Una persona permanece frente al santuario improvisado en homenaje a las víctimas de los atentados perpetrados por el Estado Islámico (EI) el pasado 13 de noviembre, en la plaza de la República de París, Francia, hoy 24 de noviembre de 2015. EFE



Steve Warren, portavoz de la fuerza militar norteamericana en Irak, dijo hace un par de días para explicar lo que harán sobre el terreno los nuevos efectivos de fuerzas especiales en vías de llegar que entre otras cosas, “nos permitirán saber si el ISIS es un Estado” (:..).

Este es uno de los puntos clave de la situación, que dura ya dos años desde que un individuo llamado Abu Baqr al-Bagdadí, iraquí, proclamó un sedicente “estado islámico” con control de partes considerables de Irak y de Siria y capital en Raqqa, una mediana ciudad siria. Un “estado” que supuestamente pretende gobernar, administrar…

Gobierno, impuestos, censura
Que se sepa, el “estado islámico” sí parece disponer de algo parecido a un ejecutivo (una mezcla imprecisa de clérigos y tecnócratas) y, desde luego, y esto merece ser destacado, un aparato fiscal eficiente… y excesivo. El miércoles, The New York Times revelaba que el régimen está perdiendo apoyo público rápidamente porque no provee eficazmente los servicios esenciales mientras aumenta los impuestos sin cesar.

Su hambre de dinero no tiene límites, ni siquiera morales. A finales del mes pasado trascendió que el “gobierno” había creado una tasa de seis mil dólares a pagar por cualquier familia de Ramadi, que deseara abandonar la ciudad… decisión tomada tras anunciar el gobierno iraquí que  se dispone a recuperarla por la fuerza.

Asimismo ha trascendido que un principio de democracia directa (algo parecido a una red de quejas a la autoridad intermediadas por imanes de barrio) ha sido paladinamente ignorado por el poder, primordialmente interesado en obtener dinero en divisas sobre todo a través de las redes islamo-terroristas y la venta de petróleo a intermediarios sin escrúpulos.

Un “califato” fantasmal
El poder autoatribuido a al-Bagdadí es principalmente el de comandante en jefe del “ejército” y del aparato de seguridad. La razón es obvia: toda su carrera en la resistencia sunní iraquí, el paso por al-Qaeda, y su papel central tras la muerte en 2010 de los fundadores del Estado Islámico, Abbu Ayub al-Masri y Abu Musab al-Zarqaui, le permitieron pasar a dirigir la organización y autoproclamarse jefe del “estado” a principios de 2013. También le ayudó su condición de licenciado – doctor según algunas biografías – en Estudios Islámicos por la universidad de Bagdad.

El sedicente “estado islámico” ha pretendido ser al mismo tiempo un “Califato”, pero la anunciada proclamación como Califa de al-Bagdadí el 29 de junio de 2014 debe ser tomada con todas las reservas porque se produjo en un momento de entusiasmo cuando, tras el hundimiento del ejército iraquí, las columnas islamistas entraron fácilmente en Mosul, la segunda ciudad del país, con dos millones de habitantes, y su llegada a Bagdad parecía cosa hecha.

Tal cosa no ocurrió y a día de hoy la situación está en vías de cambio completo: tras la tragedia de París y con una situación estabilizada sobre el terreno y con Rusia en un papel de socio no solicitado pero eficaz y los avances del ejército nacional, en Siria el ISIS afronta un porvenir más que incierto.

Un visible cambio de rumbo
Los excesos terribles de los comandos terroristas fuera del escenario medio-oriental con la muerte de cientos de civiles inocentes han terminado por soldar una nueva alianza operativa entre Francia, que lleva ahora una voz cantante llena de dinamismo y apoyo popular, el Reino Unido, que pasa a bombardear objetivos en Siria tras limitarlos hasta ahora a Irak, y… Washington, donde el cambio se opera con una   discreción táctica y por etapas.

El gran paso ha sido la comparecencia el martes ante el comité de Servicios Armados de la cámara de diputados del Secretario de Defensa, Ashton Carter, hombre sin partido y  especialista en asuntos militares, quien cree  que ha llegado el momento de recurrir de vez en cuando a operaciones por tierra.

Se ha anunciado el envío, para empezar, de 200 comandos de élite (lo mejor de las “fuerzas especiales”) que operarán donde y cuando sea preciso con la misión de volar objetivos valiosos, perturbar las comunicaciones del ISIS, matar a sus dirigentes locales, provinciales o “estatales” y, lo más importante, entrar ocasionalmente en suelo sirio si la situación lo exige o el blanco lo merece. Un regalo de Obama al colega Hollande conmocionado aún por la matanza de París. Da la impresión de que los días de “esperar y ver” e “iraquizar” la guerra como arma central del proceso en curso, han concluido.

El así llamado “estado islámico” tiene poco porvenir…

Elena Martí es periodista y analista política