La lucecita del Pardo
Mucho antes de todo esto, los ciudadanos españoles tuvieron que aguantar, durante unos cuarenta años, el entrañable cuento de la lucecita del Pardo, según el cual el sangriento dictador a veces firmaba penas de muerte a esas horas nocturnas.
Las gentes callaban
O las firmaba al día siguiente, en su despacho del palacio del Pardo. Morían -asesinados- republicanos, comunistas, socialistas y cuantos eran enemigos del régimen. Sólo oír esa palabra terrorífica –régimen-, las gentes callaban y cambiaban de conversaciones, temerosas de ir, como mínimo, a la cárcel.
El plumero con demasiada rapidez
Como Pablo Iglesias insiste tenazmente, una y otra vez, en su obsesión por acabar con el “régimen” de la Transición, cabe entender que el líder de Podemos mete en el mismo saco el régimen franquista y el democrático régimen de 1978. Pero está claro que empieza a vérsele el plumero con demasiada rapidez.
Ni izquierda ni derecha
Sigue, dale que dale, engañando al personal -ciertamente multitudinario- diciendo que su partido no es ni de izquierda ni de derecha. Vayan pasando. Pero continúan los dirigentes de Podemos sin explicar cómo es posible que un partido que se proclama de izquierdas se coja de la mano de la derecha. Lo cantaba en los cincuenta el negro Antonio Machín: “Yo no puedo creer cómo se puede querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.
Jugueteando
Tome nota, don Pablo, no vaya ser que usted también se vuelva loco jugueteando con dos regímenes a la vez y con dos ideologías a la vez también.