Hace ya demasiado tiempo que la política ha vuelto a ser una pelea permanente entre políticos en una televisión que ya ni siquiera es la música de fondo en los hogares españoles. España es un país en cambio, pero parece que ninguno de los líderes políticos de hoy se quiere hacer cargo del país que somos, y desde luego ninguno de hace cargo de proponer un rumbo, una visión de la España que aspiramos a ser.

Me ha resultado especialmente descorazonadora la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como nueva muestra del abismo que separa el Palacio de la Moncloa de la vida cotidiana. Las palabras del presidente sirven, y mucho, a la guerra de relatos, pero es intrascendente en la vida de quien no está ni se le invoca en el campo político actual.

La ruptura de España no se está produciendo por la comunidad autónoma en la que uno habita, ni por el país en el que nació, sino por la relación que uno tiene con  el derecho fundamental a la vivienda; cada día se ensancha más la desigualdad entre quienes son propietarios de una vivienda y quienes viven de alquiler.

Las palabras de Sánchez sirven en la guerra de relatos, pero son intrascendentes para quien no está en la trinchera política

Y no es baladí, porque es un problema de hondas raíces, difícil  solución y múltiples incidencias económicas, políticas y sociales, que abre una brecha entre generaciones que amenaza con hacerse insalvable.

Pero el presidente no parece saberlo, en su comparecencia dividió el país entre optimistas y agonías, quería situar en el segundo grupo a la oposición que no reconoce lo bien que va la economía y los éxitos de este gobierno.

Me hago cargo del ánimo vital de mierda que le acompaña desde hace meses, humanamente entiendo por lo que está pasando. Entiendo que se siente en guerra y que solo ve el barro de cada batalla mediática diaria, sin embargo no puedo entender que nadie en el equipo de gobierno equilibre el comprensible desequilibrio humano del acoso y derribo al que está sometido.

No hay mayor error en política que dejarte arrastrar al campo donde te quiere tu enemigo

No me creo que nadie de ese entorno haga un sencillo ejercicio: busque en idealista un piso en la provincia de Madrid que pudiera pagar una persona sola con el salario más habitual. No encontrara ni una centena de opciones en todo Madrid por menos de 800 euros, más de la mitad del 50% del salario más común en la región.

Con este dato, el señor presidente ¿dónde cree que se ubicarán todas las personas que tengan que alquilar un piso en los próximos meses? ¿En los optimistas o en los agonías?

No hay mayor error en política que dejarte arrastrar al campo donde te quiere tu enemigo. Desde la carta del hombre enamorado, el presidente no sale del lodazal donde quiere verlo la derecha, y el pueblo que hace un año le regaló una victoria por la que nadie había apostado, ha dejado de mirarle chapotear en el barro, porque bastante tiene con buscar piso.

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