El presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición han protagonizado un nuevo cara a cara, alejado ligeramente de la pregunta registrada por Alberto Núñez Feijóo por el influjo del debate sobre el veto a Israel que promueve el Ejecutivo de Pedro Sánchez. El conservador recordaba a su interlocutor las dos derrotas parlamentarias que ha sufrido tras el parón estival, aunque ambas llevaban la firma de Sumar. Pero eso no quita para que éste le afeé sus ausencias en “votaciones que pierden en el Congreso”. De hecho, se ha valido de las críticas de sus socios para asegurar que “la vivienda no se arregla”, al tiempo de subrayar que su agenda política se basa en un “juego de trileros”: “¿Que imputan a su mujer? Milei; ¿Que imputan a su hermano? Trump; ¿Que su número tres sigue en la cárcel? Eurovisión”. Así, tras la salida de España de Eurovisión, ha ironizado con que los próximos pasos a modo de “cortina de humo” será exigir la retirada de la Selección del próximo Mundial o a los equipos españoles de la Euroliga de baloncesto.
El jefe del Ejecutivo, habida cuenta de que tiene “poco éxito” en sus cuitas con Feijóo, le insta a “escuchar a la ONU, que ya ha dicho que se está cometiendo un genocidio en Israel”. Como también lo opina, continuó Sánchez, más del 80% de los españoles, tal y como se refleja en las últimas encuestas del Instituto El Cano. “Los insultos no resuelven ni los problemas de las listas de espera en sus territorios ni los de acceso a la vivienda. Por eso, nosotros hemos decidido gobernar y lo hacemos con eficacia”, ha remarcado el presidente, que enumera los primeros ministros que se han sucedido en estos siete años que lleva al frente del Gobierno en países del entorno europeo, refrendando la estabilidad de su Administración frente a ellos, pero también frente a los líderes del PP: “Ya llevo tres”.
Tras recordarle las 43 iniciativas que ha aprobado el Gobierno en estos dos años de legislatura, Sánchez ha puesto a Feijóo frente a su espejo, negando la “estabilidad” de territorios con mayorías absolutas del PP como Madrid, Andalucía y Galicia, donde se han aprobado menos propuestas en el mismo tiempo. En cualquier caso, Feijóo ha rehusado del debate sobre la salud del Ejecutivo central o sus sucursales autonómicas, elevando el tono para remarcar que “la masacre de civiles debe parar en Gaza”. Asimismo, apostillaba lo siguiente: “Los civiles palestinos no son terroristas. Quién está bombardeando Gaza es el Gobierno de Israel, no el pueblo de Israel a quien usted ha condenado. Hamás es una organización terrorista y le ha felicitado dos veces. Eso es una vergüenza de la que jamás podrá alejarse”. Incluso le recriminó que, como ocurrió con el “pueblo saharaui”, sería capaz de “pactar con Netanyahu” por seguir en el poder, en un intento por despersonificar al presidente.
En último término, Sánchez no rehuyó la batalla dialéctica y precisó que su Gobierno es el “tercero más longevo” de la actual Unión Europea. De hecho, contraargumenta a su adversario deslizando que la estabilidad no la genera una mayoría absoluta, sino “gobernar para la mayoría”, valiéndose del ejemplo de un Mariano Rajoy que hostigó a las clases medias con “contrarreformas” que atentaban contra el interés general y la crisis en Cataluña. “La estabilidad que nos preocupa y ocupa es la de los sueldos, la de los pensionistas, la de los funcionarios, la de la prima de riesgo…”, abrochó.
Hechos son amores…
El testigo pasó de Feijóo a una Miriam Nogueras que utilizó sus seis minutos para recordar al Gobierno que las derrotas de sus socios en el Congreso (reducción de jornada y Oficina Anticorrupción) pueden replicarse de no atenerse a las demandas de Junts. Incluso ha acusado al propio Sánchez de “bloquear” el cumplimiento de los acuerdos con los neoconvergentes, quienes enfilan momentos de zozobra por el crecimiento inusitado de la Alliança Catalana de Silvia Orriols. De ahí que la emisaria de Waterloo en la Carrera de San Jerónimo le recrimine que esté más “preocupado” por cuestiones que “no pasan en nuestras calles”; en clara alusión al genocidio israelí en Gaza. Por ello, insistía en reorientar el eje del debate sobre las “propuestas” que los juntaires han elevado a los interlocutores socialistas.
El presidente del Gobierno pasó de puntillas por este camino espinado que le proponía Nogueras y se limitó a remarcar que tanto España como Cataluña “están viviendo uno de los mejores momentos de las últimas décadas”. Lo hizo recurriendo a la clásica batería de datos económicos e inversiones que a su juicio blindan la acción de su Ejecutivo. “Estamos comprometidos con Cataluña y los catalanes”, remató.
En cambio, Nogueras se ha cansado del “bla bla bla”. “Queremos hechos. Casi el 40% de los autónomos catalanes no llegan al sueldo mínimo”, lamentaba la portavoz de los neoconvergentes, que denuncia el rechazo del Ejecutivo a la “ley contra la ocupación o la multirreindicencia” y afeando que con la Ley de Vivienda, esta ha pasado a ser “el segundo problema de los ciudadanos”. “No es el mejor momento económico de la historia, es el momento en el que están drenando más el bolsillo de los catalanes”, remató. Sin embargo, Sánchez niega que no se cumplan los acuerdos de Bruselas y la hoja de ruta marcada con los juntaires; también en el ámbito de la aceptación de las lenguas cooficiales en Europa.
Acuerdo comercial con Trump
El pacto que cerraron Ursula Von der Leyen y el presidente de Estados Unidos ha tenido una pequeña incursión entre el ruido parlamentario. La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua lo ha puesto sobre la mesa para recabar la opinión del presidente del Gobierno con respecto al acuerdo, aunque la abertzale avanzaba que supone un “negocio redondo para Trump” y una “ruina” para el país. “Lo pagaremos los trabajadores”, avanzaba.
Sánchez mantuvo la línea que ya esgrimió cuando se recibió, reiterando que no le produce “ningún entusiasmo”. No obstante, edulcora el impacto de éste sobre la economía española, resaltando que España es de los países que menos lo sufrirá. En cualquier caso, cree que la solución para afrontar dicho convenio pasa por que la Unión Europea “diversifique” sus acuerdos comerciales con otros países. Admite, sin embargo, que el País Vasco puede estar “más afectado”, pero en ese caso ha prometido evaluar consecuentemente la evolución. Una respuesta que no ha satisfecho a una Mertxe Aizpurua que lamenta la tibieza del presidente del Gobierno.