Ferraz echó el cierre el pasado lunes, después de que un triunfal Pedro Sánchez ordenase a sus filas descansar y desconectar en unas “merecidas vacaciones”. El secretario general del Partido Socialista tomó la palabra en la reunión de la Ejecutiva tras el 23J. Lo hizo para sentar las bases de la estrategia a seguir durante lo que resta del verano y antes de reanudar la actividad parlamentaria con la constitución de las Cortes, la Mesa y los grupos. El PSOE se lo tomará con calma. No tienen ninguna prisa y dejarán que sea Alberto Núñez Feijóo el que se retrate y se “cueza en su salsa”. En la otra orilla, en el nacionalismo catalán y vasco tocan a rebato y se activan para iniciar los contactos con las fuerzas progresistas a escala nacional, toda vez que Sumar, vía Jaume Asens según admiten en la plataforma de Yolanda Díaz, ya tocó algunos palos en Junts, clave para la conformación de la futura Administración.

El futuro Gobierno se cuece a fuego a lento. Al menos esa es la estrategia que estableció Pedro Sánchez el lunes en Ferraz. No hay ninguna prisa por iniciar contacto. Los socialistas dejarán que sea el Partido Popular el que mueva ficha primero, tal y como está haciendo; que Feijóo “se cueza en su salsa” en busca de unos apoyos inexistentes. Al presidente de los conservadores le han dado con la puerta en las narices en todas las puertas a las que ha llamado. Tan solo Unión del Pueblo Navarro (UPN) confirmó su ‘sí’ al gallego, al tiempo que Vox -su socio preferente- deslizaba que no serían un “obstáculo” siempre y cuando consiguieran el respaldo de “diputados buenos” del Partido Socialista. Es decir, un Tamayazo en toda regla. Coalición Canaria también le negó el pan y la sal, pero la respuesta más dura procedió del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que se negaron incluso a arrancar negociaciones y se jactaron públicamente de su negativa.

Este escenario es el que desde un principio se manejaba en la calle de Ferraz, con un PP preso de su retórica ultraderechista, que “da más miedo que Abascal” y se cierra puertas del nacionalismo vasco -en este caso- por el compadreo con Vox. En resumen, un Alberto Núñez Feijóo aislado en términos parlamentario y cuestionado en el plano orgánico por poderes fácticos de Génova. Con todo, en el PSOE dejarán que el gallego siga abrasándose mientras intenta la heroica, convencidos de que tras la sesión constitutiva de las Cortes (el 17 de agosto) en el cuartel general socialista sí saldrán los números. Pese a rehuir de plazos, en la Ejecutiva federal confían fervientemente en la constitución de los grupos parlamentarios, pues les sirve como moneda de cambio para atraer a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y a Junts, aunque se asume que los neoconvergentes se enrocarán en sus peticiones y escenificarán ciertas dificultades en el proceso de negociación.

El nacionalismo se activa

Por lo tanto, frenazo en seco desde Madrid. Una estrategia que contrasta con creces con las posiciones que asumen desde el sector nacionalista, tanto catalán como vasco. Los más activos tras el 23J son los jeltzales. En la zona noble del PNV se trabaja con presteza para sentar las primeras bases de la mesa de negociación con el bloque progresista. De ahí se extraen las declaraciones que el líder de los soberanistas vascos vertió este pasado jueves y en las que apremiaba a Sánchez a presentar una “oferta programática” que dé el pistoletazo de salida al diálogo multilateral.

Ante los micrófonos de Radio Euskadi, Andoni Ortuzar afeaba a Sánchez que se marcharan de vacaciones mientras “los demás nos quedamos aquí trabajando”, acusándole incluso de buscar deliberadamente alargar los plazos para crear una suerte de dicotomía que fuerce a elegir entre “él o el caos y la repetición electoral”. De hecho, desde el entorno del líder del PNV subrayan que es él propio candidato del PSOE el que “tiene que mover ficha”. Una tesis que no comparten en la fuerza mayoritaria del sector nacionalista en Euskadi. En EH Bildu, según relata El País, determinan que actuarán con absoluta “discreción” para evitar que se genere un ruido exacerbado sobre este asunto que ponga en peligro la conformación de un nuevo gobierno progresista. “No vamos a entrar en ese juego”, rematan.

Dos vías de negociación

En Cataluña, por su parte, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts han dado pasos hacia delante, escenificando un acercamiento en aras de explorar un pacto común sobre las condiciones que exigirán al tándem Sánchez-Díaz en Madrid. El punto común de las dos sensibilidades del independentismo en la región parte de avances en la amnistía de los enjuiciados por el procés secesionista y, por supuesto, la autodeterminación. No obstante, las dos formaciones nadan a dos velocidades distintas.

Los republicanos ya han designado un equipo negociador. Este mismo viernes, su máximo órgano de dirección entre congresos mantiene una reunión en la que se delimitará la estrategia a seguir durante estos meses. Este pasado jueves, la dirección de ERC nombró a Marta Rovira -huida de la Justicia desde 2018- como estandarte de la mesa de diálogo. A la dirigente fugada le acompañará la portavoz del partido, Marta Vilalta; el líder del grupo en el Parlament, Josep Maria Jové -en juicio por malversación por la organización del referéndum ilegal- y el secretario general adjunto de Estrategia, Juli Fernàndez.

La intención de Esquerra pasa por dos planos diametralmente opuestos. Por un lado, buscarán la postura común con los neoconvergentes en la investidura de Pedro Sánchez, mientras que la otra vía hablará directamente con Partido Socialista y Sumar. El problema de fondo es que sendas formaciones convergen en la amnistía y la autodeterminación como condición sine qua non, dos requisitos que los socialistas se han negado a cumplir.

Los neoconvergentes, sin embargo, se presentan como el actor rebelde en esta obra. Estiman en Junts que ha de ser Pedro Sánchez el primero en mover ficha si de verdad está interesado en contar con el apoyo del secesionismo catalán. Desde el entorno tanto de ERC como de sus socios, dan por sentado que las conversaciones formalmente no se iniciarán hasta que se supere la sesión constitutiva, aunque podría dilatarse el proceso hasta principios de septiembre. Precisamente, a partir de ese 17 de agosto, se delimitarán también los grupos parlamentarios. Ni Junts ni ERC cumplen con los requisitos para tener grupo propio al no cosechar un 15% de los sufragios en todas las circunscripciones en las que se presentó. He aquí el primer escollo en la negociación, aunque en Ferraz dan por hecho que será una de las peticiones de las dos fuerzas y no pondrán muchos obstáculos en que así sea.