Ya ha pasado una década desde aquel 10 de junio de 2003 en el que el golpe de dos tránsfugas socialistas cambió la política madrileña y en buena medida la nacional, un aniversario que ha llegado precedido de alguna novedad periodística, como la difusión de un organigrama de la trama atribuido al propio Eduardo Tamayo. Este lunes se ha presentado también El tamayazo. Crónica de una traición, donde se aborda todo aquel escándalo.

"Quedan muchas preguntas sin respuesta"
El autor, el periodista Felipe Serrano, admite que “nunca he sido tan ingenuo para pensar que iba a descubrir las verdades ocultas del caso, el PSOE que era el principal interesado no pudo”. “Tal vez si la investigación judicial se hubiera abierto, tal vez si el PSOE hubiera cumplido su promesa de afrontarla, tal vez…”, apunta el periodista, que se muestra muy escéptico sobre las posibilidades de que se pueda cerrar definitivamente ese triste capítulo de la democracia española: “Quedan muchas preguntas sin respuesta… ¿se pagó? ¿Quién? ¿Cuánto? El tamayazo es un complejo puzle (…) todos tienen algún motivo para sentirse incómodos”. En cualquier caso, el autor bromeó con que al final del acto iba a pasarse por el río Manzanares a echar un vistazo: “Hay cadáveres que salen a flote diez años después…”.

Sobre las traiciones internas en el PSM que permitieron el golpe de Tamayo y Sáez, Serrano recordó unas palabras de Joaquín Leguina sobre que a Jesús le falló uno de los doce apóstoles y aquí la proporción era menor, dos diputados de un grupo de 47. Pero el periodista recordó una diferencia sustancial: Judas se vendió por un puñado de monedas y acabó pagando por ello, aquí nadie lo ha hecho. Tampoco hay “arrepentimiento ni sentimiento de culpa” por parte de los tránsfugas. En cualquier caso, advierte de que “todos tienen algún motivo para sentirse incómodos” con este escándalo.

Un repaso por nombres claves
En este libro-crónica se habla de la lista de llamadas previas al espantada de los diputados socialistas; de los constructores Bravo y Vázquez que les dieron cobijo en un hotel; del exsecretario general del PP, Ricardo Romero de Tejada, que aquel mismo día se reunió con ambos empresarios; de José Luis Balbás, el socialista de Renovadores por la Base que exigía más en el seno del PSM y que reivindicaba como propios a Támayo y Sáez; de las presiones al PP del propio Tamayo, que ahora está haciendo negocios en Guinea Ecuatorial; de aquel guardaespaldas, José Antonio Expósito, que decía ser del CNI y amagó con tirar de la manta y fue contratado por Intereconomía…

De los lodos del ‘tamayazo’ a los barros de Gürtel
Durante la presentación del libro el trabajo de Serrano ha sido avalado por el también periodista Carmelo Encinas, que fue su jefe en la SER y ha insistido en que su compañero es un profesional riguroso y concienzudo con los hechos. En la obra no se especula. Encinas sí ha aventurado una opinión: no cree que Esperanza Aguirre estuviera en primera línea de lo sucedido, pero tampoco que pudiera ignorar los “oscuros intereses” que había detrás de aquel “atentado democrático”. Y de aquellos lodos, barros como los de la Gürtel que han manchado numerosos Ayuntamientos madrileños y al propio Gobierno regional.

Lo que pudo ser y no fue
Serrano ha hecho asimismo un ejercicio de “periodismo-ficción”, el que aquel 10 de 2003 arrojaba a un Simancas presidente de la Comunidad de Madrid, a una Aguirre portavoz parlamentaria, a unos empresarios inmobiliarios, sanitarios y educativos muy descontentos, a un preocupado Miguel Blesa (unos días antes el que iba a ser presidente de la Comunidad había advertido de que se agotaba su tiempo al frente de Caja Madrid). Entre el público, el propio Simancas escucha amable y pacientemente la enésima recreación de lo que pudo ser y no fue. Al término del acto ELPLURAL.COM ha charlado con él y el diputado sí ha mostrado su confianza en que algún día se sepa la verdad, recordando las presiones de Tamayo al PP. En cualquier caso el diputado también advierte de que algunos quizá recuperen la memoria cuando prescriban los posibles delitos.