siguientes: “Alabama, Arkansas, Arizona, Florida, Georgia, Idaho, Indiana, Iowa, Kentucky, Louisiana, Míchigan, Misisipi, Misuri, Montana, Nebraska, Dakota del Norte, Ohio, Oklahoma, las Carolinas, Tennessee, Texas, Utah, Virginia Occidental, Wisconsin y Wyoming. Trece de ellos tienen preparadas ya las llamadas "leyes de activación automática" (trigger laws) y que podrían hacerse realidad en breves.

La polémica ya se dio en Texas meses atrás que, junto a Oklahoma, tiene en vigor las leyes más restrictivas sobre el aborto, ya que incluso no contempla que la mujer recurra a esta opción ni en casos de violación. “La ley de Texas perjudicará significativamente el acceso de las mujeres a la salud, particularmente en las comunidades de color y pobres”, sentenció en su momento el presidente de la nación, Joe Biden, mostrándose totalmente en contra de la misma.

Las primeras reacciones de dirigentes políticos ante la última decisión del Supremo no se han hecho esperar. El exmandatario de la Casa Blanca, Barack Obama, ya se ha pronunciado en sus redes sociales, condenando así que esta "ataca las libertades esenciales de millones de estadounidenses".