Yanitos, viaje al corazón de Gibraltar 1713-2013 es la última obra de Juan José Téllez, periodista, escritor, poeta. Narra las vivencias de los campogibraltareños desde Utrecht hasta el presente, el contrabando en los siglos XVIII y XIX, la acogida de los refugiados de los dos bandos en la Guerra Civil, la evacuación masiva de la población durante la II Guerra Mundial o el cierre de la Verja. Experto en el tema, Téllez ha manifestado en esta entrevista con ELPLURAL.COM que “El Reino Unido levantó la Verja, pero España la ha convertido en un fetiche”
P. Desde Gibraltar, ¿cómo se ve a España?
R. Los gibraltareños no sólo se sienten acosados por España. También desconocidos. A veces, los medios de comunicación se empeñan en presentarles como unos andaluces que quieren ser ingleses. Ellos, por lo común, quieren ser británicos y gibraltareños.
P. ¿Y la Línea?
R. La Commonwealth abarca desde Australia a Canadá. Gibraltar es lo que denomina el tópico un crisol de culturas. Desde hace tres siglos, allí ha ido quedando el rastro de numerosas culturas: la andaluza, la inglesa, la genovesa, la maltesa o la sefardí, por ejemplo. La Línea de la Concepción nació al rebufo del colonialismo inglés en Gibraltar. Desde su origen, fue una ciudad que vivía indirectamente de la economía del Peñón, incluyendo el contrabando pero también muchas otras actividades legales.
P. ¿Cómo se sienten sus habitantes?
R. La Línea se siente castigada por el Estado español. Cuando a partir del cierre de la frontera en 1969, se industrializó la zona, su exiguo término municipal sólo recibió una empresa que cerró por fraude, «Confecciones Gibraltar». Ahora, La Línea vuelve a verse perjudicada por las restricciones en el paso fronterizo. Sus trabajadores tardan mucho en cruzar y los gibraltareños no cruzan a consumir en La Línea. Todo sea por el patriotismo. Es curioso: con tanto patriotismo le estamos fastidiando la vida a nuestros compatriotas.
P. ¿Qué tal cree que lleva Fabián Picardo ese papel de malo de la película que le adjudican aquí?
R. Fabián Picardo pertenece a la generación de gibraltareños que creció con la Verja cerrada. Creo que es una persona inteligente y sensata, pero tampoco conoce bien a España, ni cómo funcionan determinados resortes, que tienen que ver con la articulación de la sociedad civil, pero también con el populismo. Es consciente de que existe una caricatura sobre su persona que resulta complicado refutar. Cuando se crea un estereotipo mediático, es muy complicado deconstruirlo.
P. Sobre todo porque las cosas se van liando.
R. Es que en cualquier caso, su gobierno ya está tardando en buscar una solución satisfactoria para el litigio sobre la pesca, que es el principal pretexto que viene usando el PP para arremeter contra Gibraltar. A La Moncloa se le puede reprochar que haya utilizado este tema con premeditación y alevosía. No sé si el Gobierno de Picardo ha actuado con torpeza, pero desde luego lo ha hecho con lentitud.
P. En su libro pasa revista al contencioso "desde la perspectiva de la gente corriente". ¿Cuál es esa perspectiva?
La de la gente de la calle, aquellos gibraltareños y campogibraltareños que llevan tres siglos intentando ganarse la vida cotidianamente, entre fanfarrias, discursos imperiales y contenciosos más propios del antiguo régimen que de una Europa postmoderna. En mi libro, pretendo darle sitio a todos los exiliados de uno y de otro lado, a los contrabandistas, a los corsarios, a los bandoleros, a los espías, a los escritores, a los pintores, a los músicos, pero también a los trabajadores del astillero, a los pescadores, a las matuteras, a los ecologistas o a las asociaciones contra la mafia, entre muchas otras voces.
P. ¿Y cómo lo viven?
R. Los campogibraltareños vivimos el contencioso como un “dèja vu”. Periódicamente, escuchamos las mismas proclamas, el mismo cruce de acusaciones, la misma sarta de discursos hueros. Tendríamos que orear el desván de la convivencia, apostar por una línea de comportamiento político que no cambie cada vez que cambie el inquilino de los respectivos gobiernos.
P. ¿Cuál es el camino?
R. Entiendo que una cosa es seguir discutiendo sobre la españolidad o no de Gibraltar, y otra facilitar los contactos para que el día a día no sea una pesadilla, ni en la frontera, ni en la bahía, ni en lo que respecta a los trabajadores, a los escolares o jubilados o simplemente a quienes pretenden cruzar por ocio dicho paso. Pero que también podamos trabajar conjuntamente, por ejemplo, para frenar la contaminación de la bahía. Yo no veo banderas sobre esas aguas hartas de vertidos de uno y de otro signo, por más que en el Foreign Office o en Santa Cruz lo único que parezca interesar es la titularidad de las mismas.
P. Afirma en su libro: “Hoy en día se juega con los sentimientos de mucha gente alrededor de una frontera caduca y retrógrada”. ¿A qué se refiere?
R. El Reino Unido levantó la Verja, pero España la ha convertido en un fetiche. Si hay una frontera absurda en el mundo es esta. En el pasado, la levantaron intereses militares pero creo que ahora se sostiene por motivos políticos y financieros.
P. “Estamos en una de las fronteras más diminutas del mundo, pero también en una de las más cerradas”. ¿Qué papel juega cada uno de los dos países?
R. No corren buenos tiempos para Schengen en el Reino Unido, ni los gibraltareños se sentirían seguros sin dicha cancela, pero España no puede abrirla y cerrarla a su antojo como un grifo. No puede traficarse con el libre movimiento de los seres humanos.
P. “Hay una trama de hipocresía en torno a Gibraltar que alimenta el imaginario sobre el conflicto que está enfocado de manera equivocada”. ¿En qué consiste esta hipocresía?
R. Hay mucha gente que vive del status quo actual de Gibraltar. Si de repente llegáramos a un acuerdo, que no lo veo posible, habría que plantear un ERE para la economía sumergida, pero también para buena parte de nuestros diplomáticos y tertulianos.
P. Y resalta usted que eso recae en los ciudadanos
R. En La Línea, existe una larga angustia. En su día, fue una ciudad próspera, cuando en media España corría el hambre. Hoy, el paro allí es estratosférico. Y lo único que se le pide desde el Estado que debiera protegerla es resignación. Con una simple bandera no se llega a fin de mes. Sería deseable que hubiera soluciones de futuro para dicha ciudad, sin que tenga que depender eternamente del Peñón o de las limosnas del subsidio.
P. Si le pregunto: ¿Gibraltar español? ¿Qué le sugiere?
R. Me gustaría que España recobrara su soberanía plena, tanto en materia económica como en política, más allá de las troikas, de los hombres de negro, del Bundesbank, de la base de Rota o la de Morón. Y lo mismo que deseo para mi país, deseo para todos. Incluyendo a Gibraltar. Gibraltar, para quien lo sueña.
Yanitos. Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013), obra de Juan José Téllez, se presenta este martes 18 de febrero a las 19:30 horas en la Residencia de Estudiantes. Calle Pinar, 21 de Madrid.