Hace ya cuatro meses que los trapos sucios se dejaron de lavar en casa en Ciudadanos. Toni Roldán evidenció la brecha que existía en el seno de los liberales. Aquello degeneró en una cascada de renuncias y en una herida que se puede distinguir desde la estación espacial. Pero Albert Rivera quiere ahora corregir el rumbo y suturar los profundos cortes ante el posible declive electoral del partido el 10N.

Al contrario de lo que hiciera Toni Roldán, el que encabeza el movimiento contra la deriva que tomó el partido, Luis Garicano, decidió quedarse para plantar cara en la batalla de ideas desde las entrañas del partido. Es precisamente con el gurú económico naranja con quien la dirección pretende limar asperezas.

Tanto es así que, poco a poco, los puentes han ido reconstruyéndose, aunque a una velocidad extremadamente moderada. No hace ni un mes, Luis Garicano, maestro de Toni Roldán, daba el visto bueno a la reducción de marchas que Rivera intentaba imponer en su nuevo discurso, pretendiendo erigirse como la llave que abre el desbloqueo en España.

Esta postura, con algunos matices, es la que reclamaba el sector antagonista del líder, al menos parcialmente, pues exigían un volantazo similar al que dieron cuando viraron bruscamente a la derecha. Debido a este cambio de actitud (estrategia), Garicano ha hecho de tripas corazón y muestra su apoyo ‘incondicional’ al líder.

Un apoyo que encuentra respuesta en el propio Albert Rivera, quien ha comenzado a lanzar guiños al que durante años ha sido su gurú para los asuntos económicos. De hecho, el dirigente de Ciudadanos, durante su entrevista en El Objetivo con Ana Pastor, ha dicho, sin ningún subterfugio, que Garicano sería su ministro de Economía.

¿‘Sorpasso’ a De Quinto?

A priori este gesto podría entenderse como algo trivial, pero le ha situado por delante de Marcos de Quinto. Se esperaba que el fichaje estrella de Albert Rivera para los pasados comicios ocupara el puesto de un rebelde Garicano que urdía, desde el cobijo europeo, una revolución socioliberal en el seno de una formación descabezada a su entender.

Esto no sólo supuso la ruptura entre ambas partes, agravadas por el goteo de dimisiones, sino que trajo bajo el brazo una ampliación de la Ejecutiva naranja para dar cabida a los nuevos riveristas, entre los que se encontraba el propio Marcos de Quinto.

Pero de esta nueva versión de Albert Rivera se desliza un temor que crece cada vez más. Pese a la insistencia de los naranjas de que las encuestas no son definitorias – lo cual es rigurosamente cierto – se puede comprobar cómo estas han hecho mella en Ciudadanos con este nuevo bandazo iniciado con su propuesta de desbloqueo a Pedro Sánchez a comienzos de octubre y que, por cierto, fue aplaudida por el propio Luis Garicano.

Los sondeos no dejan bien a Ciudadanos. Ni siquiera regular. Las encuestas ubican al partido naranja como el partido que más apoyos perdería en las urnas. Una debacle que dejaría a los liberales con hasta 30 escaños menos en el Congreso de los Diputados. Un drama absoluto que podría incluso saldarse con un conato de rebeldía aún mayor aderezado con peticiones de dimisión, las cuales, a día de hoy, resuenan en los círculos opositores.

Futuros escenarios

De hecho, con este posible escenario ya están jugando los principales actores liberales. El 10 de noviembre no sólo está en juego el poder de Ciudadanos en la Cámara Baja, sino la propiedad del trono naranja que durante prácticamente una década ha estado ocupado por un Albert Rivera que se encuentra en el momento más frágil de su carrera política.

Es aquí donde el sector crítico podría dar la estocada definitiva a un líder malherido por la hemorragia de votos que se esfumaron. La amenaza de una oposición fuerte a Rivera sobrevuela la nave nodriza naranja, con la misma potencia que la presentación de un candidato continuista si el líder decidiera dimitir en el caso de un hundimiento el 10N.

Incluso se ha valorado el posible regreso de Toni Roldán a la vida política si se diera este caso. Cabe recordar que, para presentar candidatura en un proceso electoral interno, hay que contar con al menos seis meses de antigüedad como militante, lo cual cumple el ex responsable económico liberal en el Congreso, pues él no abandonó el partido, sino que renunció a su acta de diputado.

Esta atmósfera ha llevado a Rivera a girar de nuevo el timón en busca de un rumbo conocido pero que abandonó para dejarse querer por la derecha. El acercamiento de posturas con el sector crítico, su presentación como hombre de estado, su discurso modulado son las credenciales que muestra el líder supremo naranja como muro de contención ante la peor de las realidades posibles para su interés.