Podría sorprender. Se produce un enfrentamiento entre una de las empresas punteras españolas y un país extranjero y el ministro del ramo, el de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ni siquiera abre la boca... Podría sorprender en todas partes, menos en el propio ministerio. Y es que allí saben que al contrario de lo que debiera ser, el actuar responsable de la diplomacia española no genera confianza sino todo lo contrario. Tensa, crispa, incomoda.

El nada diplomático jefe de la diplomacia
Los diplomáticos saben que sus intervenciones y declaraciones en situaciones difíciles no conducen al entendimiento sino a la crispación. Y tienen muchos ejemplos de ello. "Hace exactamente lo opuesto de lo que debería propiciar un Ministro de Exteriores; en lugar de crear un ambiente de “negociación diplomática”.., su especialidad es ahondar en las diferencias", nos dice un embajador que lo sufre.
 

García-Margallo con su gran valedor, Rajoy, con el que mantiene una estrecha relación de amistad. Foto EFE

 

 


El mismo tono de prepotencia y cierto paternalismo que mantiene en el ministerio, como hemos reflejado en otras informaciones de ELPLURAL.COM, también es el que caracteriza sus reacciones con los Gobiernos de otros países, cada vez que estalla una crisis (más allá de su tan criticada falta de 'amor al trabajo' y su resistencia a coger el avión y acudir a donde debiera estar, que le valieron el calificativo de 'ministro más vago')

El tono de prepotencia como sello de identidad
"Es un tono de prepotencia, de 'chuleta', que no responde a un calentón puntual, sino que se ha convertido en su sello de identidad", nos dice un diplomático. Y nos dan ejemplos.

Ha ocurrido en el manejo de expedientes de máxima importancia para la diplomacia española como es el caso de Gibraltar, en el que el ministro Margallo, utilizando expresiones salidas de tono como aquel exabrupto en los pasillo del Parlamento Europeo nada más ser nombrado Ministro (¡Gibraltar español!), o más adelante sus despreciativas expresiones “el recreo se ha terminado”, o “la relación de confianza se ha roto”, dirigidas al Gobierno británico, tuvieron un claro efecto: aumentar la tensión, de manera innecesaria, entre el Reino Unido y España, y de paso trasladar a los ciudadanos españoles un problema que debía haber sido solucionado por cauces diplomáticos.

De Gibraltar a Argentina
Y es que fueron los vecinos de la zona los que sufrieron la 'diplomacia de la chulería' de Margallo con colas de varias horas en la verja de Gibraltar y los pescadores de Algeciras, los que vieron cómo el clima de tensión se volvía contra sus intereses. Y finalmente fueron los empresarios los que padecieron por esa innecesaria tensión al ver dificultadas sus exportaciones al Reino Unido... Muy publicitado resultó el caso de los exportadores de vino, que se encontraron con distribuidores británicos que vetaron durante un tiempo los vinos españoles.

Esa falta de continencia verbal de García-Margallo, como se ve, y es lo más grave, no sólo afecta a los diplomáticos, sino que también ha resultado negativa en la resolución de controversias comerciales, como es esta entre Sacyr y la Autoridad del Canal de Panamá. Razón que ha llevado a los propios implicados a evitar la presencia del ministro en esta crisis, conscientes de que podría reproducir un capítulo de tensión como la que protagonizó, por ejemplo, en el asunto de REPSOL e YPF en Argentina.

La coalición internacional contra Buenos Aires..., que nunca existió
Rebobinemos un poco en el tiempo. En plena discusión sobre si finalmente se nacionalizaba un porcentaje de YPF, quien se supone que debería encabezar la diplomacia española se dirigió a las autoridades argentinas con manifestaciones amenazantes sobre la posible ruptura de relaciones bilaterales, y bravuconeó sobre la formación de una gran coalición internacional para aislar a Argentina (llegó a decir, respecto a los supuestos contactos con diversos países: “Hemos tenido muchos contactos con otros países, unos los cuento y otros no los cuento").

Para escarnio suyo, y por contagio de todos los españoles, lo que quedó es que aquellas amenazas no eran sino un cuento. Hubo nacionalización de YPF. Y no hubo nada más. Las amenazas de Margallo de romper relaciones bilaterales no se realizaron, a pesar de la amenaza con la que se llenó la boca (algo que por cierto debemos agradecer considerando que, según datos del ICEX, las relaciones comerciales España-Argentina suman más de 3.000 millones de euros). Y mucho menos, claro, se concretó la amenaza de aquella supuesta coalición internacional para aislar a Argentina. Más bien, al contrario, lo que realmente ha ocurrido es que empresas de México y Estados Unidos han asumido la explotación de recursos de la que fue expulsada REPSOL.

Bravuconería en las relaciones con Latinoamérica
Ese mismo tono bravucón, de 'chuleta', que exhibe Margallo, se ha repetido en otros escenarios.., especialmente en Latinoamérica. Fue, por ejemplo, el caso cuando hubo que defender los intereses de Red Eléctrica en Bolivia (TDE, Transportadora de Electricidad), país al que el 'conquistador' García-Margallo amenazó con la suspensión de la cooperación al desarrollo de España, como si la cooperación contra el hambre y la pobreza en el mundo pudiera utilizarse como un arma arrojadiza en peleas empresariales. El resultado de la amenaza del ministro de Exteriores nuevamente quedó en nada, pero dejó un rastro amargo de prepotencia y de mal entendimiento en las relaciones entre España e Iberoamérica.

Los países de América Latina han tomado nota de esta política exterior pendenciera y amenazante de Margallo. Pero también han tomado nota las empresas españolas, que, como ahora en el caso de Sacyr, no ven en él un defensor de sus intereses, sino más bien un obstáculo para la resolución de controversias. Por eso, en este nuevo episodio entre la constructora y Panamá, el ministro Margallo ni está..., ni nadie desea que esté.