Este martes, a pesar de los malos auspicios del día anterior cuando las autoridades dieron un aviso de evacuación masiva de residentes en zonas de riesgos en Brisbane y Nueva Gales del Sur, cambiaron las tornas en el sur de Australia, para dar un balón de oxígeno a cientos de miles de personas que temían abandonar sus hogares tras las inundaciones bíblicas que han afectado a medio millón de personas y que han provocado 19 muertes en la última semana.

Sin embargo, si el mal tiempo y las lluvias en algunas zonas de Queensland o Nueva Gales del Sur vuelven a causar graves problemas a consecuencia de la crecida de los ríos, o por cualquiera otra causa, las autoridades están en alerta permanente para ordenar medidas tajantes de abandonar sus casas.  

Por otro lado, al norte de Nueva Gales del Sur, la crisis pavorosa a consecuencia de las grandes inundaciones que el jueves pasado sufrió la ciudadanía de la localidad de Lismore, y que los periódicos de la zona han apodado como inundaciones bíblicas, se ha convertido ahora en una plaga de basuras, barro, y desperdicios.

Voluntarios y personal del ejército están ayudando a eliminar escombros, desechos, muebles destrozados, y otros enseres amontonados en las calles. Fuentes de la alcaldía sostienen que estamos hablando de cientos de toneladas de peligrosa basura. Resumiendo, la situación, valga recordar días pasados, justo hace casi una semana, Lismore se convirtió en un valle de lágrimas al conocer que cuatro residentes habían perecido a causa de las inundaciones. Por otro lado, desde que comenzó la crisis hace dos semanas, ya son siete los muertos en Nueva Gales del Sur y 12 en Queensland.

Gobiernos y organizaciones de ayuda se vuelcan para ayudar a los daminificados

Compañías de seguros en Queensland, realizando un cálculo aproximado de las reclamaciones de los damnificados, barajan cantidades de alrededor de los 1.000 millones de dólares.        

Una cantidad que, según portavoces de agencias de Caridad, estarían a merced de diferentes organismos de asistencia social, organizaciones empresariales y campañas emprendidas por el voluntariado, o partidos políticos. 

Un hombre retira escombros durante las inundaciones en el distrito financiero del centro de Lismore.

Un hombre retira escombros durante las inundaciones en el distrito financiero del centro de Lismore.

En este contexto, Anastasia Palaszczuk, mandataria política del partido laborista que gobierna en Queensland, anunció que donará más de dos millones dólares para ayuda urgente. Por su parte, en el ámbito federal, el primer ministro, Scott Morrison, anunció que su gobierno estaba dispuesto a colaborar con fondos de ayudas valorados en 17.000 millones de dólares.

Una guante que el analista político David Crew recogía con asombro, y es que, a la postre, el mandatario federal quería englobar toda una serie de causas, con pérdidas millonarias, incluyendo los damnificados de las recientes inundaciones.  El periodista, adjunto al grupo periodístico 9 News, añadía que las críticas del partido laborista en la oposición estaban bien encaminadas, cuando alertaba de que, a pocos meses de la consulta electoral, el Gobierno aprovecharía cualquier iniciativa para ganar votos.

Inundaciones históricas

En este país oceánico los incendios y las inundaciones devastadoras han estado a la orden del día y en épocas pasadas. Pero, sin rebuscar en tiempos remotos, y echando la vista atrás en 1852, las aguas torrenciales del río Murrumbidgee arrasaron por completo la localidad de Gundagai. A la hora del recuento, en las zonas devastadas en el estado de Nueva Gales del Sur, murieron en total 89 personas.

Además, la catástrofe monumental anegó grandes zonas de cultivo y grandes pérdidas de cabezas de ganado. Pero, dejando a un lado el siglo 19, y dando un repaso a estadísticas del 2010 y 2011, lluvias, aguaceros e inundaciones en los estados de Queensland, Victoria, y Nueva Gales del Sur causaron pérdidas valoradas en 5.000 millones de dólares. En esos años, expertos en meteorología de las zonas siniestradas manifestaron que el ciclón tropical Tasha fue una de las causas principales de las inundaciones.  Además, los expertos, añadieron que el 80% de la ciudadanía de Queensland fue la más castigada por el temporal. 

Sin embargo, a pesar de tanta destrucción y gastos multimillonarios en rehacer las vidas y hogares de cientos de miles de ciudadanos que viven, sobre todo, en zonas comarcales, y pequeñas o grandes localidades de Australia, el agua de la lluvia, aguaceros e inundaciones se convirtió en agua bendita para los campos de secano.

Sin duda, dicen los analistas de meteorología, que las grandes inundaciones no son siempre fenómenos negativos; en muchos casos ayudan, en gran medida, al ecosistema. Y en principio, el agua torrencial sirve para alimentar zonas que han estado machacadas por las grandes sequías. Sequías devastadoras que, en algunas ocasiones, han sufrido hasta 10 años sin caer una gota de agua de lluvia.  

 Australia no es de los países más castigados

A simple vista, es posible que muchos de los 25 millones de habitantes que viven en este país oceánico piensen que las inundaciones y los incendios causan grandes estragos. 

Y en verdad que sí. Sin embargo, la realidad es bien distinta por cuanto se refiere a las inundaciones en este continente isla, comparándolo a escala mundial, no es, en realidad, tan desalentador o amenazante, como otros países del globo.

Quizás sea porque Australia, tiene una imagen especial, o un encanto muy singular que enseguida atrae a los medios internacionales de comunicación.

Sea como fuere, el caso es que Australia no encabeza la lista de los países más afectados por las grandes inundaciones en el mundo. Un lugar que ocupa Bangladés, en cabeza no sólo en términos de fallecimientos, sino también por los efectos colaterales: destrucción de casas, propiedades, zonas agrícolas, puentes, caminos y carreteras y medios de vida de sus ciudadanos.

Otros países con víctimas y grandes daños económicos que figuran en los primeros puestos son la India, la región rusa de Siberia, China, Malasia e Indonesia.