1. ¿Rebeca? ¿Qué Rebeca?

La revelación sobre los baboseos del ex alto cargo de Moncloa Paco Salazar con sus subordinadas y la inacción del partido para investigarlos ha propiciado a su vez otra inesperada revelación, menos embarazosa que la primera pero quizá más elocuente: la de que el PSOE tenía una nueva secretaria de Organización. Rebeca Torró (Onteniente, 1981) ocupa el tercer cargo más importante del partido desde el pasado 5 de julio, pero ha sido esta semana, seis meses después, cuando ha dado su primera rueda de prensa, a cuenta precisamente del caso Salazar. 

En su comparecencia Torró no dijo mucho y casi todo lo que dijo sonaba a escrito por alguien; en los cortes televisivos de la comparecencia se la ve insegura y algo nerviosa ante el morlaco que le había caído en suerte lidiar. También es mala suerte: seis meses sin pisar los ruedos y te toca vértelas con un bicharraco imposible. Esa tarde, después de seis meses seis en el cargo, Torró no fracasó pero tampoco triunfó. Toreó como buenamente pudo, pero fue como si no hubiera toreado porque tras su anodina faena el astado regresó tan ricamente a los toriles, contoneando con garbo sus cuartos traseros. El caso Salazar era demasiado toro para la voluntariosa pero poco bragada novillera de Ontinyent.  

¿Una número tres invisible es una número tres de verdad, alguien con existencia real y efectiva a quien sus inferiores orgánicos escuchan, respetan, obedecen, temen, llegado el caso? Poco probable. Jefe, que te llama Rebeca. ¿Qué Rebeca, muchacho? Rebeca Torró. ¿Y quién coño es Rebeca Torró? La secretaria de Organización del partido, nuestra jefa directa. Ah, vale, claro, ya caigo, joder, qué cabeza la mía, esto… eh… sí, dile que he salido a visitar a una tiíta mía muy anciana que está algo pachucha, pero que a mi regreso le devuelvo la llamada sin falta, hoy mismo o como muy tarde mañana si mi tía no empeora. 

2. Alarma: se nos van las mujeres

El caso de la secretaria de Organización invisible sugiere, susurra sobre el Partido Socialista cosas no menos graves de las proclamadas a grito pelado por la escandalosa inacción en el caso Salazar, el hombre que a vez era el adjunto a Torró en la Secretaría de Organización. El PSOE sabe que tiene que hacer algo consigo mismo pero no sabe muy bien qué. Pedro Sánchez está hoy más cercado que ayer pero seguramente menos que mañana. Malos tiempos. El poder del ‘Perro’ se tambalea. 

La derecha creyó que podía hacer caer a Sánchez a cuenta de su ley de amnistía y al final se ha encontrado con que tal vez sea más fácil tumbarlo por la vía del ‘Me Too’. Es raro ver al PP envuelto en la bandera del feminismo, pero mejor eso que verlo del bracete con Vox haciendo burla de trans y de machorras. Los casos de acoso o abusos sexuales se han multiplicado como setas en apenas unos días: Madrid, Lugo, Torremolinos, Benalcázar, Almusafes, Valladolid… El precio que pagará el socialismo no será bajo: un porcentaje significativo de mujeres le está retirando su apoyo electoral. Un 31 por ciento de ellas lo votaron en 2023. Ese porcentaje ha bajado cinco puntos en unas semanas. Alarma roja. Atención a todas las unidades. Las mujeres se nos están yendo. Repetimos: las mujeres se nos están yendo. ¿Qué hacemos?

3. Ironías de la vida animal

Ironías de la vida animal: llevan los lobos de la derecha dos largos años acosando al ‘Perro’ pero sin lograr hincarle el diente en ningún órgano vital, y al final va a ser una inesperada jauría de chuchos de la propia camada quien amenace su supervivencia. Ábalos, Cerdán, Salazar: tres nombres malditos que compartían un mismo collar con las iniciales P. S. grabadas a fuego. Los tres nombres convergen en P punto Sánchez, que fue quien los elevó a las altas responsabilidades que desempeñaban. Se busca secretario de Organización que no robe. Se busca director de Coordinación Política de la Moncloa que no babosee. Se busca Oficina Antiacoso que se tome en serio el acoso. 

4. Aparición de la Virgen a Sánchez

Pero, como diría el otro, podría haber sido peor. Mucho peor. A Sánchez vino a verle la Virgen con ocasión de las denuncias contra Paco Salazar por baboseo sexual y abuso de poder. Aunque luego el partido no las investigara debidamente, de no haberse producido tales denuncias meses atrás Salazar se habría convertido en el sustituto como secretario de Organización de Santos Cerdán, destituido por ladrón tras suceder en el cargo a José Luis Ábalos, cesado a su vez por lo mismo. Un ladrón en la cúspide de Ferraz se puede soportar; dos ya es más difícil, pero dos ladrones y un baboso coincidiendo en el mismo cargo no hay organización que lo aguante. Un Salazar cuya conducta rijosa hubiera trascendido ocupando ya el cargo de secretario de Organización del PSOE por decisión unilateral de Sánchez habría sido letal para el presidente.

5. Miré los muros de la patria mía

Con la Justicia y la Guardia Civil llamando dia sí y día no a las puertas del Gobierno, con las mujeres aporreando los muros de Ferraz, con los aliados socavando los cimientos de la investidura y con Yolanda Díaz intentando volver a ser Yolanda Díaz, las opciones de Pedro Sánchez para resistir hasta 2027 son cada día más escasas. Mientras, los socialistas más cándidos fantasean, como niños perdidos en la noche, con que al jefe se le ocurra alguna genialidad que los saque del negro túnel en que andan metidos: la jugada audaz, el caño mágico, el conejo en la chistera, el arma milagrosa, un nueva aparición mariana… 

No es probable. El presidente parece haber apurado todos sus recursos, agotado todos su trucos, disparado todas sus armas. La resistencia será dura. Los números del Congreso de los Diputados certifican una impotencia legislativa abocada a convertirse en inoperancia política. La alternativa menos mala seguramente sea hacer coincidir las generales con las andaluzas de la primavera o el verano, pero para eso faltan todavía cuatro, cinco, seis meses: tiempo suficiente para que aparezcan las primeras grietas en los muros de Ferraz, tiempo de sobra para que broten nuevas setas venenosas en los agostados jardines de la Moncloa.