Tras la conclusión del acto homenaje a las víctimas del coronavirus, Pablo Casado ha desfilado ante las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación para calificar como “preocupante” que el Gobierno ponga en duda el fallo del Tribunal Constitucional. Pero el jefe de la oposición no asumió su papel de escudero del Poder Judicial cuando Cayetana Álvarez de Toledo públicamente y otros miembros de su partido a través de los medios de comunicación, cargaron contra el Supremo por la sentencia del procés, censurando, incluso, el mutismo del líder conservador.

Toda vez que Felipe VI arrancara los aplausos de los asistentes al homenaje en los aledaños del Palacio Real, las reacciones de los líderes políticos presentes se sucedieron. Pablo Casado fue de los primeros en atender a los medios de comunicación tras el emotivo homenaje a las víctimas del Covid y su discurso se plagó de críticas al Gobierno por poner en tela de juicio el fallo del Tribunal Constitucional sobre el primero de los estados de alarma decretados por el Ejecutivo.

Casado ha instado a Pedro Sánchez a estructurar un marco legal mediante una ley orgánica que permita “limitar la movilidad y tomar medidas para frenar los contagios. Acto seguido, aludió a la sentencia del Constitucional, señalando que “ratifica nuestra posición” de que el instrumento utilizado en los peores momentos de la pandemiano fue el adecuado”.

El jefe de la oposición ha reprochado al Ejecutivo que “ponga en dudas la sentencia del Tribunal Constitucional” como hizo con las del Supremo “sobre los indultos”. Casado ha calificado las reacciones de miembros del gabinete de Sánchez como la ministra de Defensa, Margarita Robles, o la titular de Justicia, Pilar Llop, como “preocupantes”. “Esto no se ha visto nunca”, ha censurado el líder conservador.

Sí se ha visto antes

 Lo cierto es que sí han ocurrido hechos similares en los últimos años tan frenéticos y turbulentos en lo político. De hecho, sucedió en las filas de su propio partido, cuando Pablo Casado fue el foco de las críticas de sus correligionarios – tanto en público como en privado - al adoptar una postura inmovilista ante la sentencia del Alto Tribunal sobre los nueve líderes del procés en el ‘lejano’ 2019.

El Partido Popular dejó claro que lo ocurrido en Cataluña entre septiembre y octubre de aquel convulso 2017 fue “un golpe”. Por lo tanto, los conservadores elevaron sus críticas hacia el Alto Tribunal por aplicar el tipo penal de la sedición en lugar de la rebelión. Un debate que dividió a Génova entre los partidarios de combatir el relato independentista arguyendo que ésta fue poco más que un delirio de grandeza y una ensoñación y los que defendían la ejemplaridad de la sentencia.

Pocas voces tuvieron el valor de mostrar sus discrepancias ante la postura adoptada por Pablo Casado, pues casi todas ellas se movían entre bambalinas, utilizando a los medios como altavoz de una voz de autoridad anónima que emergía como elemento disruptor en el frágil edificio de Génova 13.

Que la acatemos no significa que no podamos criticar algún aspecto puntual

El Mundo, en octubre de 2019, recogió algunas de estas reacciones discordantes, de aquellos quienes anhelaban un perfil más “contundente” por parte de su líder. “Que la acatemos no significa que no podamos criticar algún aspecto puntual”, deslizaron fuentes destacadas del organigrama popular al diario de Unidad Editorial. Mostraban, amparándose en la protección que otorga la sacrosanta palabra fuente, su incomodidad ante el discurso que debían defender ante la presencia de hordas de cámaras y micrófonos.

Entre tanto, el círculo de Casado se defendía del fuego amigo justificando que la decisión tomada corresponde con la pátina de “institucionalidad” de un partido que es “alternativa de Gobierno”. “Él estuvo donde tiene que estar”, destacaban en Génova mientras explicaban que el Partido Popular no podía arriesgarse a desacreditar la labor del Alto Tribunal “bajo ningún concepto”.

Álvarez de Toledo, sin pelos en la lengua

Fiel a su estilo, la por entonces portavoz parlamentaria de los populares fue la primera en confirmar, ante los medios de comunicación, que el debate y la división existían en el seno del partido. Fue la primera dirigente en escenificar su más absoluta disonancia con su jefe. En una entrevista concedida a la Cadena COPE, Álvarez de Toledo explicó que, a pesar de no saber si “me conviene hablar claridad”, le cuesta “disimular mi decepción con algunos aspectos de la sentencia”.

“Me resulta sorprendente que un golpe a la Constitución pase por una ensoñación para presionar y negociar”, sentenció en las ondas de la emisora de los obispos. No obstante, la portavoz parlamentaria del PP entiende que había que “defender, respetar y acatar” la sentencia.

Pero Álvarez de Toledo defiende que el juicio que “algunos hacemos” pueda diferir al que emitió el Alto Tribunal. “Yo comparto la posición de la Fiscalía: lo vivido el 6 de septiembre o el propio 1-O no me pareció un simulacro ni una ensoñación”, remachaba la dirigente conservadora, quien tampoco quiso calificar la declaración unilateral de independencia como una “quimera” o un “señuelo” para negociar con el Estado.

Me resulta sorprendente que un golpe a la Constitución pase por una ensoñación para presionar y negociar

Posteriormente, agregó que esta interpretación pertenece al más puro raciocinio personal. “Es decepción personal mía”, argumentaba Álvarez de Toledo, quien destacó que es “perfectamente compatible” con la “absoluta” defensa del Estado de Derecho y del “respeto a la sentencia” del Supremo.

Yo comparto la posición de la Fiscalía: el 1-O no me pareció un simulacro ni una ensoñación

También la fundación de José María Aznar, FAES, evidenció su incomodidad ante la postura de Casado y el fallo emitido por el Alto Tribunal. “Era perfectamente razonable que se sostuviera que una actuación como aquella implicaba una violencia inherente a un poder público al margen de la ley”, sentenciaron desde el think tank conservador. En resumen, el organismo del ex presidente del Gobierno, al igual que Cayetana Álvarez de Toledo, entendían que se trataba de un “golpe” y, por tanto, de “rebelión”.