Si no viven en Narnia, seguramente sepan que este domingo arranca el Mundial de Qatar. Y si no viven en Narnia, seguramente sepan que se trata de la edición más polémica desde la Copa del Mundo de 1978, celebrada en Argentina bajo la dictadura de Jorge Rafael Videla. De hecho, la controversia es tal que, a menos de 24 horas de que la pelota eche a rodar, el fútbol se ha visto relegado a un segundo o tercer plano.

¿El motivo? Que Qatar vaya a albergar la cita por excelencia del deporte rey. Un país en el que, en pleno siglo XXI, no se respetan los derechos humanos, en el que el colectivo LGTBI es perseguido, en el que los trabajadores inmigrantes se encuentran en una suerte de esclavitud moderna y en el que las mujeres siguen sin ser dueñas de sus destinos. Y todo ello pese a que se ha demostrado que la votación de este Mundial -al igual que el de Rusia, celebrado en 2018- se produjo de manera fraudulenta.

Es una desviación mental que causa daño a la mente […] Durante la Copa del Mundo sucederán muchas cosas aquí en el país y tendrán que aceptar nuestras reglas”. Estas fueron las palabras que el embajador del Mundial, el qatarí Khalid Salman, utilizó recientemente para referirse a la homosexualidad, antes de que un oficial de prensa del comité organizador del torneo le interrumpiera ante el temor de que siguiera disparando barbaridades. “Tenemos nuestra cultura de lo que nos gusta y no vamos a cambiarlo por cuatro semanas”, subrayó, por su parte, el ministro de Exteriores del país, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, después de afirmar que “el deporte nunca debe politizarse”.

Una homofobia abierta y explícita de Qatar que, tal y como se señalaba en las líneas anteriores, se suma al constante goteo de noticias que destapan las inhumanas condiciones laborales a las que han estado sometidos los trabajadores involucrados en la construcción de los estadios –en 2010, cuando Qatar fue designada como sede oficial para el año 2022, el país asiático no tenía empezada ninguna sede-. Unas obras en las que, según un informe de The Guardian, habrían fallecido más de 6.500 operarios procedentes de India, Pakistán, Nepal, Sri Lanka y Bangladesh, entre otros, y cuyas familias no habrían recibido compensación alguna.

Preguntado por estas muertes, Gianni Infantino, presidente de la FIFA desde el año 2016, además de reducir la cifra únicamente a tres –la misma tesis que defiende Qatar- dejó una frase que confirma que el mandato del suizo no va a ser muy diferente al de Joseph Blatter: “Cuando le das trabajo a alguien, incluso en condiciones difíciles, le das dignidad y orgullo. No es caridad”.

Sin embargo, los intentos de Infantino por justificar la celebración de la Copa del Mundo en Qatar –el propio Blatter ha admitido que fue un “error” permitir que esto pasara- han provocado que el máximo responsable de la FIFA haya llegado incluso prácticamente a intentar quitarle al fútbol su parte social (como si eso fuera posible), presentándolo poco más que un deporte de 22 hombres dando patadas a un balón. En este sentido, especialmente destacable fue la carta que envió él mismo a las 32 selecciones participantes instándoles a centrarse en el torneo y no permitir “que el fútbol se vea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen”.

Una especie de huida hacia delante que llegaba a su cúspide este sábado, cuando en un ejercicio bochornoso sin precedentes, Infantino ha asegurado, entre otras frases surrealistas, que “Europa debería pedir perdón por los últimos 300 años antes de dar lecciones” y que entiende a las minoras porque de pequeño era “pelirrojo” y “sufría bullying”. “La FIFA está orgullosa de estar aquí. Me cansa leer comentarios sobre gente y decisiones de hace doce años. Va a ser el mejor Mundial”, ha apostillado.

Por todo ello, ElPlural.com inicia este domingo una serie de reportajes sobre este Mundial que no deja indiferente a nadie. Un estreno que se centra en su primer tomo en los aficionados –los de verdad, no los de pega que se han dejado ver estos días por las calles de Doha-, los grandes olvidados.

“La pelota está manchada”

“La FIFA, una vez más, ha faltado al respeto a los millones de seguidores del fútbol en todo el mundo. El dinero jamás puede ir antes que la integridad, justicia, democracia o solidaridad (valores que la propia organización promulga como suyos). El comité ejecutivo encargado de dicha elección, en su gran mayoría, ha sido expulsado por diferentes delitos que no hacen más que confirmar una elección injusta y basada en sobornos. La pelota está manchada y todos a los que de verdad nos gusta el fútbol deberíamos hacer lo posible por exponer y hacer ver al resto de personas que no todo vale a la hora de celebrar el mayor evento deportivo del mundo”, denuncia Borja. “Va a ser el Mundial más aburrido de la historia, no hay ambiente de fútbol, que era lo que pasaba en los mundiales pasados. Lo que hace el dinero y el poder… como dijo Maradona ‘la pelota no se mancha’”, comenta Jhonatan.

 “Todo el que haya hecho algo porque el Mundial se celebre en un país totalitario es cómplice y tiene las manos manchadas de sangre. FIFA, federaciones, empresas de patrocinio y medios de comunicación han sido silenciados a cambio de dinero. ¿Ahora todos se llevan las manos a la cabeza? Hipócritas”, sostiene Elena. “Nos han cortado la Liga, nos han cortado la Champions, nos han cortado la Copa del Rey, a ver si con un poquito de suerte nos meten 7 y nos vamos a casa pronto”, agrega M. Luz.

“El hecho de que Qatar sea la sede escogida habla por sí solo de la pérdida de valor y ética de la FIFA como institución en la última década. El propio mundial solamente será una cortina de humo para tapar una aberración histórica, y que mancha a un deporte global pero a la vez propio de todos y cada uno de nosotros como es el futbol”, denuncia Alejandro. Una idea sobre la que incide Michael: “De facto es un intento de blanqueamiento de Qatar tremendo”. “El mundo del fútbol al final tiene valores asociados al deporte pero es un negocio que lo que importa es el dinero y todo lo que hay alrededor es secundario, con esto queda más que demostrado”, apostilla.

“El fútbol no deja de ser un negocio y se ha vendido al mejor postor”

“El Mundial es una muestra más de que al final todo lo mueve el dinero”, lamenta Irene. “En un mundo donde la igualdad entre hombres y mujeres es uno de los puntos que están a la orden del día, no tiene sentido premiar los valores contrarios”, añade. En la misma línea se muestra Rafa: “El fútbol no deja de ser un negocio y se ha vendido al mejor postor, blanqueando una sociedad donde no se respetan los DDHH”. “No creo que sea un Mundial pensando en la afición sino en un puro negocio”, destaca.

“Hasta la fecha es la mayor demostración de en lo que se ha convertido el futbol, en un auténtico negocio que se encuentra por encima de los aficionados, de los jugadores y clubes, aunque bastantes clubes han sido participes de este negocio; pero lo que más me sorprende es cómo este mundial se ha situado por encima de los derechos humanos y de la vida de las personas”, señala Diego (nombre ficticio), integrante de Valderras, un grupo de aficionados ultras de ideología de izquierdas.

Disparidad de opiniones en cuanto al boicot

Unas críticas al Mundial que, como apreciamos, comparten la gran mayoría de aficionados consultados por este medio. No obstante, esta unidad se disipa cuando se les pregunta sobre el boicot al torneo que algunas asociaciones están promoviendo.

“La FIFA ya organizó un Mundial en Rusia que no es que se caracterice por la defensa de los DDHH tampoco […] Se pueden hacer muchos actos en contra, pero el boicot me parece absurdo”, afirma Álvaro. “Al final, si España hace una buena representación, nadie va a dejar de verlo”, apunta Irene. “No dejo de ser un simple aficionado al fútbol, no creo que importe mucho si yo hago boicot o no”, añade Rafa. “Hace tiempo que no veo jugar a la selección española por cuestiones futbolísticas. No obstante, al ser el fútbol un evento social, es posible que solo vea a la selección jugar si llega a la final. Más que nada porque, si se da el caso, seguro que sale algún plan con amigos en el que es difícil decir que no”, reconoce Vicente.

“Evidentemente no se podrá dejar de seguir todo lo que acontezca en el evento futbolístico más esperado y deseado por todos los futboleros, pero con el amargo sabor de que es el Mundial de la vergüenza”, subraya Alejandro. “Un boicot no arregla nada. FIFA es la única responsable de este infame Mundial y FIFA debe de ser la que reciba la sanción, no los jugadores o los aficionados”, reflexiona Blanca.

En la otra cara de la moneda se encuentra Borja: “Sería hipócrita si criticase con dureza todo lo relativo al Mundial y luego estuviese viendo todos los partidos. Me encanta el fútbol, me vuelve loco ver a mi equipo y cualquier partido que merezca la pena. No obstante, no quiero ayudar a lavar la imagen de un país que vulnera los derechos humanos”. Mismo razonamiento que comparte Elena: “Una persona demócrata no debe ser cómplice de una barbaridad así. Aunque nos guste el fútbol y animemos a la selección, moralmente no podemos ser partícipes de una de las etapas más negras en la historia del fútbol.

“Sí que tengo pensado sumarme al boicot que se está promoviendo, puesto que, si los aficionados no nos organizamos y protestamos contra este negocio que se han montado demostramos que el fútbol está por encima de cualquier derecho, y eso no es así”, afirma Diego. “No voy a verlo porque no me parece que tenga que verlo, sé que no va a cambiar nada, pero estaré en conciencia conmigo mismo”, sentencia Michael.