Fue crucial en la decisión final de Junts para la investidura de Pedro Sánchez, pero el avance de la legislatura en este primer asalto hace que las reuniones en Suiza hayan cobrado un segundo plano. Al menos así lo creen en el fuero interno del partido neoconvergente, cuya dirección, según informa el diario El Mundo, creen que los encuentros fuera de las fronteras españolas son ahora mismo una vía absolutamente muerta, máxime después de que los socialistas aceptaran la Ley de Amnistía y la restitución de Carles Puigdemont como principal interlocutor en cuestiones catalanas.
Las reuniones bilaterales fueron de las primeras exigencias que Carles Puigdemont puso sobre la mesa de negociación con la delegación socialista. Encuentros cara a cara para explorar el apoyo de los siete parlamentarios neoconvergentes a su investidura. Respaldo que se conquistó tras aceptar la Ley de Amnistía que solicitaban desde Junts para restituir al que fuera Molt Honorable hasta el año 2017, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy aplicó el 155 y forzó el movimiento de placas tectónicas en Cataluña en el marco del proceso separatista.
Así, en estos primeros encuentros entre socialistas y neoconvergentes se determinó un protocolo, seguido de una agenda de reuniones bilaterales entre el PSOE y Junts, al mismo rango de las que mantenía -y lo sigue haciendo- con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Consolidados los primeros pasos, tras un año de relación de conveniencia, los catalanes creen que empiezan a deteriorarse. De hecho, hay quien apunta, desde la estructura independentista, que no sirven absolutamente para nada y que se trata de una vía totalmente amortizada y muerta.
En Junts, según el citado medio, consideran que tras la obtención de la amnistía y con la “humillación” que le atribuyen al PSOE, poco pueden esperar ya de estos encuentros. Defienden, en paralelo, que sigan registrándose, pero rebajan el suflé de los contactos fuera de las fronteras españolas. Aún con todo, los de Carles Puigdemont subrayan que estas han contribuido a demostrar la “desesperación y debilidad” Sánchez. Por ello, recuerdan que en la reunión con el número tres de los socialistas, Santos Cerdán, y el expresident catalán. Mientras, los separatistas aprovechan para dotar de valor simbólico a estas teorías.
Una relación tocada
Sin perder de vista la senda de estabilidad, que está ahora mismo sobre la mesa de negociación entre Junts y Moncloa, los independentistas ven en la investidura de Salvador Illa como un obstáculo difícilmente sorteable que lamina la relación entre sendas formaciones. De hecho, lo interpretan como una traición del exministro de Sanidad. Creen que, de haber reununciado a presentarse, podría haber reestablecido todos los lazos con el Estado, al ser una posición sine qua non de las demandas neocoonvergentes. En este sentido, Junts buscaba la abstención socialista para reinstaurar a Carles Puigdemon como president de la Generalitat.
Sin embargo, al catalogarla de “descabellada”, los socialistas optaron por no abrir una guerra con el PSC y exhibir una mayor preocupación para recuperar el poder en Cataluña y con Illa. No obstante, este punto ya fue motivo de ruptura en su relación con Sánchez, de quien, dicho sea de paso, no terminaban de fiarse del todo. Algunos, de hecho, lo calificaban como un “trilero”.
La distancia, por tanto, intentó estrecharla el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zatapero, quien intervino en la negociación de la lay amnistía fue determinante y en esta ocasión pidió a los nacionalistas que entendieran “los esfuerzos y riesgos” que asumían los socialistas al aprobar la amnistía. Sin embargo, la mediación, siempre según esta información, no surtió efecto para el expresidente. Tampoco la aprobación del perdón del Estado lo hizo, dado que no ofrecía ningún paraguas legal para el expresident.
El transcurrir de los últimos informes carga de razones a Junts, habida cuenta de que el PSOE les transmitió que no podían garantizar que el Tribunal Supremo le estabilizara. Por lo tanto, el número tres del PSOE, Santos Cerdán, le expuso a Puigdemont que no podían contolarles. Entienden que Sánchez no ha hecho demasiado por presionar a los jueces, ejemplificando su argumentación sobre las maniobras que defienden a la mujer del preso.