El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al expresidente del Gobierno presidente de la fundación FAES, José María Aznar (d), durante su intervención en el acto de clausura del campus de verano de la fundación FAES. EFE



“La comparecencia de Rajoy ha servido para apaciguar a los cuadros que, incluso más que los votantes, lo necesitaban, porque estaban muy inquietos”. Un alto dirigente  de una importantísima región para el PP, reconocía así a ELPLURAL.COM la baja moral que imperaba en las filas de su partido antes del pleno del Congreso. “Incluso más que en Génova, fuera de la dirección nacional, en los cuadros se veían con enorme inquietud lo que estaba pasando, no se entendía el silencio del presidente, ni su juego a la defensiva…, y para esta gente, la comparecencia fue un respiro… Una forma diferente de irse de vacaciones”.

La ópera no acaba hasta que no canta la señora gorda
"Pero -viene a reconocer también esta fuente- el problema es el convencimiento de que el juego no se ha acabado, de que la pelota sigue rodando”. Insinuaba, claro, que la pierna de Bárcenas puede aparecer en cualquier momento para volver a llevar el balón al área del Gobierno y crear mucho peligro.

En situaciones como ésta, en la política norteamericana se utiliza una expresión muy gráfica: la ópera no acaba, hasta que no canta la señora gorda. Y la señora gorda de esta historia, todo el mundo teme en el PP, incluso aquellos que no están en Génova, aún tiene mucho libreto por cantar. Bárcenas aún, temen, no ha dado el do de pecho.

Las 'victorias' valían sólo para tres o cuatro días
El antiguo ministro de José María Aznar, y por tanto compañero de Mariano Rajoy, en declaraciones a ELPLURAL.COM planteaba un símil para explicar la situación que viven en el PP: “En este asunto estamos en una situación muy parecida a la que vivimos durante la guerra de Irak… Como ahora, la opinión pública la teníamos muy en contra. Aznar acudía, sin embargo, al Congreso o daba una entrevista y ganaba los debates o ofrecía datos convincentes, y la gente del gobierno y del partido recuperaba la moral. Después de cada comparecencia, los cuadros se tranquilizaban y se cargaban de argumentos para ponerse ante los medios, o para aguantar en las reuniones de las agrupaciones…"

"Pero todo resultaba transitorio -continúa-. Aparecía en el Consejo de Seguridad aquel inspector de armas de la ONU (se refiere a Mohamed el-Baradei, entonces Director General de la Agencia Internacional de la Energía atómica, que supervisaba el proceso de control y búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak) y te hundía toda tu argumentación. Lo que tu arreglabas durante el día, te lo destrozaba éste durante la noche… Las ‘victorias’ parlamentarias te valían para tres o cuatro días, no más, y tenías que volver a ponerte a remar contra una corriente más fuerte…”.

Un verano eterno mirando a las portadas de los periódicos
Lo que viene a decir este exministro de Aznar es que la situación ahora es igual. Con sólo cambio de nombres. “Esto es muy parecido –resume-. Si todo acabara aquí…, bien. La historia estaría controlada políticamente.., y Rajoy podría hacer frente tras el verano a comparecencias y preguntas al Gobierno… Pero el problema es que lo más previsible, y todos lo sabemos, es que en los próximos días Bárcenas vuelva a hacer estallar alguna bomba de destrucción masiva, y como pasaba entonces, la comparecencia ya no te sirva, se hunda tu estrategia y toda la argumentación que habías montado para el debate no te valga para nada…”.

De momento, Rajoy y los suyos se han ido a las trincheras del verano. Pero es verdad, como reconocen esos “cuadros” a los que se refería este exministro, que todo el mundo, desde el Presidente al último dirigente provincial, cada día miran de reojo a la portada de los periódicos  esperando encontrarse una nueva revelación de Luis Bárcenas: “¿Qué va a pasar?  El convencimiento en todos los estamentos del partido, incluida desde luego la dirección, es que la comparecencia de Rajoy debiera de valer. Ya no se le puede acusar de esconderse. La gente ha quedado contenta además, de cómo fue el debate. Se le reconoce que estuvo bien, sobre todo en su primera intervención, que explicó bien todo lo que podía y resultó convincente para nuestra gente y nuestros votantes cuando se disculpó…, lo hizo bien. El problema es que esto sólo vale si no hay más, si no volvemos a leer otra andanada en una portada de El Mundo… El problema es que el verano se nos va a hacer eterno”, nos dice alguien que conoce muy bien los entresijos de Génova.

Aznar sigue pensando que todo se hizo mal desde el principio
¿Y Aznar, ese Aznar que sufrió una situación similar en sus tiempos? Alguien que se mueve en su entorno nos decía poco después del debate que el expresidente sigue enfadado. Piensa que todo llega ya tarde: “Que todo se hizo mal desde el primer día es lo que piensa Aznar. Estuvo mal no haber reconocido nada y caer en la cadena de mentiras que así convierten en incriminatorio lo que podría haberse explicado sin mucha dificultad y que hubiera podido desactivar unos hechos que han puesto a la opinión pública tan en contra… No se supo cortar y ahora ya todo es muy difícil”. En resumen, viene a decirnos esta persona, “que estamos en manos de Bárcenas, y eso es una muy mala noticia”.