Después de un estado de alarma a nivel nacional y a pesar de haberse decretado varios confinamientos, el coronavirus sigue golpeando con fuerza a España. ¿Por qué?

Más allá de criterios técnicos, estudios recientes apuntan a un descontento generalizado de la sociedad con los políticos que, desde hace un tiempo, podría estar traduciéndose en un incumplimiento de las medidas.

“Los ciudadanos de todos los países han valorado a sus gobiernos muy negativamente”, desliza en declaraciones a ElPlural.com Jeffrey V. Lazarus, primer investigador del estudio sobre la percepción de la población respecto a la gestión de la Covid en 19 países llevado a cabo por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la City University of New York Graduate School of Public Health. Lazarus concreta que en nuestro país “se está atendiendo más a quién propone o niega, que a la evidencia de una propuesta”.

En la misma línea, la investigadora de Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UAB (Universitat Autònoma de Catalunya), Carolina Galais se refiere al término “trinchera política” para resumir la situación parlamentaria del momento: “Creo que España se caracteriza por su desconfianza política… no necesariamente porque el Gobierno lo esté haciendo peor que otros posibles gobiernos, sino porque se encuentra en una situación inédita (de coalición) y eso lo debilita frente a sus adversarios, que hacen de cualquier tema una trinchera política, incluso de temas para los que debería haber consenso social y científico”, argumenta. La politóloga explica que es esa “deslealtad entre niveles de gobierno y fuerzas políticas la que vendrá a agravar la desafección”.

Cada vez cuesta más entender las medidas

Otro problema que traslada la opinión pública y que recogen los expertos es que la sociedad (sobre todo de Madrid) empieza a tener serias dificultades para entender y, en consecuencia, atender las medidas que derivan de las administraciones.

Hace apenas un mes, el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso planteaba un “confinamiento selectivo” sobre los barrios y distritos que acumulaban una mayor incidencia (obviando algunos de feudo popular). Una semana después ampliaba esta medida a otras áreas sanitarias.

Ante la incomprensión de la medida por parte de los vecinos (daba pie, entre otras cuestiones, a que dos vecinos de un mismo barrio estuvieran en condiciones distintas en función de la acera en la que vivieran), Gobierno regional y central se reunieron para llegar a un acuerdo que derivó en el cierre de Madrid y su área perimetral. Ayuso votó a favor y en contra de dicho acuerdo en menos de 24 horas y recurrió a los tribunales.

El pasado jueves el TSJM anulaba el Plan de Sanidad y permitía entrar y salir otra vez de Madrid. Una decisión que  "caducaba", nuevamente, en apenas un día, ya que el pasado viernes el Gobierno decretaba el estado de alarma en la Comunidad.

Muchos giros, muy bruscos y en muy poco tiempo que, lejos de aliviar el problema, han confundido más a la población. 

Es esta la máxima la que recalca el antiguo Director de la Escuela Andaluza de Salud Pública, Joan Carles March, quien pide “protocolizar” los criterios: “Si el Gobierno dice que me confine, la Comunidad de Madrid no, unas comunidades abogan por abrir el ocio nocturno y otras no, obligan primero al uso de mascarilla en los paseos marítimos y luego no… la gente termina hecha un lío”, explica para referirse así a una cuestión que, bajo su punto de vista, viene de antes.

En el caso concreto de Madrid, el médico y profesor de los Estudios de Salud de la UOC Salvador Macip insiste en que esta “dejó que los casos subieran a unos niveles peligrosos” y actuó más tarde que otras comunidades, como Aragón o Cataluña.

“Unidad de acción” frente al virus

Médicos, politólogos y usuarios coinciden en la necesidad de unificar salidas y comenzar a hacer política en pos de la ciudadanía, la sanidad y la propia política entendida como ciencia de la que cada vez más gente reniega.

El primer eje abarca medidas razonables desde los gobernantes y el posterior cumplimiento de estas por parte de la población: “No han aplicado medidas severas cuando se les ha pedido”, insta Macip. Respecto del segundo punto, los sanitarios reclaman capacidad de diálogo por parte de los gobiernos: “Han desoído las recomendaciones de los expertos y han convertido la situación en una pelea entre poderes”, añade.

Todos insisten, además, en una mejora de las condiciones sanitarias: “Hace falta reforzar la Salud Pública y la Atención Primaria, contratando más profesionales, sometiéndoles a mejores condiciones laborales y facilitándoles más recursos. No puede ser que una persona trabajando toda la mañana solo pueda usar una mascarilla cada dos días”, subraya Joan Carles March, que pide mayor “unidad de acción” frente al virus. “Hagamos salud, no política. Es la única manera de salir de la pandemia”, respalda el profesor Lazarus.

A pie de calle

La opinión pública coincide plenamente con las conclusiones de los especialistas.

De esta manera, el CIS de mayo, en plena desescalada, deslizaba que el 48,4% de la población tenía ninguna confianza en el manejo del Ejecutivo; una cifra superior al 46% con mucha o bastante confianza en Moncloa.  Por su parte, un 74,9% pedía una mayor colaboración con el Gobierno.

Dicha desconfianza ha aumentado en los últimos meses. Así, el barómetro de septiembre marca que el 56,8% mantiene una escasa o nula confianza en las políticas del Gobierno de coalición frente a la pandemia, mientras que el 31,6% sí que mantienen mucha o bastante confianza.

En cuanto a la colaboración del Gobierno con las autonomías, el 72,3% de los encuestados creen que Gobierno y autonomías deberían trabajar de manera más conjunta para doblegar esta segunda curva.