Rodeado de unas enormes medidas de seguridad y una presencia policial sin precedentes, ha comenzado hoy en París el que se ha denominado como el "juicio del siglo". Se trata del inicio del proceso judicial por los graves atentados del 13 de noviembre de 2015, presuntamente cometidos por comandos yihadistas. Una noche de terror en París en el que en distintos escenarios y varios comandos asesinaron a 130 personas.

Por la mañana llegó un gran convoy policial que traía ante el tribunal en el bellísimo Palacio de Justicia, hoy tomado prácticamente por las Fuerzas de Seguridad galas, a Salah Abdeslam, el único superviviente de los comandos. Ante la atenta mirada de las cámaras y periodistas de todos los medios franceses e internacionales, llegaba por la mañana escoltado por una marea de gendarmes procedente de la prisión de Fleury-Mérogis. En esta cárcel de alta seguridad lleva más de cinco años en total aislamiento.

Desde la madrugada, todos los accesos al Palais de Justice desde las orillas del Sena fueron bloqueados con un enorme perímetro de seguridad. Según informaciones oficiales, unos mil miembros de la policía participan en este dispositivo especial de seguridad en torno a la zona del juicio y en el interior del Palacio.

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Un juicio que será el más largo en la historia de Francia ya que se prevé que dure aproximadamente nueve meses y que, salvando las diferencias, a los españoles nos recuerda al denso proceso judicial derivado de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Atocha, en cuatro trenes de Cercanías de Madrid llevado a cabo por Al Qaeda. Tampoco tiene precedentes por su número de declaraciones (unas 1.800). A todo ello añadamos el trauma social que significa recordar las horribles imagenes de aquella luctuosa y dramática noche y la inquietud y miedo de los posteriores días.

Este tribunal especial juzgará a un total de veinte acusados, supuestos participantes en diversos grados en la preparación de los atentados. Los miembros franceses del ISIS, los hermanos Fabien y Jean-Michel Clain, han muerto en Siria.
 
Este proceso intentará hacer justicia y, con ello, cerrar una enorme herida por la que aún sangra la sociedad francesa. Pero para ello, ineludiblemente, tendrá que abrirlas de nuevo con las declaraciones de los centenares de heridos que sobrevivieron a la tragedia con los testimonios que desgranen los familiares de los fallecidos, algo que no se espera que suceda hasta el 28 de septiembre. Serán sin duda cinco semanas muy duras para la ciudadanía francesa y muy especialmente para la parisina.
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La declaración más esperada

Salah Abdeslam ha iniciado la declaración ante el tribunal rodeado de una cantidad ingente de gendarmes tras conversar con sus tres abogados franceses. Se ha negado a acreditar su identidad basándose en argumentos religiosos: “En primer lugar, me gustaría testificar que no hay más dios que Alá y que Mahoma es su sirviente y su mensajero. A esta frase el presidente del Tribunal ha respondido que "eso lo veremos más tarde”. Y demandado por su profesión, Abdeslam contestó: "Renuncié a cualquier profesión para convertirme en un luchador del Estado Islámico". Más tarde se negaria a dar el nombre de sus padres: “El nombre de mi padre y mi madre no tienen nada que ver con esta historia.

Esta actitud no colaborativa no ha sido secundada por los catorce acusados ​​presentes que sí han reapondido al tribunal.

Mientras, en la calle, tras la zona acordonada, los coquetos restaurantes de la zona del Palacio estaban atiborrados de clientes. Algunos eran periodistas franceses e internacionales que hacian turno para comer en una larga mañana. Otros, franceses habituales del lugar, ponían su vista el Palacio de Justicia con una mirada que tal vez les retrotraiga a las peores imágenes de la peor noche terrorista sufrida por Francia.