La respuesta de Hamás al plan para la paz presentado por Donald Trump abre un nuevo escenario para tratar de frenar el genocidio. Mientras la comunidad internacional celebra la noticia, el clamor social desatado a nivel mundial por la detención de los miembros de la Global Samud Flotilla sigue latente en forma de protestas. 

Ahora está por ver en qué términos acaba desarrollándose un posible acuerdo sobre el que los especialistas en la materia tienen serias dudas. 

Es el caso de Jorge Tolosa, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia y experto en Israel y Palestina. Ha publicado cuatro libros sobre este conflicto que, asegura, en términos históricos es un caso claro de colonialismo, cuyos orígenes han terminado borrados por la cruenta masacre actual, que ya ha acabado con la vida de más de 20.000 niños.

Pregunta: ¿En qué punto nos sitúa la respuesta de Hamás, aceptando el plan de Trump, aunque con condiciones?

Respuesta: Siempre hay que alegrarse cuando parece que se dan pasos hacia el fin del genocidio, pero hay que tener mucho cuidado porque Israel no cumple absolutamente nada. Rompió el alto el fuego el pasado mes de marzo. Está fuera de la ley e incumple el mandato de la Asamblea General de las Naciones Unidas que expiraba el pasado 18 de septiembre y que determina que se tendría que retirar de todos los territorios ocupados, incluyendo la Franja de Gaza. Esta es una más de las muchas veces que las organizaciones palestinas han hecho propuestas de paz. Se ha visto la buena voluntad, a pesar de que el marco general de esta propuesta deTrump y Netanyahu es absolutamente colonial.

P: Mucha voces alertan de que es un plan que ha dejado fuera la voz de los palestinos.

R: Es otro plan colonial o neocolonial más, en el que ni siquiera se ha invitado a participar a ninguna persona palestina. Es indigno, no solo para el pueblo palestino, sino para cualquier persona y para cualquier institución que crea en el derecho internacional y en los derechos humanos. Por un lado, como buen plan colono, impide que los pueblos colonizados tengan voz y estén representados, y, por otro, constituye un ataque a la ONU, que exige el fin de la ocupación. Este plan lo que hace es convalidar la ocupación, además de la limpieza étnica y el genocidio. Es otro episodio más, una nueva Declaración Balfour, otro plan como el de 2020. Pese a ello, pese al genocidio y a la humillación, el pueblo palestino está mostrando que quiere la paz. Ahora todo el peso y la pelota está en el tejado israelí, y hay que tener en cuenta que, aunque se cumpla este primer paso de intercambio de prisioneros, Israel ha violado sistemáticamente cualquier otro acuerdo.

P. Resulta casi obsceno en medio de un genocidio de estas características oír hablar de negocios y resorts como ha venido haciendo el presidente norteamericano.

R: Es absolutamente obsceno, esa es la palabra, y demuestra su nula preocupación por las personas y su nula humanidad. Hay que tener el cuerpo, la mente y el corazón destruido para ser capaz, en medio de un genocidio, no sólo de no hacer todo lo posible para evitarlo, sino de promoverlo, ejecutarlo y además hablar de negocios como si nada pasase.

P: El plano corto está centrado en la masacre actual, pero ¿qué hay detrás de todo este problema, hay un proyecto de un Gran Israel?

R: Claro, por supuesto. Hay que entender la ideología sionista, que es lo que está detrás. Un proyecto de colonialismo de asentamiento, no tan distinto precisamente al que triunfó en Estados Unidos y Canadá, en Australia y Nueva Zelanda, por el que un grupo de colonos se asentó en ese territorio exterminando a la mayor parte de la población indígena. Todo esto empezó a finales del siglo XIX cuando se comenzó a colonizar Palestina para sustituir a la población indígena por colonos blancos que utilizaban el argumento de que representaban al judaísmo, pero no representaban al judaísmo ni lo representan. El objetivo entonces y ahora es conseguir el máximo territorio posible con el mínimo de población palestina posible y hemos visto muchos episodios en este sentido. Obviamente 1948 fue un episodio clave con la nakba palestina , la limpieza étnica y la creación del Estado de Israel. Pero no acabó allí, porque no se expulsó a toda la población palestina, ni siquiera del territorio entre entre el río Jordán, y el mar Mediterráneo. Hay un proyecto en diversas corrientes del sionismo, la de Nenjetanyau y otras más a la derecha incluso, de construir no sólo un Israel del río al mar, sino más allá.

"El objetivo entonces y ahora es conseguir el máximo territorio posible con el mínimo de población palestina posible"

P. ¿Hemos  perdido el contexto histórico de todo este conflicto?

R: Sí, yo como profesor de la materia creo que debemos estudiar mucho más. Hamás se creó 39 años después de la proclamación del Estado de Israel y más de un siglo despúes de que se estableciese la primera colonia de asentamiento sionista en Palestina. Ya finales del siglo XIX hubo protestas palestinas contra la colonización. Hamás es una consecuencia de la ocupación israelí. Es un error histórico considerarlo el origen.  Hemos olvidado que ya hubo una primera connivencia imperial de Israel con el Reino Unido, que apoyó la colonización sionista porque también servía sus intereses imperiales. Nos hemos olvid0ado de la guerra de los seis días, y de cómo se ha ido formando una simbiosis entre los intereses imperiales de Estados Unidos y los coloniales de Israel,.

P: En este marco, ¿qué papel ha jugado y juega la ONU, a la que se ha cuestionado en varias ocasiones?

R: David Ben-Gurión, el gran líder histórico del movimiento sionista, el primer primer ministro de Israel, llegó a decir que las Naciones Unidas no son nada. Ya en los años clave, 1947, 1948 y 1949, había una contradicción muy grande en la ONU, porque no es una institución neutral, sino que funciona a través de los equilibrios de poder del sistema internacional y esos equilibros de la Segunda Guerra Mundial, con atibajos, favorecen a Estados Unidos. Por ello vemos cómo ha vetado muchísimas resoluciones en el Consejo de Seguridad que critican a Israel. Pero aún así, como decía el poeta Mahmud Darwish, en este proceso histórico de acumulación de derrotas y de pérdida territorial, todavía existen algunos elementos a los que se aferra el pueblo palestino para defender sus derechos, como por ejemplo la resolución 194, el derecho al retorno de la población refugiada palestina, que sigue siendo una cuestión clave. De hecho, más de un 70% de la población de la franja de Gaza ya era refugiada antes del genocidio. El pueblo palestino se aferra también a la resolución 242 de 1967,que obliga a Israel a retirarse de los territorios ocupados y la declaración de la Corte Internacional de Justicia, que dijo en julio de 2024 que la ocupación es ilegal .También la Asamblea General dijo que Israel debería retirarse de esos territorios el 18 de septiembre de este mismo año, hace solo unos días. En todo esto se ve el fracaso de la ONU.El pueblo palestino está repleto de resoluciones, de discursos, de palabras, pero está vacío de hechos.

P: España ha dado un paso adelante antes que otros países en el reconocimiento del Estado de Palestina, ¿qué más hace falta?

R: Ahora más que nunca es necesario pasar de las palabras y los discursos a los hechos, porque así está en el derecho internacional. Es una obligación legal la retirada de los territorios ocupados y es una obligación legal que todos los estados del mundo, incluyendo el español, no colaboren con ningún aspecto que pueda favorecer esa ocupación. Pedro Sánchez, al haber refrendado este plan, está incumpliendo la ley y atacando a la ONU. No se puede dar un discurso en las Naciones Unidas como el que dio y a los pocos días apoyar este plan que va contra de los más mínimos estándares básicos de la ONU. Para el movimiento de solidaridad con Palestina y para los académicos y académicas que nos dedicamos a este tema, la verdad es que está siendo una decepción enorme. Las nueve famosas medidas que anunció el presidente del Gobierno son más de lo que ha hecho cualquier otro país del norte global, que no es poco, pero pasar de ser referente en el cumplimiento de los derechos humanos, en la solidaridad con Palestina, a refrendar este plan, es una decepción. 

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