El independentismo catalán ha vuelto a salir a las calles por la Diada este 11 de septiembre, una cita marcada por la fractura del independentismo. Este año, con el telón de fondo de la amnistía por la que se podría decidir la futura gobernabilidad del país, se han convocado cuatro manifestaciones en cuatro torres distintas como puntos de encuentro -Estación de Sants, sede de Hacienda, Ciudad de la Justicia y Escuela Proa, en el barrio de la Bordeta-, y las cuales han confluido en la Plaza de España -denominada Plaza del 1 de octubre por la ANC- donde ha tenido lugar la razón de ser de la movilización

La manifestación independentista ha sido convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y ha comenzado en torno a las 17.14 horas de la tarde bajo el lema ‘Via fora’, y en la que han participado los principales partidos nacionalistas como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya (JuntsXCat) y la CUP, aunque han llegado divididos a la cita, ya que los de Puigdemont decidieron abandonar el Govern el pasado mes de octubre.

Pese a que Cataluña se encuentra en el centro del debate de la actualidad a nivel nacional, el termómetro social que muestra las sensaciones de los catalanes es un claro reflejo en la Diada, una cita que ha continuado cayendo, siguiendo así con la evolución de las últimas celebraciones. Según ha precisado la Guardia Urbana de Barcelona, la de este año dista de los eventos de antaño con unas 115.000 personas, lo que ya supone un mínimo histórico -sin contar el notable descenso que se dio en 2020, bajo el marco de la pandemia- y 35.000 personas menos en tan sólo un año.

Por su parte, la ACN ha cifrado la asistencia en un número muy dispar al de las fuentes municipales: en 800.000 personas, 100.000 más de lo que señalaron en 2022.

Caída de asistencia desde 2015

Pese al hito histórico que se registró en la Diada de 2014, con 1.800.000 de personas que participaron en la manifestación central, al año siguiente, la caída fue en picado, llegando a contabilizar, tan sólo seis años después -aunque bajo el marco de la pandemia de coronavirus-, 59.500 personas.

Los años posteriores al 2014, con cerca de dos millones de asistentes, los datos fueron decayendo, ni siquiera en 2017, cuando se celebró el referéndum ilegal del 1 de octubre, al que le siguió la condena de los altos cargos del ‘procés’, se recuperaron las cifras históricas.

La pandemia hizo mella también en las movilizaciones no sólo en el año más duro del virus, en 2020, sino también en los que le siguieron: en 2021, la asistencia total no llegó a superar los 110.000, una convocatoria que estuvo marcada por los indultos del ‘procés’ -entre los cargos, Oriol Junqueras o Jordi Turull, entre otros-; ya en 2022, la cifra ascendió a los 150.000, aunque en esta ocasión la Diada no contó con la presencia del president Pere Aragonés.

Aragonés reivindica el papel de ERC hacia la amnistía

El president de Generalitat ha reivindicado, de manera previa a la multitudinaria manifestación, que hay un “camino abierto” hacia la amnistía y la autodeterminación según continúan avanzando las negociaciones con el Gobierno central en funciones de cara a la investidura de Pedro Sánchez si el candidato propuesto por el rey, el popular Alberto Núñez Feijóo.

“Quien marca paso para que mucha gente se pueda añadir normalmente es el que más heridas recibe”, ha señalado en un acto de militantes de ERC. Ante las negociaciones de cara a la investidura, ha señalado que existe una nueva etapa en el “proceso de resolución del conflicto”: “La amnistía no será el final de nada. La amnistía es un paso necesario e imprescindible, y es el primer paso”, ha expuesto, por lo que ha insistido que Cataluña “debe decidir y decidirá libremente su futuro como pueblo en un referéndum”.

Pese a estas palabras, varios manifestantes -en una convocatoria alternativa a la oficial- han optado por apoyar abiertamente al expresident de la Generalitat fuera de las fronteras, Carles Puigdemont. Una postura por la que se han llegado a ver imágenes que han ido en la dirección contra de Aragonès: un grupo de los asistentes han quemado la imagen del president y del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. A la par, se han escuchado durante el recorrido de la marcha sendas proclamas de ‘Govern dimisión’ o ‘Aragonès, vendido’.

Junts y ERC, de la mano por la amnistía

En este encuadre por el futuro de Cataluña, pese a las asperezas, tanto Junts como ERC han confluido en los últimos días para reclamar al unísono que se impulse una Ley de Amnistía previa a la investidura y dar una imagen de unidad por la meta en común: la independencia.

El primero de ellos, Carles Puigdemont, así lo pidió en rueda de prensa como condición inamovible hacia el candidato socialista. Así, le siguió ERC, que se sumó a las reivindicaciones y señaló que no andar hacia ese camino a estas alturas es “una línea roja”: “Nosotros conseguimos, y vale decir, solos que el Estado español reconociera, que hablaba de diferencias, pero no hablaba de la realidad. La realidad es que hay un conflicto político mayúsculo. Hablamos de amnistía, evidentemente”, expresó Teresa Jordá.

Por su parte, Junts, en palabras de Laura Borrás a pie de manifestación este lunes, ha reivindicado que su partido “no busca soluciones personales, sino políticas”, por lo que los votos de su formación sólo servirán para “resolver el conflicto, no para apuntalar a gobiernos españoles”.

Por su parte, la CUP marca distancias al condenar que Junts y ERC están “dejando de lado la autodeterminación” por “ir a negociar migajas a Madrid” en el marco de la investidura, tal y como ha expresado su diputado, Xavier Pellicer.